Las imágenes recorren los rostros que miran y escuchan con atención a una serie de oradores casi siempre invisibles. Los gestos, siempre en primer plano, dan cuenta del cansancio, de la incertidumbre y hasta del tedio que los hermana. Desde fuera del cuadro las voces les hablan en primera persona y los alientan a seguir, a juntar fuerzas, a mostrarse unidos. Las escenas pertenecen al cortometraje La asamblea, dirigido por Paulo Pécora, quien además de ser un reconocido cineasta es periodista, uno de los 357 que el año pasado fueron despedidos de Télam, la agencia nacional de noticias.
Aquella decisión, tomada por el presidente de la agencia, Rodolfo Pousá, con el apoyo de Hernán Lombardi, ministro de Medios y Contenidos Públicos de la Nación, implicó un grave golpe a la libertad de expresión. No sólo porque sobre buena parte de esos despidos pesa la certeza de la persecución ideológica. Además representaba el paso inicial para avanzar con el desguace de una institución vital en la generación y circulación de noticias de la Argentina, tanto dentro como fuera del país.
La lucha de los trabajadores de Télam fue intensa, masiva y se prolongó durante meses. De ella participaron no sólo los 357 despedidos, sino los casi 900 trabajadores de la empresa. La película de Pécora es un retrato de la resistencia realizado desde el interior de la asamblea de los trabajadores de Télam, en el que su cámara registra a sus propios compañeros. Al mismo tiempo los fragmentos de diferentes discursos van montando una cronología de la lucha.
«Durante el conflicto sentí que las asambleas servían para mantener vivo el espíritu de compañerismo y unidad frente a la enorme injusticia», confiesa Pécora. «Frente a la persecución y el avasallamiento de nuestros derechos, la asamblea se impuso como un espacio imprescindible para compartir temores, angustias y preocupaciones, para sentirnos acompañados. Pero también para pensar estrategias de cómo sostener la lucha y la esperanza en poder cambiar el rumbo de los acontecimientos», continúa el cineasta.
En La asamblea se reconocen al menos dos relatos, uno visual y otro sonoro, que si bien corren en paralelo no tienen correspondencia directa entre sí. Mientras lo sonoro expresa el relato colectivo a través del montaje discursivo, lo visual se identifica con lo individual. «Cuando me propuse registrar las asambleas sentí la necesidad de concentrarme especialmente en el costado humano. Quería comunicar a través de los rostros de mis compañeros, de sus miradas y sus gestos», cuenta Pécora. Pero aclara que también necesitaba «dejar constancia de la entereza y la dignidad de esas personas, grandes trabajadores que colaboraron durante años en la construcción de un medio periodístico objetivo, plural y profesional». «Y que habían sido desplazados de sus puestos de un día para el otro, sin justificación alguna, en muchos casos por motivos políticos», afirma.Este trabajo, que el director publicó en la plataforma YouTube.com, representa un salto dentro de su filmografía, en tanto relata hechos de los que él mismo es protagonista, aunque su rostro no aparezca en pantalla. «La mayoría de mis películas son viajes imaginarios y en este corto sentí un compromiso fuerte con la realidad, con la verdad de lo que estábamos viviendo», confirma el cineasta y periodista y justamente La asamblea representa la comunión de sus dos oficios. «Decidí registrar todo con la mirada de un cineasta, pero tratando de mantener siempre la objetividad periodística de un cronista».
Aunque la mayoría de los 357 trabajadores recuperó sus puestos de trabajo a partir de una resolución judicial que declaró ilegales los despidos, la lucha de la asamblea de Télam continúa. «El problema más acuciante es una evidente contraofensiva del directorio de la agencia, que lejos de acatar de buena fe los fallos judiciales les está haciendo la vida imposible con todo tipo de descalificaciones, ninguneos y un preocupante etcétera», cuenta Pécora. «Lo peor es la interferencia que intentaron en el ámbito judicial a través de un operador que buscaba revertir el sentido final de las 153 sentencias pendientes. Por suerte, después de numerosas movilizaciones frente a la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo, las autoridades judiciales garantizaron que el proceso seguirá su curso normalmente y sin anomalías». «