Cuadernos, remeras, bolsos y muchos otros elementos han popularizado sus imágenes abstractas que en su momento produjeron un cambio revolucionario en la historia de la pintura.
Hace unos pocos días, este diario informaba que se habían descubierto dos retratos de Mondrian correspondientes al período en que necesitó hacer arte figurativo para completar sus ingresos. Se trata de los retratos de los hijos de su amigo Cees Bergman, Nicolaas y Elisabeth, realizados en 1907 y 1908.
El realismo de estas pinturas desmiente la teoría de los detractores del arte abstracto, tanto los de su momento como incluso los de la actualidad, de que ese tipo de expresión “la puede hacer cualquiera” y que quienes se dedican a la abstracción lo hacen por incapacidad de representar objetos y formas humanas con maestría.
Mondrian es un ejemplo paradigmático de que la abstracción es el producto de una larga búsqueda.
Nacido en 1872 en Amersfoort, estudió en la Academia Estatal de Ámsterdam. En un principio sus obras eran de un naturalismo que fue volcándose al simbolismo. En ella había una representación sobre todo, de los paisajes de Holanda. También, como se dijo, se dedicó al retrato.
Fue con el paso del tiempo y la destreza de la técnica pictórica que se convirtió en uno de los mayores representantes de la abstracción junto a Wassily Kadinski y Kzimir Malévich.
Su evolución hacia la abstracción está relacionada con su búsqueda teosófica. De hecho, fue miembro de la Sociedad Teosófica y se empapó de las teorías teosóficas de Helena Blavatsky y de Rudolf Steiner.
Lejos de ser una abstracción fría cuyo único interés era el manejo de la forma geométrica y el color, para Mondrian el arte era “el camino para el ser espiritual”. El arte abstracto, además, era para él la expresión “natural” que fue tergiversándose con el tiempo. En este sentido, afirmaba: “Antiguamente, cuando uno vivía más en contacto con la naturaleza, la abstracción era fácil, hecha inconscientemente. Ahora, en nuestra desnaturalizada edad, la abstracción se convierte en un esfuerzo.”
En 1915 fundó el grupo De Stijl junto a Van Doesburg. En ese grupo, que difundía sus ideas a través de la revista del mismo nombre, se congregaron diversos artistas muy influidos por la revolución pictórica que había iniciado el cubismo.
Paulatinamente la pintura de Mondrian fue evolucionando hacia una abstracción radical que no sólo influyó en el mundo de la pintura, sino también en el del diseño industrial y la arquitectura.
En 1917, sus teorías sobre la pintura se integraron orgánicamente en el Neoplasticismo, una corriente que él defendió y difundió a través de la revista De Stijl. En ella postulaba una revolución radical a través de un lenguaje geométrico universal, el destierro de la “representación” de elementos ajenos a la obra reduciendo la composición a líneas puras y grandes planos de color. Las formas geométricas era para los neoplasticistas la fuente misma de la “belleza pura”.
A través de esta revista dio a conocer una suerte de manifiesto plástico en el que expresa su teoría sobre la pintura.
En los catálogos de la Fundación March (1982) figuran las siguientes palabras de Mondrian que dan una idea acabada de cuáles eran sus ideas sobre el arte. “Precisamente –dijo- con su existencia, el arte no-figurativo demuestra que el “arte” sigue siempre su verdadero camino. Revela que este no es la expresión del aspecto exterior de la realidad tal como la vemos, ni la de la vida que vivimos, sino que es la expresión de la verdadera realidad y la verdadera vida … indefinible, pero realizable en la plástica. Así debemos ocuparnos de distinguir dos clases de realidad; una tiene un aspecto individual y otra un aspecto universal. En arte, la primera es la expresión del espacio determinado por cosas o formas particulares, la segunda establece expansión y limitación -factores creativos del espacio- por medio de formas neutras, líneas libres y colores puros.”
Y agrega “Mientras que la realidad universal surge de relaciones determinadas, la realidad particular solo muestra relaciones veladas. Esta última tiende naturalmente a ser confusa precisamente en aquello en que la realidad universal debe ser clara. Una es libre; la otra está ligada a la vida individual, ya sea personal o colectiva. Realidad subjetiva y realidad relativamente objetiva: éste es el contraste. (..). Por esta razón es sorprendente que se reproche al arte abstracto puro de no ser “real” y que se le considere “surgiendo de ideas particulares”. A pesar de la existencia del arte no-figurativo, hoy se habla del arte como si no existiera nada determinado en relación con el nuevo arte. Muchos dejan de lado el verdadero arte no-figurativo y mirando solamente las torpes tentativas y las obras no-figurativas vacías que hoy aparecen por todas partes, se preguntan si no ha llegado el momento de “integrar la forma y el contenido o “de unificar el pensamiento y la forma”. Pero no debe culparse al arte no-figurativo por aquello que sólo se debe a la ignorancia de su contenido. Si la forma carece de contenido, de pensamiento universal, es por culpa del artista.”
La popularización de los cuadros de Mondrian por su utilización en diversos objetos de la vida cotidiana no es un efecto posterior, sino paralelo a su pintura. Si hoy basta con consultar la página más popular de compras online para encontrar buzos, remeras, calzas, medias, bolsos y otros objetos con sus pinturas, algo parecido aunque de menor alcance debido a los medios de difusión más limitados que en la actualidad se produjo en su época. En el año 1930, Lola Prusac, una diseñadora que trabajaba para la prestigiosa Casa Hermés de París, realiza toda una serie de bolsos y equipajes que se inspiran de manera evidente en la obra de Mondrian.
En efecto, la simplificación de las formas no se redujo solo a sus cuadros, sino que se expresó también a través del diseño y la moda. En su opinión, la pintura, por ser la más “libre y flexible de las artes” debía influir sobre todas las demás, pero no desde el exterior, sino que todas las disciplinas debían volver neoplásticas desde el interior mismo de cada una de ellas.
Lo cierto es que luego de su muerte, en la década del 60, Yves St. Laurent creó una colección de vestidos cuyos diseños imitaban los patrones plásticos de los cuadros de Mondrian. A esto se suman sillas, relojes, lámparas carteras, vajillas todo tipo de muebles inspirados en él. Hasta Marge Simpson aparece alguna vez con un vestido inspirado en los cuadros de Mondrian.
Existe un diseño que se ha transformado en clásico y que, por esa razón, sigue vigente aún hoy. Se trata de la famosa “Silla roja y azul” del diseñador y arquitecto holandés Gerrit Rietveld, realizada en madera pintada que, como tantas creaciones de los años 20, se transformó en un ícono del diseño que aún hoy sigue resultando audaz y moderno.
Rietveld, influido por las ideas propagadas a través de la revista fundada por Mondrian, experimentó durante toda la época del 20 con los colores primarios en combinación con el blanco, el negro y el gris, tanto en los muebles diseñados por él como en la arquitectura.
Esta silla de formas simples pero impactantes compuesta de dos rectángulos grandes, uno rojo y el otro azul que son respectivamente el asiento y el respaldo y que se apoyan en una sencilla estructura negra, está expuesta hoy en el MoMa de Nueva York.
La enorme difusión que tuvieron los diseños de Mondrian y la vigencia que tienen hasta hoy, no debe tomarse a la ligera. No se trata de una pintura apta para ser frivolizada a través de elementos cotidianos, sino más bien de una expresión plástica que cumple con uno de los postulados básicos de su creador: crear un arte que, a través de las formas abstractas, fuera universal.