“Mucho se ha escrito y hablado sobre la protección o coraza que tienen los fotógrafos cuando están del otro de la cámara, dice Elio Kapszuk en el texto curatorial de “Jorge Vernazza es así”. A veces -continúa- esa distancia es necesaria para crear. Pero también existe un prejuicio que dice que la cercanía, el involucramiento, tiene un efecto kryptonita en los fotógrafos. En este trabajo vemos cómo Maxi Vernazza sale airoso de cualquier concepción previa: su obra respira sola. Y nos inspira.”
En efecto, el fotógrafo parece haber encontrado la distancia óptima para narrar en imágenes la vida cotidiana de alguien tan cercano y querido como su propio de padre, Jorge, de 90 años, a través de 41 fotografías.
Para encontrar esa distancia óptima Maxi hizo previamente un largo recorrido en el campo fotográfico. Nacido en 1971, comenzó sus primeros cursos de fotografía en el Sindicato de Empleados de Comercio en 1990. Su interés principal desde esos inicios fue el fotoperiodismo, y en 1996 realizó un taller en la Asociación de Reporteros Gráficos de la República Argentina (ARGRA). Se especializó con fotógrafos de gran trayectoria. En 1997 ingresó a Editorial Atlántida, donde trabajó para revistas como El Gráfico, Para Ti, Billiken y Gente. Desde diciembre de 2019 es el Jefe del Departamento de Fotografía de La Honorable Cámara de Diputados de La Nación. Participó de todas las muestras anuales de la Asociación de Reporteros Gráficos de la República Argentina (ARGRA) entre los años 1997 y 2022.
También realizó importantes muestras individuales como El Charly que yo conozco con imágenes de Charly García, que fue expuesta por primera vez el Centro Cultural Recoleta en 2011 y que aún sigue viajando por distintas provincias del país, y Once, integrada por distintas imágenes de ese barrio que fue expuesta en el Espacio de Arte AMIA en 2018.
Cuando se le pregunta a Maxi qué lo decidió a fotografiar la vida cotidiana de su padre, le dice a Tiempo Argentino: “Siempre pesé que nunca me iba pasar nada grave, porque pasara lo que pasara, mi viejo siempre me iba a ayudar, iba a estar a mi lado. Y no estoy hablando de dinero, sino del consejo, de la compañía, del estar ahí. Pero en este último tiempo me di cuenta de que el que tiene que estar para él soy yo. Si bien está bien de salud, ya no es ese hombre tan fuerte capaz de protegerme de todo. Hoy lo veo más vulnerable. Mi madre, Nilda, tiene diez años menos y está siempre detrás de él cuidándolo. Él se mueve solo, pero tiene 90 años, va a una psicóloga una vez por semana que le hace hacer ejercicios para fortalecer la memoria, dos veces por semana va a un lugar para adultos mayores donde hacen ejercicios y juegan. Eso a él lo entretiene. Detrás de todos esos cuidados está vieja.”
Maxi señala que su padre siempre llevó una vida muy activa. Por la mañana trabajaba en el servicio de Odontología del gremio bancario y por la tarde atendía su consultorio. Apasionado de las plantas, se dedicó a dar cursos sobre bonsái. “Esa es una tradición familiar –dice-, desde chico mi padre está con el tema de las plantas. En su casa tenían un palomar y él se ocupaba de las palomas mensajeras. Cuando se jubiló de su trabajo, igual siguió con su consultorio particular, se puso a estudiar italiano y estuvo en el coro de la Dante Alighieri hasta antes de la pandemia, pero ahora ya no quiere ir porque sale tarde, por la noche, y hay pocos taxis disponibles. Volviendo a tu pregunta inicial, comencé a fotografiarlo hace un año y empecé a hacerlo cada vez más seguido sin tener muy clara la idea de por qué lo hacía. Hubo un momento en que él estuvo muy angustiado porque entre él, mi mamá y yo desarmamos el consultorio que estaba ubicado en un departamento al que últimamente solo iba a regar las plantas y a darle de comer a los peces. Entonces me mudé al departamento para estar más cerca de él, porque durante todo el tiempo que trabajé en Gente me la pasaba viajando y a mi viejo y a mi vieja los veía muy poco. De esta forma volví a vincularme de una manera más estrecha. Él viene al departamento a ver sus plantas, a darle de comer a los peces y me cuenta sus cosas, charlamos mucho. Esa fue mi forma de acercarme más a él.”
La muestra se inauguró el 24 de mayo y lo que para Jorge era una simple actividad de su hijo fotógrafo, cobró de pronto otra dimensión al ver su imagen repetida en distintas actitudes en un lugar público.
“Mientras montábamos la muestra con el curador, Elio Kapszuk –cuenta Maxi-, yo fotografiaba algunas y se las iba mandando. El preguntaba qué más había en la muestra y cuando mi madre le decía que solo había fotos de él, no entendía mucho, se ponía un poco nervioso y decía `pero no pueden ser todas fotos mías, algo más tiene que haber´. El día de inauguración, vio la muestra y se emocionó mucho. La recorrió toda y a veces me preguntaba que era tal o cual objeto que no podía reconocer como un placar o un espejo. Por su parte, a veces mi vieja se quejaba porque la había fotografiado en batón. En eso le tengo más miedo a mi vieja que a él (risas). Pero creo que las cosas salieron bien y él quedó muy contento. Fueron muchos amigos, una cantidad impresionante de fotógrafos y la pasamos muy lindo.”
“Para mí –dice Maxi- esta muestra es un homenaje a mi padre al que muestro en su intimidad, en su vida diaria. Hace un tiempo fue a cuidar sus plantas y a regar el jardín y yo no estaba. Se cayó entre las plantas y los primeros que lo socorrieron fueron los vecinos del primer piso. Me avisaron, me tomé un taxi y cuando llegué ya lo estaba atendiendo el SAME y lo llevaron al Fernández. Yo soy fotógrafo y me pregunté qué hacía, si registraba eso o no y me contesté que si estaba embarcado en esa tarea, tenía que ir a fondo. Lo fotografíé y lo filmé, hice un registro sin golpes bajos. Solo una de esas fotografías está en la exposición, la que va en la ambulancia medio ensangrentado. Eso también formó parte de su vida.”
“Hay ciertas obras –señala el curador de la muestra- que no solo hacen que veamos la imagen propuesta, sino que el concepto fotografiado se transforma en una verdadera activación ( trigger): en ellas podemos proyectar nuestras propias imágenes, nuestros vínculos afectivos. Dicho de otra manera me resulta imposible ver sus imágenes sin pensar en mi papá y en mamá. Cuando el mundo de otro te abre el tuyo no hay mucho más para agregar. Solo agradecer.”
Y es cierto. Acaso la clave de toda expresión artística consista en lograr que la vida de los otros hable también de la nuestra.
La muestra Jorge Vernazza es así se puede visitar de lunes a jueves de 10 a 19, y los viernes de 10 a 16. Se debe concurrir con DNI. La entrada es libre y gratuita.