Existen muchos artistas excelentes, pero existen algunos pocos que son únicos. Este último es el caso de Xul Solar, rara avis en el campo del arte. Pintor, escultor, músico, creador de dos lenguas (el neocriollo y la panlengua), astrólogo amante de lo esotérico, inventor imaginativo que inventó, entre otras cosas, el panajedrez.
Quizá su profunda amistad con Borges debería contarse también como otra de sus posibilidades creativas, dado que con él cultivó el arte de la conversación. En su casa de Buenos Aires se conservan en su ubicación original las dos sillas en las que sentaban respectivamente Xul y su amigo célebre para entablar diálogos que figuran en la lista de los tesoros perdidos, aunque sí quedan otros testimonios de la amistad que entablaron en 1924 y que duró hasta la muerte de Xul que se produjo el 9 de abril de 1963. Dos años más tarde, en una conferencia, dijo Borges: «Xul además de un originalísimo pintor fue ante todo un reformador del universo» y no dejó nunca de referirse a él de manera elogiosa. Los textos en que lo menciona fueron reunidos por Patricia Artundo en Jorge L.Borges recuerda a Xul Solar.
Como todo artista inclasificable es casi imposible compararlo, pero si puede buscarse alguna similitud con otros creadores merecedores del calificativo de únicos, quizá habría que saltar al campo de la literatura y mencionar a Macedonio Fernández, cuya trascendencia va más allá de la escritura para entrar en terreno de la filosofía, y a Juan Filloy, para quien la lengua no era solo una forma de expresión o un instrumento para inventar historias, sino una materialidad que podía moldearse lúdicamente como la plastilina; basta mencionar que los títulos de sus numerosos libros eran todos de siete letras y que fue un prolífico creador de palíndromos, es decir de frases capicúas en las que ponía también su toque de humor. Fue autor, además, de un tratado de palindromía.
Conocido sobre todo como pintor, Xul podría haber sacado con toda legitimidad una patente de inventor. En todos sus inventos mostró su actitud de “reformador del universo” y su espíritu renacentista que lo llevaba a involucrarse en distintas disciplinas. El panajedrez, por ejemplo, fue una forma de reformar en clave astrológica un juego milenario Comenzó por agregarle casillas al tablero tradicional de 8 por 8 que pasó a ser de 13 por 13 y a representar constelaciones. También aumentó el número de las piezas. Cada jugador pasó a tener 30 y no 16. Xul lo explicó así: “El juego pleno es el libre, entrando con cualquiera pieza en cualquiera escaque no ocupado por el adversario, aunque no se puede jaquear al rey contrario en el primer movimiento. Esto resulta en un diálogo efectivo con palabras u otros elementos racionales, cuya sabiduría o belleza no dependen solo de la habilidad del jugador, sino sobre todo de su gusto, cultura y fantasía”.
Su afán de reformar el universo se manifestó también en el plano de la música. Cintia Cristiá escribió Xul Solar, un músico visual (Ediciones Gourmet Musical) lo que es a la vez el título del libro y una definición. Menciona allí, entre otras cosas, que tocaba la cítara en cuya interpretación lo había iniciado su padre. Fue además, diseñador de instrumentos y sistemas de notación musical. La música, además, influyó en su pintura tanto desde el punto de vista conceptual como iconográfico. Si multiplicó casillas y piezas en el ajedrez, procedió de manera inversa en el diseño de un piano que no sólo evitaba que los dedos del pianista se trabaran, sino que facilitaba el aprendizaje del instrumento. Lo redujo a tres filas de teclas de colores distintos. Este piano puede verse en el museo ubicado en la ciudad de Buenos Aires. Existe, además, otro museo en Tigre, en la casa donde pasó los primeros años de su vida.
Con el mismo espíritu universalista que tuvo en las artes, creó el neocriollo y la panlengua. En la primera de estas lenguas se mezclan otras como el español, el portugués, el inglés, el francés, el alemán, el latín y el griego. Su objetivo era que esa lengua tuviera un efecto unificador. La segunda lengua también apuntaba a la simplificación, ya que eliminó de ella la gramática y minimizó la extensión de las palabras. Por ejemplo, la “T” significa cantidad. Ti (poco), Tu (mucho), To (más), Te (menos). Xul, que también fue traductor, hablaba francés, inglés, alemán, italiano, portugués, ruso y guaraní, y conocía el latín, el griego, el chino y el sánscrito.
Diseñó, además, diversos títeres con los nombres de los signos del Zodíaco con el objetivo de hacer un teatro de muñecos para adultos que denominó Teatro Titi o Teatro del Destino. Él mismo construyó los personajes que eran articulados y, por lo tanto, capaces de diversos movimientos y expresiones. Sus amigos y allegados se encargaron de confeccionarles la ropa. En la creación de este teatro confluyen tradiciones del títere tanto occidentales como orientales. Pueden reconocerse tanto las marionetas planas y articuladas del teatro de sombras balinesas como los títeres populares franceses, ingleses e italianos.
El hombre que viajó a Europa en busca de nuevos horizontes intelectuales y que se conectó con las vanguardias de su época, especificó también el programa con que encaraba su obra plástica: “Trato de que mis pinturas -dijo- tengan, además de los valores plásticos, símbolos efectivos que les den carácter de escritura a los fines de definir y situar los elementos de un arte total y abstracto, cosas que no buscan en general los abstractos modernos. Entiendo que, para estar en la época, el artista debe ser polifásico, es decir, no encasillarse solo en una cultura. Tan actual me resulta una pintura egipcia o budista como Picasso”.
Es evidente que su reflexión era acertada porque su obra es a la vez singular y tiene el componente que la hace actual: siempre es posible hacer de ella nuevas lecturas.
El Museo Xul Solar de la Ciudad está ubicado en Laprida 1212. Su casa de Tigre a la que llamó Li-Tao se encuentra en la confluencia del río Luján con el canal Villanueva.