La popularidad que alcanzó Quino es tal que sus personajes son capaces de protagonizar las historias más increíbles. El 1° de octubre, un día después de la muerte del humorista, en pleno tiempo de pandemia y en medio de la situación crítica de la industria editorial que viene en caída libre desde hace tiempo, en la puerta de Ediciones de la Flor, el sello que editó sus trabajos durante 50 años, se pudo observar una larguísima fila de personas que guardaban la distancia recomendada para evitar el contagio de Coronavirus. Su objetivo era retirar pedidos de distribuidores y librerías.
La anécdota se la cuenta a Télam Kuki Miller, quien junto a Daniel Divinsky fundó en 1966 el sello De la Flor. «Se nos agotaron la mitad de los títulos –dice-, insólito para esta época de pandemia”. Algunos, incluso, se agotaron en su totalidad, como el caso de Toda Mafalda”, el volumen de más de 600 páginas que reúne las tiras lanzadas entre 1964 y 1973. «La editorial –agrega Miller- tiene pedidos pendientes y reclamos no solo de todo el país, sino de librerías de buena parte de los países latinoamericanos. En este momento se están reimprimiendo veinticuatro títulos, incluyendo los once Mafalda traducidos al inglés sobre los cuales también aumentó la demanda del exterior».
Sin duda, se trata de un fenómeno editorial inédito porque si bien los fanáticos de Harry Potter solían dormir en las puertas de las librerías la noche anterior al lanzamiento de un nuevo volumen de la saga del niño mago, los lectores eran en su mayoría chicos y adolescentes de diferentes latitudes con condiciones de vida muy diferentes de las que atraviesan en este momento la Argentina y el mundo. Es probable que ni siquiera Sinceramente, de Cristina Kirchner, que batió récords de venta y se convirtió en un éxito editorial mayúsculo, alcance las ventas de las obras de Quino porque no es popular en Argentina, sino en muchos otros lugares del mundo.
Mientras tanto, la editorial trabaja en un libro-homenaje a Quino que aparecerá en 2021. “Si Quino nos eligió hace 50 años –acotó Miller- y desde ese momento hasta su muerte permaneció fiel a la Flor, debemos suponer que tuvo más de un ofrecimiento sustancioso. Quino seguirá siendo nuestro autor emblemático”.
El anuncio, por supuesto, generó muchas expectativas y se da por descontado que el libro tendrá una recepción entre los fanáticos del humorista que se cuentan de a miles en diferentes lugares del planeta. Mafaltda fue traducida incluso al guaraní.
Dado que Quino no tuvo hijos por decisión propia –no quería traer a este mundo convulsionado y violento un ser que inexorablemente lo padecería- es su sobrina, Julieta Colombo, quien tiene los derechos de autor de las obras del humorista gráfico y está trabajando en la recopilación de material que no fue editado en formato libro. Se trata, sobre todo de los trabajos de los primeros tiempos, que fueron publicados en revistas. Quizá ese material pase a formar parte del libro cuya aparición se anunció para el año que viene aunque Miller afirma que, ocupada con las demandas de obras de Quino y las reimpresiones necesarias para poder abastecerlas, aún no ha tenido tiempo de imaginar un contenido para ese libro. Lo que sí tiene claro es que el libro saldrá como un más que merecido homenaje al gran maestro de la historieta argentina.
Resulta evidente que los personajes de Quino son tan populares y poderosos como para estimular la industria editorial y también, de manera insólita, hasta para inspirar acciones delictivas. En efecto, recientemente se desbarató una banda narco integrada por argentinos y colombianos que traficaba drogas a Europa en artesanías con la imagen de Mafalda. Es posible que confiaran en que la popularidad del personaje era una buena estrategia para que su contenido no fuera advertido.
Sin llegar a extremos delincuenciales, existe un nutrido anecdotario que tiene a Mafalda como protagonista.
En una entrevista realizada por Raúl Vigini a Joaquín Lavado,el dibujante cuenta: “Cuando fuimos a la Feria del libro, una vez vino una chica que cuando estuvo delante mío se tiró sobre la mesita de firmar los libros y se puso a llorar. Y decía: “¡Que boluda! ¡Qué boluda! ¡Una vez que lo tengo a Quino adelante y hago esto!”.
El cariño que le profesaba la gente era tal que, cuando lo reconocían debía preservar su integridad física de abrazos excesivamente efusivos.
Quino constituye un caso casi único entre los humoristas gráficos. Mafalda se convirtió en un ícono nacional que es parte indisoluble de la cultura argentina. Pero, además, trascendió las fronteras. Tras su imagen de niña rebelde se esconde un verdadero tratado sociológico sobre lo que fueron el país y el mundo en los años 60.