En el año 2013 lanza su primer disco de composiciones propias, Demasiada agua, junto al bandoneonista Leandro Ragusa y músicos invitados.
En 2017 da a luz su segundo material discográfico Azul final, integrado por composiciones originales para formato de trio. Participan de él el baterista Leandro Savelón y se alternan los contrabajistas Taty Calá, Gerardo de Mónaco y Quique Puoci. Este disco recibió el Tercer Premio Nacional de la Música otorgado por el Ministerio de Cultura de la Nación en la categoría “Jazz y melódica”.
En 2020 edita su tercer disco, “Vida y muerte de una flor”, álbum doble, cuya primera parte está interpretada por el Cuarteto Marina Ruiz Matta, formado por Ramiro Gallo (violín), Belén Echeveste (cello), Martín Wainer (contrabajo) y la pianista, que además se ocupó de la composición, arreglos y dirección.
Según define la compositora, la nueva obra que acaba de aparecer “fantasea con una tierra habitada por otra especie, en una senda musical que reivindica los componentes musicales de nuestro territorio americano, invisibilizados por la tradición europea.”
Más allá de esta definición, es imposible para el oyente no percibir que internarse en las diez piezas que integran este disco es ingresar a un relato musical con una multiplicidad de elementos estéticos como una minuciosa labor compositiva en la que Ruiz Matta explora todas las posibilidades que, además de su piano, le brinda el Ensamble Pierrot, integrado por Ramiro Gallo (violín), Pablo García (cello), Patricia Da Dalt (flauta) y Manuel Rodriguez Riva (clarinete y clarón).
“Estrellas, planetas, galaxias” abre la placa con una vertiginosa secuencia de arpegios en el piano protagonizada principalmente por la mano derecha hasta que el ensamble toma la posta, momento en el que el entrecruzamiento instrumental produce diversos intercambios y cambios de dinámica.
El ostinato que da comienzo a “Los pájaros” se funde rápidamente con la flauta y las cuerdas, y otra vez genera imágenes sonoras en las que se puede “ver” una gran variedad de atmósferas. Y es que la música compuesta por Ruiz Matta tiene mucho de “visual”. Conviven en ella elementos de la música académica y contemporánea con sutiles desplazamientos experimentales desde lo armónico.
Si se tratara de la banda sonora de alguna película, “El tiempo deshecho” encajaría de manera perfecta en las adaptaciones cinematográficas que hizo, por ejemplo, Manuel Antín de obras de Julio Cortázar: un clima denso e inquietante.
El componente sudamericano es evidente en “Gismonticina” (obvia referencia a Egberto Gismonti) o “Pequeña Nápoles”, con su rítmica valseada.
Tal vez “Espartaco” y “Romance de la luna, luna” sean las obras más cercanas a elementos urbanos, por su carga de melodías melancólicas, en tanto que “Un valle y nadie mirando” se sostiene sobre un ambiente cargado y por momentos misterioso.
Este último tema contrasta con “Mariposas”, una obra de carácter luminoso enriquecido con juegos de alturas entre el piano y el ensamble.
“La era de los elefantes” composición que cierra el álbum, es prácticamente una síntesis de los variados condimentos que aparecen a lo largo de todo el disco. Llamativamente, el final del tema no lo proporciona un crescendo “a toda orquesta”, sino que se va desvaneciendo lentamente hasta dejar solo al piano en una suerte de final abierto.
Final abierto que invita a volver al principio del disco, para seguir descubriendo la atrapante y por momentos compleja trama de este relato musical creado por Ruiz Matta, una de las exponentes más deslumbrantes de su generación.
Marina Ruiz Matta presenta La era de los elefantes el sábado 7 a las 21, en Teatro de la Fábula, Agüero 444, CABA. Localidades en venta por alternativateatral.com