En los jardines del Museo Nacional de Bellas Artes, este fin de semana va a tener lugar una especie de ceremonia pagana alrededor de la escultura “Berimbau”, de León Ferrari: tres bailarinas invocarán el lenguaje de la danza para crear una comunión entre cuerpo, música, imagen, objeto y paisaje. La performance, a cargo de las bailarinas Catalina Jure, Ludmila Mazzucchelli y Jesica Saud, está enmarcada en la muestra «León Ferrari. Recurrencias«, primera exposición individual que el Bellas Artes le dedica al artista.
A partir de una exploración entre sus propios cuerpos y el objeto, las bailarinas buscarán “invocar la poética de la obra de León Ferrari desde la intervención coreográfica”, dice Mazzucchelli a Tiempo Argentino. De esta manera, la performance va a poner en escena una interacción entre las bailarinas y el Berimbau, que permitirá componer diferentes sonidos, imágenes y movimientos.
Un “artefacto para dibujar sonidos”
A mediados de los ‘70, luego de exiliarse en San Pablo tras la desaparición de su hijo Ariel durante la última dictadura argentina, León Ferrari comenzó a componer una serie de esculturas sonoras denominadas “Berimbau”, inspiradas en las rodas de capoeira y en el instrumento homónimo, típico del nordeste brasileño. En 1979, bajo el título “Berimbau: artefacto para dibujar sonidos”, Ferrari escribió:
«El Berimbau, que toma su nombre del homónimo con el que comparte el timbre de la voz, es un instrumento destinado a crear hechos o sumas de hechos musicales, visuales y táctiles. Utiliza el principio del péndulo invertido y se construye con algunas centenas de barras verticales, presas en su extremo inferior y formando una suerte de prisma de caras ondulantes (…) Como instrumento musical, el artefacto permite multiplicar notas tonos, timbres, e intensidades modificando la altura, flexibilidad, dureza, elasticidad, diámetro, calidad, del acero de sus barras”.
“Quienes necesiten alimento visual conjugarán música con el dibujo que trazan en el aire las varas usadas ahora como líneas móviles, como plumas cargadas con tinta china sonora, que en cada instante podemos imaginar cristalizadas en un laberinto estático de cuya suma resulta la continua transformación de un laberinto en otro o en otro y otro más, teniendo el músico dibujante la posibilidad de generar centenas de curvas de los más diversos tipos”.
“Los pájaros que añoran aquél nunca más repetido ni igualado instante de felicidad cuando el viento rompió la jaula, podrán entrar en esa jaula abierta, fingir el llanto que los años disolvieron y escapar como aquella vez, escapar, escapar de nuevo. O para quien tenga la prisión constantemente en sus pesadillas sentirá el consuelo, la esperanza que dan las rejas flexibles que ceden al menor esfuerzo, que se separan, (…) y se transforman de carceleros en cómplices de la libertad”.
Los pájaros que añoran
El trabajo artístico que guía la intervención en los jardines del museo parte de una investigación previa con el objeto. A partir de una suerte de diálogo entre las bailarinas y el Berimbau, se fue conformando la performance que podremos ver este fin de semana.
“En los ensayos fuimos probando, entrando, saliendo, moviendo el cuerpo, escuchando el instrumento, y desde ahí se fue componiendo la coreografía. No es algo lineal, no hay nada que sea realmente estructurado, no es que tenemos formas específicas o una coreografía pautada sino más bien una estructura de cómo ir atravesando, entrando y moviendo la estructura de la obra”, dice Mazzucchelli.
El carácter interdisciplinario propio de la obra de León Ferrari se ve también reflejado en esta intervención: “No hay una jerarquía entre la danza y el objeto, entre la puesta en escena y el sonido, sino que todo se va generando de manera recíproca. La obra interviene el cuerpo, el cuerpo interviene la obra; a la vez eso genera sonido, el sonido también interviene en la danza, en lo que se ve, en el paisaje que se genera”, afirma la bailarina y continúa:
“Esta es una nueva manera de crear a partir de la obra de León Ferrari, hay algo importante en los artistas de la talla de Ferrari que es que la obra trasciende la disciplina para poder inspirar y convocar a diferentes artistas, a diferentes áreas de las artes, incluso a diferentes tipos de personas”, concluye. Como decía Ferrari, el Berimbau, con sus rejas flexibles, deja a los pájaros-bailarinas escapar de nuevo.
Con entrada libre y gratuita, la performance podrá verse el sábado 17 y el domingo 18 de junio, a las 16 en los jardines del Museo Nacional de Bellas Artes (Av. del Libertador 1473, Buenos Aires).
Para conocer más sobre la exposición “León Ferrari. Recurrencias”, habrá visitas guiadas los viernes 16, 23 y 30 de junio y 7 y 14 de julio, y los sábados 24 de junio y 1 y 8 de julio, siempre a las 18 horas.