Con una puesta que contempla volver a levantar las persianas de locales que quedaron vacíos tras la pandemia para hacerlos funcionar como espacios de exhibición y otras iniciativas que tomarán las calles de una zona urbana que fue históricamente sinónimo de bullicio y concentración, arranca el próximo jueves Microcentro Cuenta, una iniciativa que a lo largo de 10 días ofrecerá muestras, performances e instalaciones para activar el reposicionamiento del circuito porteño donde hasta hace unos años se concentraban oficinas, comercios y centro culturales.
Con acceso gratuito, hasta el 12 de febrero se podrá participar del ciclo impulsado desde el ámbito privado y presentado por el Ministerio de Cultura porteño que ofrecerá actividades artísticas de diversas disciplinas que van desde tapices y murales hasta intervenciones urbanas, proyecciones y conciertos con campanas en un circuito delimitado entre Avenida Santa Fe y Avenida de Mayo por un lado, y entre Avenida 9 de Julio y El Bajo, por el otro.
Las actividades de Microcentro Cuenta
La programación tomará cuerpo de la mano de las distintas propuestas que presentarán artistas tanto reconocidos como emergentes entre los que se cuentan Luis Felipe “Yuyo” Noé, Martín Churba, Luciana Acuña, Federico Orio, Fernando Rubio, Agustina Sario, Matthieu Perpoint, Marcela Sinclair, Eli Sirlin, Magalí Acha y Matías Sendón y Fernando Rubio.
El proyecto, que busca resignificar los espacios y la importancia cultural que tuvo en décadas pasadas el microcentro porteño, fue gestado luego de la pandemia que dejó como saldo un paisaje opaco, con una merma de eventos culturales presenciales y de circulación de personas. En diálogo con Télam, Javier Grosman, gestor cultural e integrante de la dirección del ciclo, considera que «la pandemia fue un catalizador de procesos que ya se venían dando en todo el mundo».
Microcentro Cuenta echó raíces a partir del concepto de «gentrificación positiva», término que se utiliza mayormente para hacer referencia a cómo se revaloriza un barrio céntrico habitado por trabajadores que se ven desplazados por una población de mayor poder adquisitivo. «Los centros financieros, a partir de las nuevas modalidades, se van desestructurando en sus formatos más tradicionales. Eso hace que estos lugares empiecen a tener un modelo urbano, de circulación y participación de la gente distinto», observa Grosman sobre los cambios que atravesaron las metrópolis.
«A partir de ahí, para varios de los que estamos pensando en esta situación, nos parecía que los procesos de gentrificación, que normalmente se toma en términos negativos desde el punto de vista del planeamiento urbano, eran una oportunidad para la cultura», explica.
Microcentro Cuenta tiene preparada una vasta programación con la intención de ofrecer una experiencia integral para quienes viven, visitan y transitan la zona, con el foco puesto en el arte contemporáneo. «El arte contemporáneo es transformador: resignifica los lugares y las relaciones sociales. Nos parece que es un motor muy fuerte», señala el director de la iniciativa.
Entre los artistas que realizarán actividades en el espacio público se destacan «Reparo» de Martín Churba y Guillermo Cameron Mac Lean, una instalación que tendrá su estreno el jueves a las 18 horas en Tres Sargentos 347 y continuará hasta el domingo 12 de febrero. También se destaca «Amorfa», de Luciana Lamothe, con curaduría de Estefanía Flórez Bernal y producción de Agustina Vizcarra ,que tendrá lugar el 12 de febrero a las 18 en Rivadavia y Piedras.
«Reparo» está íntegramente construida con materiales descartados y reciclados con forma de pantallas que componen un albergue para los transeúntes en el pasaje Tres Sargentos. Churba ya trabajó con este tipo de materiales en «Humana», una imponente instalación aérea fabricada también con material reciclado provisto por cooperativas que trabajan en el ámbito de la ciudad.
