Embalse parece una isla dentro del controvertido contexto social del país que, en el deporte social, se advierte en los cambios de funcionarios como parte de un gobierno que se autoflagela. Ya ha pasado más de un año de la muerte de Perón, y hasta el reciente 17 de Octubre no ha tenido la manifestación popular de otras veces.
Evita sigue como bandera, al menos en los Juegos que llevan su nombre.(
). Las marcas no son referencias importantes a niveles superiores. La ausencia durante tantos años de competencias nacionales, interrumpidas desde el ’55 hasta el ’73, han hecho estragos en el firmamento del deporte. Y los Juegos Evita, más allá de toda connotación política, podrían haber aportado a un mejoramiento importante en el salto del deporte social al de alto rendimiento. Pero a estos chicos que juegan felices hay que dejarles gozar de la brisa sana que les brinda el deporte.
Lejos de este remanso cordobés ubicado a la vera del Río Tercero, los tiempos políticos se tornan borrascosos y el país se desangra en silencio. Faltan menos de cinco meses para el golpe cívico-militar y el deporte es un refugio donde guarecerse de la tormenta. Pedro Eladio Vázquez trata de explicarle las bondades de los Juegos al ministro de Cultura y Educación, Pedro Arrighi, como si los mismos recién comenzaran. La respuesta recibida por el secretario de Turismo y Deportes, quien está a punto de ser interpelado y de que se le exija la renuncia por irregularidades, es el colmo de lo protocolar: «El ministro expresó que le interesaba mucho lo que se le había expuesto y que deseaba contribuir, en la medida de sus posibilidades, en pro de la niñez y de la juventud argentina.» Esto es lo que publica el diario Mayoría, órgano afín al gobierno.
A fines de octubre, Vázquez es obligado a resignar su cargo y es reemplazado por el coronel (re) Adolfo César Phillipeaux, mientras dos diputados radicales, Raúl Galván y Hugo Mauhum, solicitan al juez federal Alfredo Noceti Fasolino que se le impida salir del país, «ante insistentes versiones que circulan desde las últimas horas que pueden impedir investigaciones en su contra». Asume como ministro de Bienestar Social el empresario Aníbal Demarco, renuncian todos los secretarios y hay más denuncias para este boletín, por ejemplo la de otro diputado radical, Ricardo Natale, quien advierte que la esposa de Vázquez cobraría un alto sueldo en ese ministerio, figurando como soltera. La Justicia ordena la captura del ex ministro de Bienestar Social Carlos Villone y de su sucesor Rodolfo Roballos. Se los considera prófugos, igual que al director de la Caja de Trabajadores Autónomos, Demetrio Vázquez hermano Pedro Eladio por manejo de fondos en la Cruzada de Solidaridad Justicialista. Ambos hermanos, más su padre (también llamado Demetrio), son denunciados por supuestas irregularidades contra el Estado como dueños de la empresa de transportes Rojas.
Viajes grupales de los Juegos Evita, por ejemplo, se realizan en unidades de esa empresa, lo mismo que el de los chicos porteños del equipo Santa Magdalena, campeón de fútbol en cadetes el año anterior, por todo el sur argentino. Además de Vázquez, también dejan las secretarías del Menor y la Familia el comisario general (re) Ricardo Villani, y la de Seguridad Social, Rafael Cichello.
Pertenece a un pasado reciente y trágico la época del ministro de Bienestar Social José López Rega, al mando de ese oscurecido organismo oficial desde donde aún actúan los tenebrosos Ford Falcon que cruzan las calles sembrando terror. No solo el deporte social, sino todo el gobierno de María Estela Martínez de Perón, se va desplomando, corroído desde afuera y desde sus propias entrañas. El ex presidente Arturo Illia asiste a un congreso radical y pide a la Presidenta que esté a la altura de las circunstancias, al tiempo que alerta para las fuerzas de seguridad del Estado no se vean de la Patria.» Premonitorio. Hasta el propio jefe de las Fuerzas Armadas, el entonces coronel Jorge Rafael Videla, remarca con su voz de lobo disfrazado de cordero que si es necesario que haya más muertes «para asegurar la paz», las habrá (…). Queda como anécdota un discurso de Vázquez (quien fuera uno de los médicos de Perón en vísperas de su muerte) para enmarcar el momento que se vive. La alocución del funcionario asombra con un arsenal de vocablos bélicos que contrastan más aún al ser dirigido a los chicos. Parte de su alocución, incluida en el libro La era del fútbol, del ensayista Juan José Sebreli, refleja la violencia reinante en las vísperas del golpe cívico-militar: « desde las filas de un movimiento autoritario como el peronismo de los años 70, Pedro Eladio Vázquez, mostró claramente que la finalidad del fútbol era preparar a los jóvenes para la agresividad bélica. Al inaugurar en 1975 en las provincias de Córdoba y La Rioja con un grupo de 500 niños los Torneos futbolísticos Evita, Vázquez enfatiza ante funcionarios nacionales y provinciales: ‘Este experimento, emprendido con centenares de niños de nuestra Patria, tiene por objeto formar ciudadanos sanos, fuertes, de mente limpia y cuerpo sano, capaces de dar su vida e inmolarse cuando nuestra Argentina así lo requiera. Aquí se harán fuertes y comprenderán que esta práctica del deporte es una tarea, la primera, que todo buen argentino emprende con miras a un futuro de sangre y sacrificio, en defensa de los altos intereses de la Patria.» Premonitorio. <
* Fragmento del libro «Los Juegos Evita» que muestra desde una perspectiva no contada la realidad de los ´70 impregnados de sangre y dolor, mezclado con el deporte. El autor vivió desde adentro esa época y la última década de las finales en Mar del Plata de los Juegos.