«Miró supera la realidad como referente para convertirla en materia y signo, y construye un lenguaje simbólico esencial que emplea en la resolución de problemas plásticos». La frase forma parte del texto curatorial de la exposición Miró, la aventura de mirar que se inaugura hoy a las 18 en el Pabellón de Muestras Temporarias del Museo Nacional de Bellas Artes MNBA. En ella el artista catalán (1893-1983) vuelve a mostrar su espíritu lúdico que juega con las formas y los colores sin apelar a la realidad externa a los límites del soporte en que trabajara, es decir, sin evocar situaciones u objetos de la realidad ajenos a la materia plástica.
La muestra, que comprende 50 piezas realizadas en los últimos 20 años de su vida, está organizada por el MNBA, el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, de Madrid, con la colaboración de la Embajada de España en Argentina y el apoyo de la Asociación Amigos del Bellas Artes. En el marco de esta exposición, esta última institución realizará diversas actividades paralelas relacionadas con el artista. La exposición, que viajará al Museo de Arte de Lima (MALI), Perú y al Museo de Bellas Artes de Santiago de Chile es producto del convenio firmado entre MNBA y el museo español. Es interesante destacar que el material expuesto es heterogéneo, ya que comprende dibujos, pinturas y también esculturas que constituyen la parte menos conocida de la obra del creador catalán.
Miró informa el MNBA- quien desde los años 20 se mantuvo en el centro del devenir del arte moderno vinculado a los círculos parisinos de vanguardia, inicia hacia mediados de la década del 50 un proceso de introspección, en el que alcanza la máxima simplificación de su universo. En 1956, el artista se traslada a su nuevo estudio de Son Abrines en Mallorca, diseñado por su amigo Josep Lluís Sert. En el taller-vivienda, reúne por primera vez la totalidad de su producción, lo que le ofrece la posibilidad de revisar y redefinir, directamente, toda su obra. En esta época, parte de un motivo casual o fortuito, que puede ser una mancha, una gota, una huella, un objeto encontrado o un elemento natural, recreando, por medio de este impulso, un tema frecuente en su obra: la representación de la naturaleza y de la figura humana. Y agrega: La exposición Miró: la experiencia de mirar permite acercarse a esta renovación de su pintura, en la que el artista intensifica el trabajo directo en el lienzo, abordando los grandes formatos e incidiendo en las posibilidades del gesto y las cualidades del material. Se encamina así a una simplificación, tanto en la definición de la forma como en el uso del color, para conseguir según lo que el propio artista declaró en 1959 que ´las figuras parezcan más humanas y más vivas que si estuvieran representadas con todos los detalles´.
La obra de este artista singular tuvo la influencia de la mayoría de los movimientos pictóricos de la época, desde el fauvismo al cubismo, pero quizá su mayor influencia haya sido el surrealismo, un movimiento que no estaba referido a un arte en particular, sino que proponía más bien una manera de entender todo arte como forma de expresión del inconsciente. De hecho, en 1924, Miró adhirió al Primer Manifiesto Surrealista.
La Asociación Amigos del Bellas Artes ha previsto actividades para que también los más chicos se acerquen a Miró. Por eso, planificó jornadas abiertas y gratuitas para niños de 5 a 10 años que incluyen materiales para realizar las actividades planteadas. Bajo el título Jugando con Joan Miró las docentes Sol Abango y Carolina Delgado realizarán diversas propuestas de 17 a 18.30. El viernes 9 de febrero será el turno de Tablero Ta-te-ti; el viernes 16, Laberinto de bolitas y el viernes 23, Memotest.
La muestra podrá visitarse hasta el 25 de febrero de 2018 en el MNBA, Avenida del Libertador 1473, de martes a viernes, de 11 a 20, y sábados y domingos, de 10 a 20. La entrada es libre y gratuita.