Pibas y pibes que con suerte arañan los 20 años. “Just kids”, diría Patti Smith. Ellos son los protagonistas de las ocho crónicas que engordan Sangre joven. Matar y morir antes de la adultez, el libro del periodista Javier Sinay. Una delicada, documentada y a la vez filosa obra de no ficción que reúne historias donde los jóvenes son víctimas y victimarios. Los que matan y, sobre todo, los que mueren.
Publicado por primera vez en 2009, Sangre joven se ha transformado en un referente de la crónica latinoamericana contemporánea, junto a libros como Cuando me muera quiero que me toquen cumbia, la joya que parió Cristian Alarcón en 2003 para contar la acelerada vida y obra de «El Frente» Vital, púber Robin Hood del conurbano norte que terminó acribillado por la maldita policía. En 2010, el libro de Sinay ganó el Premio Rodolfo Walsh a la mejor obra de no ficción en la española Semana Negra de Gijón. El periodista es autor también de los libros Camino al Este, Cuba Stone y Los crímenes de Moisés Ville.
Acertada, entonces, la decisión editorial de Tusquets a la hora de reeditar el libro de Sinay, en esta entrega con el plus de dos historias que actualizan la pesquisa original del cronista. Una de ellas, “Rápido. Furioso. Muerto. El desenlace de Axel Lucero”, publicada en la revista Rolling Stone en agosto de 2014, obtuvo en 2015 el prestigioso Premio Gabriel García Márquez de Periodismo en la categoría texto. Una crónica sobre un pibe de familia proletaria de La Plata que probó el vértigo de la mala vida y una tarde de verano intentó robar una Honda Twister sin medir riesgos. Fascinante fresco sobre la velocidad y la pasión por las motos, la falta de oportunidades para los jóvenes y la ilegalidad en el cinturón conurbano.
Federico tenía 20 años cuando encontró la muerte en una noche de boliche. Andy confiesa en su diario íntimo cómo mató a un chico en la bailanta S’Combro. Junior estaba en la secundaria cuando disparó contra sus compañeros. Marilyn, una piba trans, pasa sus días en la cárcel por matar a su mamá y a su hermano. Crímenes, masacres, asesinatos que fueron publicados en la sección policiales de los grandes medios. La mayoría, noticias efímeras que muchas veces vemos con indiferencia en las portadas. Ese es el punto de partida de Sangre joven. En su libro, Sinay va más allá del abordaje tradicional de los “casos”. “En mi narración no intenté revelar por qué alguien que muchas veces no tiene permiso para tomar alcohol ni para votar elige matar, ni tampoco indagué en las estadísticas criminales de los adultos jóvenes y los menores; lo que perseguí, en cambio, fueron las claves para retratar ese universo juvenil y a sus personajes, dejando de lado los estereotipos”, dice el autor en la introducción. Una deriva que lo lleva por agitadas discotecas, populares bailantas, picantes canchitas de fútbol, grises arrabales, placitas amorosas, colegios tristes, locales de comida rápida, tribunales lentos y, obviamente, la escena del crimen.
Prosa fina, lúcida y vital alimenta los textos de Sinay. Aires de Jon Lee Anderson, del viejo Caparrós y algunas piscas irónicas del notable Osvaldo Baigorria. Crónicas ejemplares que no juzgan, más bien acompañan a los jóvenes para comprender la complejidad de sus vidas. Periodismo del bueno.
Sangre joven es también un retrato de la generación nacida en la postrimería del corto siglo XX argentino. Pibes y pibas desangrados por las crisis, el gatillo fácil, la intolerancia, la violencia sempiterna de las instituciones y el no futuro. A sangre fría, condenados por los adultos.