A pesar de los años de experiencia Paul Auster toda vía siente la necesidad de no detenerse y hacer lo que le sale: escribir. Considera el proceso «un acto de libertad y una cuestión de supervivencia»,
El autos presntó «4321», su última novela. El libro debería haber llevado por título el nombre de su protagonista, Ferguson, pero en el proceso de escritura tuvieron lugar manifestaciones contra la violencia policial por la muerte de un afroamericano en la ciudad de Missouri. «Ferguson se convirtió en un triste ejemplo de racismo en Estados Unidos, y (el nombre) no abandonará esta lengua. Por eso, no podía escribir un libro que se titulara ‘Ferguson’. Resulta extraño que fuera justo ese nombre, con todos los que existen en el mundo. Me ha sucedido varias veces que los propios acontecimientos y sus consecuencias, de una manera egoísta, me dejan atónito», declara Auster a la agencia alemana DPA.
Auster, que desde siempre escribe a mano y tipea en la máquina de escribir, explicó que en su trabajo como creador, logra completar una página al día. «Dos si tengo suerte; a veces, sólo media. Pero si eres constante, las páginas se van amontonando».
Nacido en Newark, cerca de Nueva York, en 1947, el escritor que es hijo de inmigrantes judíos se convirtió en uno de los escritores estadounidenses más populares y exitosos de su generación. Su amplia obra está integrada por novelas, poesías, ensayos, guiones para películas y dos libros autobiográficos: «Diario de invierno» e «Informe del interior». Sus historias están dotadas de un sugerente lenguaje, observaciones psicológicas y conclusiones filosóficas. La escritura «es un proceso orgánico y totalmente inexplicable. Todo viene de dentro, del inconsciente. En algún momento, algo aparece. La mayoría de las veces son personajes que deambulan por mi cabeza y, cuanto más me ocupo de ellos, más claras se vuelven las historias que les pertenecen», apunta.
Sus libros se traducen a decenas de idiomas y en Europa es aún más popular que en su país. Los relatos del Premio Príncipe de Asturias de las Letras se enmarcan a menudo en el barrio neoyorkino de Brooklyn. Allí vive Auster desde hace unos 40 años junto a su mujer, la escritora noruego-estadounidense Siri Hustvedt, cuya popularidad se acerca a la de su marido. Eso sí, no compiten, asegura Auster. «Jamás. Lo más fascinante para mí es observar cómo Siri evoluciona como escritora. Siempre fue buena, pero es cada vez mejor y mejor. Es la intelectual de la familia y disfruto siendo su lector. Es un verdadero placer vivir al lado de un genio semejante. También es una maravillosa lectora y me ha ayudado mucho. Todo escritor necesita un primer lector de confianza», añade. La pareja tiene una hija, Sophie, que también tiene éxito como actriz y cantante. Auster llevaba muchos años escribiendo hasta que llegó el punto de inflexión con la «Trilogía de Nueva York». a mediados de los años 80. Desde entonces, novelas como «Mr. Vértigo», «El libro de las Ilusiones» o «La noche del Oráculo» siguen cimentando su fama. No piensa «en absoluto» en el Nobel y tampoco en dejar de escribir, aunque esto sea una lucha constante para él. «Es lo más duro que podría imaginarme», asegura Auster.