Meditación espiritual, trance hipnótico, altares paganos o alienación productiva. ¿En qué estado hoy nos conectamos con lo espiritual? En plena crisis económica y socioambiental, un modelo de desarrollo inconsecuente con el devenir vital y la -cada vez más- preponderante devoción por lo material parecerían haber ganado terreno frente a la conexión con lo sagrado. ¿Cuáles son las formas de espiritualidad que conviven en el nuevo milenio? Sobre esta pregunta indaga “Luz y fuerza”, una nueva exposición que podrá visitarse hasta el 13 de noviembre en el Museo de Arte Latinoamericano (MALBA).
La muestra propone un recorrido por diferentes obras de diecinueve artistas argentinos contemporáneos que van conformando una trama heterogénea de creencias y modos de vincularse con la religiosidad. Hay desde una reelaboración de las antiguas cosmovisiones orientales y amerindias, hasta obras que exploran la meditación, las terapias holísticas, los esoterismos, el neochamanismo, la astrología y el budismo.
“Pensar la relación entre prácticas artísticas contemporáneas y espiritualidad en tiempos de crisis es un proyecto desafiante porque no hay un entendimiento claro de lo que eso significa. En ese sentido, el proyecto inició con una pregunta acerca de la espiritualidad, ¿cómo pensarla en la actualidad de la mano de ciertas obras? Para todo ese recorrido, fue clave la lectura de sociólogos y antropólogos como Nicolás Viotti y Pablo Semán, que investigan ciertos aspectos que tienen que ver con el desarrollo de la espiritualidad en el mundo contemporáneo”, dice a Tiempo Lara Marmor, curadora de la exposición, y continúa:
“La experiencia de la exposición está guiada por una serie de preguntas: ¿De qué manera impacta esta trama, esta superposición de creencias, de hábitos, de costumbres y de pensamientos que hacen a eso tan inasible que podríamos pensar como espiritualidad? Y no ya pensada en términos canónicos o institucionales, sino en relación con esas prácticas que están vinculadas a crisis personales en un contexto de crisis sistémica de los modelos políticos, económicos y socioambientales, en donde vemos que tal vez mantenemos (o no) nuestras religiones de origen, pero a su vez hacemos budismo, medicina china, Ayurveda o tenemos una estampita de Maradona. El abanico de posibilidades es gigantesco y todo convive. Es un signo claro de esta época, que tiene que ver con el último milenio”, explica Marmor.
Espiritualidad y New Age
Hay una dimensión del modo en que atravesamos la espiritualidad que está ligada al fenómeno de la New Age. “Esto se ve reflejado en la exposición –continúa-, pero sin hacer una bajada de línea. Me interesaba dar cuenta de un estado de situación que tiene que ver con una gran heterogeneidad de nuevas creencias centradas en la búsqueda del bienestar terrenal, no vinculadas al “más allá”, sino enfocadas en el acá. Y a la vez, desde un lugar que pivotea entre el individualismo neoliberal y asociaciones o militancias comunitarias que buscan la construcción de un porvenir social. Es una tendencia que surge en Estados Unidos en los 60 y llega a la Argentina en los 70 de la mano de la contracultura, en la transición entre la dictadura y la democracia. Luego se va expandiendo hasta que en los 2000 estalla”, afirma la curadora.
Por eso, la mayoría de los artistas que participan de esta exposición nacieron durante los 70 y los 80. “Se trata de artistas que entran en la escena en los 2000. Es una generación sobre la que no se trabajó tanto, se insiste mucho en los 90. Pero esta otra generación ha sido leída más que nada en términos sociológicos o materiales en torno a la crisis de 2001, por el cambio de materiales, la salida del taller a la calle y el pulso autogestivo. Esta exposición propone algo distinto que es pensarlos en relación con estas prácticas y tratar de entender cómo esta forma que estaba existiendo de experimentar la espiritualidad impacta en la subjetividad de estos artistas”, concluye.
La exposición puede visitarse hasta el 13 de noviembre en el MALBA (Av. Pres. Figueroa Alcorta 3415, CABA).