La foto es conocida: Lucio V. Mansilla posa sentado, con el bastón entre las piernas y el sombrero inclinado. Alrededor suyo, en círculo, se repite la misma imagen, como si se tratara de un hechizo del personaje. Él, que se había obsesionado con la ostentación de sus múltiples yoes (“Se dice que el hombre es doble. Yo sostengo que es múltiple”, dice una de sus frases más famosas), ahora podía demostrarlo en imágenes.
El retrato, tomado por Alexander Witcomb y publicado por primera vez en Caras y Caretas en noviembre de 1903, despertó la curiosidad de un público desacostumbrado a los trucos de cámara. Abel Alexander, investigador histórico, cuenta en “El legado de Alexander S. Witcomb” que para esa época la galería del fotógrafo inglés llevaba varios años en alianza estratégica con la revista y era conocida por ser “la fotografía de los presidentes”. La fama, sin embargo, antecedía a Witcomb: el dueño anterior de su prestigioso estudio, Christiano Junior, había fotografiado a Domingo Faustino Sarmiento, iniciando así una tradición que sería continuada por Alexander hasta el cierre de la firma en 1971.
Por la lente de Witcomb desfilaron personajes históricos, paisajes urbanos y rurales, así como costumbres de la sociedad argentina de la época, configurando un completo panorama nacional. “La Fotografía Witcomb fue, desde sus inicios, funcional al proyecto de la llamada Generación del 80 de construcción visual de la nacionalidad argentina, una verdadera urgencia frente al formidable fenómeno inmigratorio. Uno de los mecanismos utilizados consistió en la creación de una amplia y bien documentada iconografía patria, que abarcó desde las figuras prominentes de la Revolución de Mayo de 1810 hasta los protagonistas de la historia nacional de fines del siglo XIX y principios del XX. Para este enorme proyecto icónico, que incluye más de 400 retratos, se echó mano a la reproducción de retratos preexistentes al invento de la fotografía (1839), a daguerrotipos y cartes-de-visite de la época, a las que se sumaron los retratos hechos por el estudio a figuras contemporáneas. Si bien Witcomb no fue ni el primero ni el único en encarar este tipo de proyecto, sí podemos afirmar que su producción y distribución fueron muy superiores a las iniciativas anteriores. Por otra parte, Witcomb no escapó al avasallador fenómeno de la novedosa postal por impresión fotomecánica y, a partir de 1903, comercializó ediciones económicas de series de postales de presidentes argentinos”, dice Abel Alexander.
En una oportunidad inédita, la exposición «La caja y la magia. Un acercamiento al archivo Witcomb», que podrá verse a partir del 10 de agosto en el Centro Cultural Kirchner, propone un abordaje a la firma que el fotógrafo inglés fundó en 1878, cuando Buenos Aires crecía a pasos agigantados, en un camino vertiginoso para dar lugar a la metrópolis que conocemos hoy.
A través de una iniciativa conjunta entre el Archivo General de la Nación (AGN) y CCK, la exhibición contará con fotografías de gran formato, documentos originales, actividades, charlas, conferencias y la proyección de una pieza audiovisual que narra la historia de Witcomb y el trabajo de conservación de su obra. La muestra busca dar a conocer una parte de la historia argentina y evidenciar así la importancia de la conservación patrimonial como modo de «preservar este archivo a futuro y garantizar su acceso a las próximas generaciones», informaron los responsables del evento.
Con entrada gratuita se podrá visitar la exposición desde el 10 de agosto en la Sala Archivo (Sala 512) del CCK, ubicado en Sarmiento 151 (CABA), de miércoles a domingos de 14 a 20.