No es normal que un equipo cambie al arquero por decisión propia durante el transcurso de un Mundial, pero la fatídica derrota ante Croacia de la semana pasada no sólo dejó al equipo al borde de la eliminación, sino que se llevó puesto a Wilfredo Caballero, responsable de la apertura del marcador en Nizhni Nóvgorod. Mucho menos es normal que un jugador sin partidos en la Selección sea convocado para la Copa del Mundo, pero el año de Franco Armani tampoco lo es.

«Era la última oportunidad que teníamos», dijo el nuevo arquero de Argentina no bien terminó el partido, con la clasificación a los octavos de final asegurada. Pero para que el equipo llegara a aprovechar esa chance, para que el centro de Gabriel Mercado tuviera valor y para que el gol de Marcos Rojo a cuatro minutos del final fuera gritado con alegría y deshago, una atajada de Armani fue necesaria. A los 38 minutos del segundo tiempo, con el partido 1-1, con la clasificación en manos de los nigerianos, el delantero Ighalo llegó al fondo, superó la marca de Banega y su derechazo se chocó con la muralla que se volvió imbatible en River y que, en su debut en la Selección -en un Mundial y en un partido clave- hizo su aporte para mantener vivo al equipo. Si no se gritó como un gol fue simplemente por los nervios que había en el aire, porque en ese momento a Argentina le quedaban menos de diez minutos para meter el gol de la clasificación.

«Ahora empieza lo lindo del Mundial, arranca lo bueno», aseguró con la tranquilidad con la que suele atajar, esa que mantuvo a pesar de que sin comerla ni beberla se tuvo que enfrentar con un penal en contra, con la caída de la valla invicta después de pasar dos meses enteros sin ir a buscar la pelota dentro de su arco. Y también la mantuvo cuando lo ovacionaron al tocarla por primera vez con los pies, esa forma de jugar de la que tanto se habló desde que empezó el Mundial y que, finalmente, se terminó por cargar a Caballero. Por eso no dudó ante el embate de Ighalo cuando el resultado era 1-1 ni en salir con convicción para quedarse con la última pelota del partido, no dudó en hacer lo suyo para mantener viva la última oportunidad del equipo ni para asegurar que ahora empieza otro Mundial.