Todos los años al terminar traen consigo el inevitable impulso de sentarse a recordar, activando el mecanismo emotivo de la memoria. Las Fiestas abren y cierran la temporada de balances y no hay forma de que los nombres de quienes ya no estarán para acompañarnos en el derrotero terrenal vuelvan como una señal que marca el hueco que sus ausencias han dejado. Una lista de ausentes que no se limita al entorno más próximo de cada persona, sino que incluye a una cantidad de otras personas que siendo desconocidos sin embargo no son ajenos. Porque eso son los artistas, los actores, los escritores, los músicos, los cineastas: amigos desconocidos que se pasaron la vida regalando a quien lo quisiera el fruto de su su labor creativa. Como cada año, 2017 termina y con él se lleva una nueva lista de nombres que habrá que conformarse con recordar.
La muerte de Ricardo Piglia, escritor imprescindible y uno de los que mejor repensó el canon de la literatura argentina, no sólo impactó por ser la primera noticia lamentable de 2017, sino porque pareció darle continuidad al amargo final de 2016, en cuya última semana se acumularon los fallecimientos de otros dos grandes escritores: Alberto Laiseca (22/12) y Andrés Rivera (23/12). El 6 de enero Piglia se convertía no sólo en el primer escritor fallecido del año, sino también en el primer nombre a extrañar. No sería el último: Abelardo Castillo, escritor y dramaturgo, y Alberto Ure, autor y director teatral, se sumarían a la lista de muertos literarios en el mes de mayo, con una diferencia de pocos días. El 17 de marzo ya había fallecido Derek Walcott, poeta nacido en la caribeña isla de Santa Lucía y honrado con el Premio Nobel de Literatura en 1992. La lista de muertes en el ámbito de las letras sumaría además al maestro inglés de la ciencia ficción Brian Aldiss, al novelista británico John Berger, al español Juan Goytisolo, al brasileño João Gilberto Noll, al filósofo Zygmunt Bauman y a William Peter Blatty, escritor y guionista, autor de la novela en la que él mismo se basó para escribir el guión de la película El exorcista (William Friedkin, 1973).
La literatura y el cine están unidos por su carácter de artes narrativas y quizá por eso 2017 se encargó de colocarlas al principio y al final de esta cadena. Y así como Piglia se convirtió en el primero de sus eslabones, la muerte del cineasta Fernando Birri, ocurrida hace apenas unos días el 27 de diciembre, viene a cerrar el círculo. Fundador de la prestigiosa escuela de cine de San Antonio de los Baños, en Cuba, Birri es considerado el padre del Nuevo Cine Latinoamericano, colocando con su documental Tire dié (1960) una de las piedras fundacionales de la corriente del cine social que luego transitarían grandes nombres como el brasileño Glauber Rocha, los argentinos Pino Solanas, Octavio Gettino y Raymundo Gleyzer o el chileno Miguel Littin. Pero hubo otros directores que antecedieron a Birri en la despedida, pertenecientes al universo del cine popular norteamericano. Entre ellos se puede mencionar a John Avildsen, director de clásicos como Rocky (1976) o Karate Kid (1984), Jonathan Demme, recordado por la escalofriante El silencio de los inocentes (1991), y al maestro del terror George Romero, creador de la figura moderna del zombie cinematográfico con La noche de los muertos vivos (1968).
Del mundo del cine también fue parte el músico argentino Luis Bacalov, que se hizo famoso, igual que su colega italiano Ennio Morricone, componiendo bandas de sonido para spaghetti westerns, aquellas películas del oeste filmadas en España e Italia. Bacalov falleció el 15 de noviembre; había sido nominado al Oscar por la música de El Evangelio según San Mateo (Pier Paolo Passolini, 1968) y lo ganó por su trabajo en El cartero (Michael Radford, 1994). 2017 fue el año del adiós para gran cantidad de músicos, como los argentinos Horacio Guaraní y la bolerista María Martha Serra Lima; el padre del rock and roll Chuck Berry; el uruguayo Daniel Viglietti, voz de la canción de protesta; el guitarrista Malcom Young, fundador de AC/DC; la estrella Tom Petty, cuya muerte se anunció antes de que ocurriera, pero fue confirmada un día más tarde; y Chris Cornell, cantante de Soundgarden y una de las grandes voces del grunge.
Como ocurre cada año, la lista de decesos incrementa su densidad al llegar al rubro de los actores. Y seguramente 2017 será recordado para siempre por ser el año de la muerte del enorme Federico Luppi, el hombre que fue la cara masculina del cine argentino por más de cinco décadas. Una carrera que abarca desde su trabajo con Leonardo Favio en El romance del Aniceto y la Francisca (1967), hasta sus colaboraciones con el hoy famoso director mexicano Guillermo del Toro, quien lo consideraba su actor favorito y con quien trabajó por última vez en El laberinto del fauno (2006). Luppi filmó hasta casi antes de morir. También se despidieron en 2017 otros actores argentinos que serán recordados por mucho tiempo, como Elsa Daniel, Lito Cruz y Pablo Cedrón. A ellos se suman grandes nombres de todo el mundo, como el genio de la comedia Jerry Lewis, el icónico Batman de la televisión, Adam West, o Roger Moore, el más longevo de los James Bond. Otro actores fallecidos este año: Martin Landau, Harry Dean Stanton, Bill Paxton y los franceses Jean Rochefort y Emmanuelle Riva.
Entre los muertos memorables de 2017 no puede dejar de mencionarse a Juan Carlos Colombres, gran humorista gráfico conocido por su seudónimo Landrú; la reina del fitnes de los ’80, María Amuchástegui; el periodista y conductor Andrés Percivale; el psicótico Charles Manson y el playboy Hugh Hefner. «