Donde las centrodelanteras esperan la pelota, ahí estaba Andrea Susana Ojeda en el primer minuto del segundo tiempo. La Bombonera, con el récord de 18 mil hinchas, cantaba tímida después del entretiempo. Por eso Ojeda esperó, en el punto penal, que le llegara el pase de Celeste Dos Santos para elevarse y cabecear a la eternidad. Con su marca registrada, Ojeda marcó el 2-1 definitivo frente a UAI Urquiza el domingo pasado para que «Las Gladiadoras» se coronaran por 26ª vez en la liga femenina argentina.
Ojeda, a sus 37 años, sabe lo que es festejar: tiene 26 títulos en Boca y es la jugadora que más veces salió campeona. Sumadas ligas y otras copas, como la Superfinal y la Supercopa, el club suma 28 estrellas. La delantera únicamente no participó del primer título, en 1992, y del campeonato de 1998. Su nuevo motivo de orgullo es que el domingo por primera vez dio la vuelta olímpica en La Bombonera.
–Entre tantos, ¿este título se vive diferente?
–Fue una experiencia inolvidable, una sensación inexplicable.
La delantera de Boca no sólo es historia. También es vigencia: fue la goleadora del torneo con 20 gritos. Si el más importante fue el domingo contra el otro equipo candidato a ser campeón (UAI Urquiza), el más simbólico llegó en la cuarta fecha de la temporada, el 19 de marzo de 2022, en el partido frente a Villa San Carlos en Casa Amarilla. Ese día, Ojeda alcanzó los 500 goles con la camiseta de Boca.
Como definió la periodista Daniela Lichinizer, reconstruir la cifra goleadora de Ojeda fue una tarea casi «arqueológica» para un fútbol femenino argentino en el que los registros históricos suelen tener vacíos importantes por las pérdidas o el deterioro de las planillas. Hubo que revisar documentos, consultar fuentes y cotejar información dispersa y enigmática.
–Se logró definir tu cifra goleadora en Boca, casi el doble que Martín Palermo. ¿Qué se siente tener 517 goles?
–No voy a negar que es súper importante, pero pongo los títulos por delante. ¿De qué te sirve hacer goles si después no levantás la Copa?
–De los 517, ¿cuál elegís?
–Tengo varios. El último en La Bombonera fue el más importante porque fue un momento histórico. Pero el primero, contra Estudiantes de visitante (en 1999), también lo recuerdo. En el primer tiempo no me había salido nada, eran mis primeros partidos como titular. Yo había llegado hacía menos de un año y estaba peleando la posición. Ya en el segundo tiempo, hice tres goles, los tres de cabeza. Yo tenía 15 años.
–Y tu primer gol frente a River, ¿te acordás cómo fue?
–Esa misma temporada. También fue un cabezazo y ganamos 1 a 0 con gol mío.
Andsu, como prefiere que la llamen ahora, arrancó jugando en Glew, en el sur del conurbano. En el potrero de la esquina de su casa, con sus amigos del barrio. De puro tímida, comenzó en el arco hasta que la confianza la llevó a plantarse en el área rival y el fútbol se convirtió en goles. Los vecinos empezaron a hablar. Y las palabras le llegaron al padre de Ojeda: «Tu hija tiene que jugar en un club». Fue así que Andsu viajó por primera vez a La Boca para presentarse en una práctica. Su carta de presentación, dos goles. Sin embargo, sus 12 años le cerraron las puertas: la edad mínima para debutar en Primera era 14.
–¿Fue tu primera desilusión?
–Tuve revancha al instante porque fui a Temperley y quedé. Todavía no tenía la edad reglamentaria. Había cumplido 13 años pero jugaba los partidos con un DNI prestado.
En 1999 se sumó a Boca. “Le habían dicho a mi papá que, cuando cumpliera 14 años, me iban a querer. Y así fue”, cuenta. Y salvo por un periodo de dos años -de 2017 a 2019- en los que emigró para jugar en Albacete y Granada de España, Ojeda siempre vistió de azul y oro.
En su primer año, según reconstruyen los historiadores de la institución, la delantera marcó 59 goles. Su mejor marca fue a principios de 2001 cuando hizo 10 goles en un partido que Boca le ganó 19-1 a Tigre. Su segundo mejor registro fue en 2004: hizo 9 de los 22 que el xeneize le marcó a Sportivo Barracas.
–A pesar de tus goles, no siempre jugaste de 9.
–Cuando llegué, la idea era que jugara de 5 porque tenía quite y jugaba simple. Pero pasaban los entrenamientos y hacía goles. Hasta que, un día, el entrenador se acercó a mi papá y le preguntó cuál era mi posición. Él lo miró y le dijo «Andrea hace goles».
–¿Y nunca más te moviste del área?
–En 2010 se nos fueron como 9 titulares. En ese momento, jugábamos 4-4-2. No teníamos a nadie en el mediocampo que acompañara a Vanesa Santana, así que yo me posicioné un tiempo como doble cinco. Hasta que Christian Meloni llegó en 2015 y me dijo: «Vos sos 9. Y ahí vas a jugar conmigo».
–Y tras tu paso por España fue también Meloni el que te llamó para que volvieras.
–Cuando vuelvo a la Argentina a mitad del 2019, me cita Christian y me dice que las cosas iban a cambiar, que se estaba hablando de la profesionalización del fútbol. La realidad es que ya estaba conforme con mi paso por España. Y a pesar de que me querían de un club de Valencia, sentí que quería estar en Boca en esta nueva etapa.
Ojeda vivió todas las etapas del fútbol femenino argentino –y también de la Selección, para la que partició en los Juegos Olímpicos de Pekín 2008–. Es de la camada de jugadoras que creció jugando con varones, que usó las camisetas grandes que sobraban del masculino, que vivió la invisibilización –a tal punto de no saber durante mucho tiempo cuántos goles había marcado en Boca– y que luchó desde adentro por la profesionalización.
–Hace 3 años firmaste tu primer contrato en Boca. ¿Sentís que pesan los años en este fútbol semiprofesional cada vez más físico o todavía te quedan goles?
–Estoy mejor que hace muchos años. Todos los futbolistas dicen que, si se hubieran cuidado desde los 20 como lo hicieron a partir de los 30, hubieran jugado más años. Eso es cierto, pero te lo da la experiencia. Y la experiencia hizo que el domingo pasado yo me sintiera físicamente en el mejor momento del año.