En semanas en que el deporte sigue de cerca el caso Rubiales, Alejandro Varsky es una voz autorizada para hablar de los abusos y desigualdades a los que enfrenta el fútbol femenino. No sólo eso: también para entender para qué luchan los y las futbolistas a nivel global, más allá de cada país. Argentino, nacido hace 43 años en el oeste del Gran Buenos Aires –e hincha de River-, Varsky vive y trabaja en Ámsterdam como director de Comunicaciones de FIFPRO, el sindicato mundial de futbolistas que nuclea a más de 60 gremios nacionales y representa a 65 mil futbolistas hombres y mujeres. También con pasado en la FIFA como jefe de contenidos digitales, habló con Tiempo durante una visita relámpago a Argentina.
-El Mundial terminó con el beso de Rubiales pero había empezado con una noticia positiva. Se trató, hasta ahora, del Mundial más profesional e igualitario: cada jugadora ganó, al menos, 30 mil dólares. ¿La FIFA fue renuente a este logro sindical o acompaña con hechos lo que pregona verbalmente su presidente?
-FIFPRO envió en 2022 una carta al presidente de la FIFA firmada por 150 futbolistas de distintas selecciones con demandas concretas. No sólo referidas al dinero, sino también a las condiciones de encarar la competencia. Antes las jugadoras viajaban en clase turista, compartían habitaciones pequeñas entre varias, tenían delegaciones más chicas que los hombres, peores campos de entrenamiento. La FIFA negoció constructivamente y dio un gran paso adelante. Para nosotros, esta carta representa la pieza colectiva más importante del fútbol femenino hasta hoy, en un camino y una lucha que continúa.
-¿Es posible alcanzar la plena igualdad antes del Mundial femenino 2027? ¿O es un objetivo aún lejano?
-Hacia eso se apunta, pero hay mucho trabajo por hacer. Recientemente FIFPRO llevó adelante una encuesta con más de 350 futbolistas que participaron de las Eliminatorias para el Mundial 2023. Los resultados arrojaron que el 66% tuvo que tomarse vacaciones o pedir licencia sin goce de sueldo en otros trabajos para poder jugar, el 54% no tuvo ningún chequeo médico previo a la competencia y el 29% no recibió pago alguno. A eso se le suman muchísimos casos sistemáticos de abuso y desigualdad en muchos niveles, algo que tomó eje central en la discusión pública con el caso de la Federación Española o la selección de Nigeria, a la que representamos en su disputa con su Federación por adeudamientos varios.
-El fútbol femenino está lleno de «casos Rubiales». En 2022, FIFPRO hizo pública una denuncia anónima de jugadoras argentinas contra un ex DT de las selecciones menores de la AFA, aunque luego la FIFA la desestimaría. ¿Cuántas denuncias de ese tipo recibe el sindicato?
-Es importante marcar que la Sala de Instrucción de la Comisión de Ética de la FIFA advirtió que el entrenador había violado normas de protección y acoso sexual, pero la Sala de Adjudicaciones, en la que no hay diversidad de género tampoco, prefirió no sancionar. Todo pese a las pruebas presentadas por cinco futbolistas. Esto no sólo envía un mensaje negativo para todas las víctimas de estos abusos, sino que marcan el trabajo que aún queda por hacerse. FIFPRO ya había defendido a futbolistas de otros países con casos terribles en, por ejemplo, Haití y Afganistán. Esta semana, sin ir más lejos, 31 futbolistas de Eslovenia denunciaron a su DT por abuso y maltratos y terminó siendo destituido. Nuestra postura es clara: deben establecerse modos seguros de denuncia, asistencia en los procesos jurídicos, protección de testigos y programas de apoyo para aquellos que hayan sido víctimas.
-Personalidades como Pep Guardiola, Jurgen Klopp y el mismo Lionel Scaloni dijeron o insinuaron hace poco que el calendario masculino es demasiado largo, casi inaceptable. ¿Comparte FIFPRO esta preocupación? ¿Hay alguna manera de medir el impacto del calendario actual?
-El calendario es uno de los temas más urgentes en la agenda y es, tal nos manifiestan los sindicatos que dialogan con los futbolistas en el día a día, de las mayores preocupaciones en los planteles. FIFPRO siempre tuvo claro que la congestión de partidos es, principalmente, una cuestión de bienestar del futbolista. Tiene un impacto tremendo en la salud física y mental del jugador, pero además atenta contra la longevidad de sus carreras por culpa de distintas lesiones y contratiempos. A eso hay que sumarle el impacto negativo en la calidad del espectáculo, algo que hemos charlado con Scaloni o Casemiro en febrero de este año. Nosotros tenemos una plataforma que monitorea la carga de trabajo de 1800 futbolistas incluyendo minutos y partidos disputados, días de descanso entre cada juego y los kilómetros recorridos entre vuelo y vuelo. Con esto elaboramos reportes cada temporada que nos permiten establecer una conexión científica con el impacto real de esta sobrecarga en su juego y estado físico. De allí sale nuestra postura a la hora de negociar y afrontar este problema: con datos concretos.
-Derechos laborales, abusos, carga de trabajo. ¿Qué más aparece en la agenda de los y las futbolistas?
-Sin dudas, el tema de los datos que generan los futbolistas y que se utilizan de distinta manera por varios actores de la industria. Gracias a la tecnología, FIFA recolectó en los Mundiales masculino y femenino un total de 8 millones de datos por cada futbolista por partido. Una enormidad que va desde lo más básico y conocido (goles, asistencias) hasta lo más novedoso: ritmo cardíaco, movimiento de las articulaciones y más. Esto genera dos áreas a tener en cuenta: la parte comercial, que marca cuánto de lo que se genera con ese negocio corresponde al futbolista, y la parte de protección individual como la de cualquier trabajador al que se monitorea en su espacio laboral.
-El avance de la tecnología en ese rubro es imparable, lo que le generará otro desafío a los futbolistas.
-Absolutamente y, en ese sentido, FIFPRO se encarga de educar y preparar a los sindicatos y sus futbolistas para afrontar un desafío novedoso. La tecnología es siempre positiva, pero el marco regulatorio no avanza a la misma velocidad y tenemos que asegurarnos que se establezcan normas para que la privacidad y portabilidad de los datos personales de los futbolistas, así como un beneficio comercial por su aporte.