A diferencia de Indiana Jones, Oscar Edelstein, compositor, pianista y director de distintos tipos de ensamble, no busca tesoros perdidos. Tampoco intenta realizar hallazgos arqueológicos. En cambio, sin casco de explorador se aventura en la búsqueda constante de novedosos recursos sonoros logrados, en sus seis últimas obras, con instrumentos convencionales como el piano, la voz, las cuerdas y los vientos. Su exploración tiene que ver con llevar al límite los recursos de cada instrumento para suene de forma no comprendida dentro de los cánones tradicionales. Un texto del entrerriano Juan L.Ortiz, el ya mítico Juanele, que es cantado por una intérprete con marcado acento británico, hace que el paisaje entrerriano adquiera rasgos llamativamente universales. La dinámica entre los instrumentos de cuerda y de viento genera, en ciertos pasajes, la sensación de asistir a una escena de persecución cinematográfica. El sonido del piano, por su parte, ofrece muchas más posibilidades sonoras que el efecto tradicional de una nota pulsada: dentro de una sola nota conviven una multiplicidad de notas (armónicos) que, en relación con otras, generan efectos sonoros inimaginables.
Para comprobarlo basta con escuchar sus seis últimas obras El río, Mariposa eléctrica, Piano peludo flotante, La calesa en la luna, 5 Invenciones sobre cristales y metrónomos y La suerte y la pluma. Todas pueden ser descubiertas en formato digital en su página web, https://oscaredelstein.com/
Reseñar estas flamantes obras excedería el espacio de esta nota, pero se pueden encontrar elementos como para definir dos tipos de composiciones: las tres primeras, en las que predomina el piano con intervenciones de voz, y las tres siguientes, compuestas para ensambles de vientos y cuerdas.
El primer grupo está integrado por El río, basada en un fragmento del poema homónimo de Juan L. Ortíz. Edelstein juega con el piano, como si las notas fueran el agua que se mece suavemente, mientras que la cantante galesa Deborah Claire Procter susurra con su canto las palabras del poeta paranaense provocando un efecto casi hipnótico.
En Mariposa eléctrica las palabras son creación de Edelstein quien con su piano enhebra la conmovedora interpretación de Procter. Piano y voz se conjugan en un delicado juego en el que la voz consigue una coloratura llamativa gracias a la pronunciación de la cantante británica. De esta manera su interpretación vocal universaliza las palabras del poema, tal como ocurre también con El río.
El tercer álbum, Piano peludo flotante, es un ejercicio en el que el piano cumple el rol de protagonista excluyente. Integrado por las obras “Piano curvo”, “Mano suelta”, “Ahora flotar”, “Mis dedos sobre la cúpulas de la Catedral de Santa Mónica de los Venados”, “Huellas Digitales en Seis Dimensiones”, “Doblando”, “Sobre la tela del ala”, “Luciérnagas con Sombreros Mexicanos” y “Mariposa eléctrica – Con el río en mis manos” (estas dos últimas con la participación de Deborah Claire Procter).
En este caso Edelstein explora todas las posibilidades que ofrece el instrumento, arriesgándose a experimentar con alturas, contrastes, armónicos y las consecuencias que éstos provocan desde lo sonoro. En la física puede haber poesía, y en este caso, el piano sirve de página en blanco para que el compositor plasme su sapiencia al momento de provocar sensaciones desde el instrumento.
El cuarto álbum, La calesa en la luna, está interpretada por el Cuarteto Tsunami, integrado por Alejandro Soraires: saxo soprano; Griselda Acquista: saxo alto; Martín Proscia: saxo tenor y Mariana Brondino: saxo barítono.
Esta obra genera imágenes que podrían transformarla por momentos en la banda de sonido de “El viaje a la luna” de Georges Méliès o “2001” de Stanley Kubrick. Desconcertante en algunos pasajes, amigable o intrincados en otros, el juego de contrastes sonoros provoca estar atentos a cada compás, como si a cada paso el oyente se encontrara caminando en la luna y sorteando a su paso planicies, pequeños cráteres o rocas.
Según Edelstein, 5 Invenciones sobre cristales y metrónomos, el quinto álbum, encuentra elementos de contacto con La calesa en la luna. Y esto se entiende ya que, si bien la estructura es diferente, hay juegos entre los instrumentos que hacen que esta relación no sea caprichosa. La obra está compuesta por “El laberinto de Andrómeda”, “Coral dinámico”, “El reloj rítmico de pulsos flotantes”, “Espirales, escaleras y vectores sin principio ni fin” y “Espacio musical o la historia que hace ronda”.
En esta oportunidad el ensamble está integrado por Soko Rodrigo: flauta; Martín Proscia: saxo alto y tenor; Violeta García: violonchelo; Guido Kohn: violonchello y Edgardo Palotta: clarinete bajo y contrabajo, quienes interpretan con fluidez los por momentos inesperados giros cromáticos de la obra.
La suerte y la pluma es la sexta obra de esta serie de lanzamientos de Edelstein, una también extensa composición en la que el autor se vale de un numeroso ensamble (Griselda Acquista: saxo alto; Mariana Brondino: saxo barítono; Violeta García: violonchelo; Guido Kohn: violonchello; Edgardo Palotta: clarinete bajo y contrabajo; Martín Proscia: saxo alto y tenor: Soko Rodrigo: flauta y Alejandro Soraires: saxo soprano) para explorar en este caso cada recurso que le brinda cada instrumento. Resulta imposible no dejarse cautivar con cada pasaje de esta composición, dejando al oyente siempre a la espera de cada paso que marca la partitura. Un juego de sutiles tensiones y distensiones y frases que aparecen y reaparecen en lugares insospechados se reparten en los 27 minutos de duración de la obra.
La tarea de Edelstein encontró en Ricardo Sanz, técnico de grabación, un aliado invaluable para registrar estas seis obras en las que los sonidos y los silencios son fundamentales para transmitir las sensaciones que el compositor deseó exponer.
Edelstein nació en La Paz, Entre Ríos. Formado en composición con importantes maestros como José Maranzano, Mariano Etkin y Francisco Kröpfl, entre 1980 y 1985 formó parte de diversas agrupaciones de música de vanguardia. En 1986 creó el Centro de Investigación Musical de la Universidad de Buenos Aires, pionero en América Latina en el estudio de la inteligencia artificial aplicada a la música.
Desde 1970 sus obras han recibido numerosos premios nacionales e internacionales. Desde 2000 es invitado por instituciones latinoamericanas, y europeas para dar conciertos, dictar clases y conducir estudios de posgrados basados en sus propias obras, teorías y técnicas compositivas. En 1997 fundó el Ensamble Nacional del Sur (ENS), grupo de performances complejas considerado el banco de pruebas del programa de investigación “Teatro Acústico” que dirige desde 2002.
Como lo demuestran sus últimas seis obras, Edelstein continúa de manera incesante con su búsqueda de métodos expresivos que, a través de sus composiciones, conduzcan al oyente a universos sonoros tan inusuales como atrapantes
Estas flamantes propuestas tal vez nos inviten a preguntarnos cuán preparados estamos para escuchar el silencio y el no silencio, la tensión y la distensión, la quietud y la no quietud. Son una demostración de lo mucho que se puede hacer con sonidos.