«Lo interesante es que fuimos usando esa materia prima que ellos recolectan y después reciclan y la fuimos utilizando en distintas instancias de su producción», cuenta a Télam Cameron Mac Lean. Por ejemplo, el cable que sostiene las pantallas que conforman la obra proviene del proceso de reciclaje del plástico: «Cuando el plástico se demuele, se convierte en estos cables que van siendo filtrados y se les saca lo que no es plástico, para después ser molido y esa molienda es usada para un nuevo producto», explica el artista a Télam.
De esta manera, según cuentan los creadores, en la obra no hay algo predefinido. «La paleta de color tiene la maravillosa magia de la no decisión. Entonces, creo que es un juego que consiste en hacer con lo que hay en transformar eso que hay en otra cosa», reflexiona Churba.
¿Qué implica una obra llamada «Reparo» en el microcentro? «En un primer momento, reparo era del sol en una calle muy particular que tiene el calor del microcentro pero no tiene un montón de otras cuestiones como la contaminación audiovisual, o la adrenalina laboral y la cantidad de gente que pasa de corrida por ahí», cuenta Churba.
Luego, los artistas se dieron cuenta que el concepto implicaba mucho más. «En un punto, es un reparo espiritual. Al entrar en esa calle y encontrarte con la obra, vas a tener la posibilidad de fragmentar el cielo en colores, que por lo menos es una buena metáfora para plantearte pensamientos de imaginación, vinculados a los sueños, a los deseos», reflexiona el creador de «Humana». Los artistas llaman a esta obra «Rito de pasaje» porque «hay una manera de entrar y otra de salir».
Para los creadores de «Reparo», la propuesta de Microcentro Cuenta resulta «muy sugerente para marcar posibles nortes». «Aunque sea temporal, va a generar anclaje y despertar a nuevos proyectos. Aspiramos a eso nosotros y los organizadores. Lo que intentan es cambiarle la cara al microcentro, pero sobre todo, generar nuevas experiencia que se imprimen sobre las viejas», considera Churba.
«Es una fiesta en la calle y no tiene desperdicio, es el momento donde hacés tuya tu ciudad», señala el artista sobre la iniciativa.
En armonía con este tipo de propuestas que resignifican el espacio público a través del arte se encuentra la intervención de Lamothe titulada «Amorfa», en la que convergen la escultura, la instalación y la performance.
«El proyecto es una escultura que se activa con el movimiento de los cuerpos. No hay escultura por un lado y performance por el otro. Es un mismo organismo conformado por un grupo de personas y una gran cinta de maderas terciadas desplegadas a lo largo de la calle. Esta cinta de madera se va amoldando a la forma de los cuerpos a la vez que cede al empuje y avanza», explica la creadora.
Desde un primer momento, la obra fue pensada para ser instalada al aire libre. «Fue un proyecto que surgió en medio de la pandemia, cuando las calles estaban vacías. Estoy segura que eso influyó para que pensara una activación en el medio de la calle», reflexiona Lamothe sobre el proceso de invención.
«‘Amorfa’ está hablando de avanzar en la incertidumbre, es decir, un poco a ciegas, al tiempo que su propia naturaleza blanda propone algo muy positivo en cuanto a adaptarse a cualquier obstáculo posible. Creo que es una sensación muy colectiva de estos tiempos y quería compartirla de esa manera», asegura.
Para Lamothe, Microcentro Cuenta «será un evento importante desde el punto de vista de la implicancia y los alcances que tiene el arte en la sociedad». «Me gusta cuando el arte se expande al espacio público porque sale de la caja de zapatos en la que se vuelven a veces los museos. El arte debe ser una experiencia mas cotidiana para la gente, porque humaniza y sensibiliza a las personas», señala la artista.
La expectativa por parte de la organización de Microcentro Cuenta es poder realizar otra edición más este año y que se convierta en «más que un evento». «Que sea una sucesión que le dé sentido y que colabore con una zona rica de actividades y un montón de gente que está pensando cotidianamente. Queremos colaborar para que eso fluya de forma tal que permita una revitalización y que le dé a la gente de la cultura, del arte y del pensamiento una oportunidad de participar en una renovación urbana», concluye Grosman.