A veces para ver la realidad cotidiana es necesario que nos la muestren a través de la lente de una cámara, aunque la tengamos frente a nuestros propios ojos. Eso fue exactamente lo que hizo la fotógrafa Alicia D’Amico (1933- 2001) con las fotografías que formaron parte del trabajo de campo realizado con los sociólogos Elizabeth Jelin y Pablo Vila que fue publicado en 1987 y que se distribuyó de forma gratuita en barrios populares, clubes de barrio, asociaciones vecinales y lugares de trabajo.
Y así lo consignan las imágenes incluidas en la muestra fotográfica Podría ser yo. Alicia D’Amico y la fotografía como experiencia colectiva, que podrá visitarse desde el 2 de marzo hasta el 2 de abril en la Sala 42 del segundo piso del Museo Nacional de Bellas Artes,
Aquel libro tuvo una segunda edición en 2018. Esta fue una reproducción facsimilar con un volumen adicional nuevo con agregados de los sociólogos e investigadores que “incluyeron reflexiones, análisis y recuerdos de Jelin y Vilas con textos de otros investigadores invitados.”
La potente mirada de Alicia D’amico
Las fotos tomadas en ese momento por Alicia D’Amico no tuvieron una función “ilustrativa”, sino que tuvieron un papel sustancial en la investigación. Quienes fueron los protagonistas de esas fotos, habitantes de barrios populares de Buenos Aires, eran más tarde convocados a compartir las ideas y sentimientos que las fotografías les provocaban, lo que hizo que el material fotográfico trascendiera su función de ser un soporte visual.
”Elizabeth Jelin y Pablo Vila se propusieron entonces –dice la curadora de la muestra, Agustina Triquell, hacer un libro que, por un lado, diera cuenta de una investigación sociológica sobre la vida cotidiana de los sectores populares urbanos y que, a su vez, estuviera integrado por las fotografías utilizadas durante el trabajo de campo, que eran centrales en la práctica de la investigación misma, pero escapando a la simple fórmula de la foto-ilustración imperante.”
Y agrega: “Para lograr este desplazamiento, la primera decisión fue elegir a una fotógrafa para sumarse al equipo. Así, las imágenes empleadas en el trabajo de campo y contenidas luego en el libro son, nada más y nada menos, que de Alicia D’Amico, una de las fotógrafas argentinas más importantes del siglo XX”
Por su parte, Andrés Duprat, director del Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA), destaca refiriéndose a D’Amico: “A través de sus obras constatamos su mirada sensible y humanista y su interés por el contexto social, la incipiente causa feminista y la literatura, entre otros tópicos”.
Suele hablarse con frecuencia en el campo de la fotografía de “registro fotográfico” como si la función de quien dispara la cámara solo se limitara a mostrar con su lente lo que la realidad le pone en frente. Sin embargo, la palabra es engañosa en la medida en que supone un alto grado de objetividad en la imagen obtenida, algo así como una trasposición exacta de la realidad.
La fotografía, sin embargo, es siempre una mirada y, en tanto tal, es siempre una mirada con todo lo que ésta tiene de subjetiva. Esta mirada particular cobra singular importancia cuando quien está detrás de la cámara es alguien como Alicia D’amico, a quien Duprat considera acertadamente una de las fotógrafas más importantes del siglo XX.
«Ninguna imagen es inocente. Toda imagen está teñida de ideología. Ética y estética van unidas», dijo la propia fotógrafa. La frase puedo leerse en las paredes de la primera muestra antológica, Identidades en fuga, realizada en el Parque de la Memoria al cumplirse 21 años de su muerte.
La mirada es siempre registro más interpretación. La mirada interpretativa de la fotógrafa se posó aa lo largo de su carrera sobre diversos hechos relevantes de la realidad argentina, desde la masacre de Ezeiza y las rondas de las Madres de Plaza de Mayo a las movilizaciones por el derecho al aborto legal y seguro del 8 de marzo de 1984. Desde los trabajos sobre el pueblo mapuche hasta las tomas fotográficas de escritores como Eduardo Mallea, Julio Cortázar, Severo Sarduy, Jorge Luis Borges y Ernesto Sabato.
En una nota publicada en Infobae en 2019 y firmada por la propia Jelín, la investigadora cuenta de qué forma fue realizado el trabajo fotográfico del que se podrá ver una selección en el MNBA: “Los aires de renovación -dice- también tocaban las puertas del mundo académico, y ahí decidimos dar unos pasos, sin saber muy bien hacia dónde ir o dónde íbamos a llegar. Decidimos usar fotografías en el trabajo de investigación de campo sobre la vida cotidiana de los sectores populares. Pasamos varios meses recorriendo barrios con Alicia, que tomaba fotografías de la vida común y corriente de la gente –no las fotos de cumpleaños o fiestas, para las que la gente se prepara y arregla».
“¡Hasta la mugre de mis cacerolas vas a registrar!” fue la respuesta de una mujer que había nos había permitido entrar en su cocina. Con las fotografías en mano, hicimos muchas reuniones para mostrarlas y esperar que la gente reaccionara, dejando abiertas múltiples posibilidades de interpretaciones y sentidos. Fotos que puedan y también permitan “respirar”.
D`Amico fue una activista a favor de los derechos de las mujeres y de los sectores más postergados de la sociedad. Su instrumento de lucha fue la cámara. Su vida estuvo ligada a la de otra fotógrafa enorme como Sara Facio. Ambas fueron compañeras de estudio en la escuela Prilidiano Pueyrredón. Compartieron también una beca para viajar a París y tomar contacto con el arte fotográfico europeo.
En 1973, fundaron juntas la primera editora fotográfica de América del Sur, La Azotea, un proyecto del que también participó Cristina Orive. En 1979, al sumarse Annemarie Heinrich y otros reconocidos fotógrafos se creó el Consejo Argentino de fotografía que reunió diversas corrientes de la fotografía argentina.
Su trayectoria fotográfica es tan extensa como destacada lo que le valió diversos premios nacionales e internacionales. Participó, además, de la fundación de Lugar de Mujer, una de primeras instituciones feministas del país. La selección fotográfica que podrá verse próximamente en el Museo de Bellas Artes a partir del 2 de marzo es una muestra elocuente de su talento, su creatividad y de su sensibilidad social.
Podría ser yo. Alicia D’Amico y la fotografía como experiencia colectiva podrá visitarse desde el 2 de marzo hasta el 2 de abril en la Sala 42 del segundo piso del Museo Nacional de Bellas Artes, Avda. del Libertador 1473, CABA de martes a viernes de 11 a 20 y los sábalos y domingos de 10 a 20. La entrada es libre y gratuita.