Nacida en Chile de un argentino y una chilena, podría decirse que Marcela Fernández Vidal es “trasandina” por parte de padre y madre. Sin embargo, vive en Buenos Aires desde los 11 años. Por eso, en su último libro de cuentos, El cielo de los flamencos, destila porteñidad pero también aires pampeanos en alguno de sus once relatos, en los que hay pinceladas de su mirada inquisidora sobre lo más profundo e inquietante del ser humano. Ese clima literario no tiene fronteras, aunque si influencias. Como las que reconoce esta licenciada en Letras, docente, novelista, cuentista y autora, junto con Analía García, de un libro de investigación, Pirí. Testimonios sobre Susana Lugones. Allí reflejan aspectos de la vida de quien se presentaba como “nieta del poeta e hija del torturador” -por el Leopoldo autor de La guerra gaucha y el Leopoldo “Polo” el comisario al que se le atribuye la invención de la picana eléctrica- y fue desaparecida en 1978 por una patota de la Armada.
“Las grandes lecciones de los cuentistas norteamericanos son no decir sino mostrar, y empezar en cualquier lugar y terminar en cualquier lugar, porque uno está cortando, tomando fragmentos de la vida que se extraen para hacer una obra”, dice Fernández Vidal a Tiempo. Esa didáctica se expresa en La pista de los gatos, donde desarma la manera de contar una historia. “El azar se impone en la elección del comienzo y al final”, dice uno de los personajes que participan en la anécdota.
Los durmientes, en cambio, es una historia con una dosis de dramatismo que se revela en tragedia inexplicable. Aquí hay toques de Edgar Allan Poe y Horacio Quiroga en una historia radicada en un pueblo del interior bonaerense, Chacabuco, un relato de tintes costumbristas con el recuerdo de Haroldo Conti pero la nostalgia de las líneas ferroviarias cerradas durante el menemismo y que, cosas del destino, ahora vuelven a ser noticia. “Quise mostrar en lo más íntimo de una pequeña historia cómo una medida de macro puede alterar dramáticamente una pequeña familia en un pequeño pueblo. Y los durmientes también es una metáfora. Por eso de estar dormidos y no ver lo que pasa o no hacer algo”.
No falta en El cielo… un largo ensayo, como quien dice, Dos Hombres (Ejercicio dramático) (Sic), donde Fernández Vidal se pone en la piel de dos señores que se sientan a la mesa de un bar a hablar de viejas rencillas que los alejaron y que remiten a valores masculinos y a entornos futboleros que fue verdaderamente un ejercicio, para ella. “Yo pensaba, qué peso tiene el fútbol en la cultura masculina al fútbol ¿Qué ponen ahí los hombres allí? Pueden reír, llorar, se permiten emociones que en otros ámbitos y en otras situaciones no se las permiten”. Y a partir de ver, escuchar, tratar de entender a los varones de la familia y sus pasiones comunes armó un relato con un final que deja pensando.
Hay otros relatos que plantean intrigas y el desasosiego de un mundo hipertecnologizado en el que androides pueden convivir con adolescentes que viven los mundos paralelos de las aplicaciones de citas virtuales, las dudas religiosas o, incluso, fantasías que se vuelven realidad dentro de un sencillo disfraz de oso negro americano.
No es el primer libro de cuentos de Fernández Vidal. Publicó Junto al dique, La sonrisa de Durga, y las novelas Plan Maestro y Nociones del amor. También escribió columnas y críticas literarias para los diarios Pagina 12, Clarín, las revistas Puro Cuento y Acción y colabora con DangDai. Coordina también talleres de narrativa y el sábado 9 de noviembre a las 17.30 presenta El cielo de los flamencos en el Bar Biblioteca El Toro, de su barrio de Parque Chacabuco. Calle Zuviría 999.