Furia travesti, de Marlene Wayar, tal como lo especifica su subtítulo, es un diccionario, aunque guarda con los diccionarios tradicionales grandes diferencias.
La primera es que no va de la A a la Z, sino de la T a la T. Aunque hable de conceptos que comienzan con otras letras, estos, de una manera u otra, remiten siempre al concepto travesti. La segunda es que no pretende ser normativo, sino descriptivo de lo que “realmente” es ser travesti más allá de las definiciones que dejan fuera lo esencial.
El diccionario de la Real Academia Española dice bajo la entrada travesti “m. y f. Persona, generalmente hombre, que se viste y caracteriza como alguien del sexo opuesto”. Puede que la definición pueda ser superficialmente correcta, pero no dice nada acerca de lo que significó y aún significa ser travesti, en una sociedad para la que existe una sexualidad oficial y toda otra es considerada una anomalía, una perversión, un desvío. Es cierto que se ha avanzado mucho en este sentido, pero aún queda un largo camino por recorrer.
“El diccionario de Marlene –dice Camila Sosa Villada en el prólogo- es todo lo contrario (a los diccionarios tradicionales como lugares de certezas). Es un terreno inseguro donde todo lo sabido se refuta o al menos se pone en duda. No define de manera absoluta todas las palabras que lo pueblan. No. Esboza un significado, replica, pone en discusión y, al cabo de un tiempo de maceración, quienes leímos recibimos un regalo: un conocimiento”.
Basta con abrir el libro al azar y leer una de sus entradas para entender que una travesti es alguien que tiene posibilidades restringidas para trabajar, que su promedio de vida es de solo 35 años, que debe soportar vejaciones a diario y que sus derechos no son los mismos que los del resto de la población.
“¿Quieren saber lo que es ser travesti? –increpa la autora al lector en la primera entrada, T de travesti/ trans- ¿Todavía no lo saben? ¿Qué dudas les caben? Desde los 8 años que estamos lejos de casa, en la calle. (…) Nos empiezan a perseguir a los 18 mucho más sistemáticamente, de forma explícita. Nos matan. ¿Y ustedes siguen sosteniendo que no saben lo que es una travesti?”.
El nombre travesti, explicará más adelante, proviene del teatro francés y del carnaval. En esas fiestas, los hombres se vestían de mujer para parodiarlas, hasta que las travestis decidieron ocupar ese lugar y terminaron siendo las verdaderas vedettes de esas comparsas.
Un dato sumamente interesante es que en la época precolombina, “al menos desde lo sexual y los géneros había una variedad, incluso hay cierto consenso en que los géneros habrían sido cinco. Claro que esta definición está basada en una mirada poscolonización y es un análisis que se desarrolla sobre aquellas memorias desgastadas”.
El diccionario está atravesado por anécdotas y experiencias que no tienden a la biografía, sino que, más bien, están al servicio del análisis de algunos conceptos que se dan por entendidos e incuestionables como el de “cis/género”. «Uno de los problemas de la denominación cis –explica Wayar- es que es patologizante. De hecho, su origen lo es. Fue el psquiatra y sexólogo alemán Volkmar Sigusch quien en 1991 usó el neologismo zisexell (cisexual) en el marco de un proceso de arbitraje. Etimológicamente, el prefijo “cis-“ significa “de este lado” y, por ello, se lo utiliza como contrapunto al prefijo “trans-“ que vendría a ser “el otro lado. Luego el término fue tomado por el activismo y otros estudios, pero considero que no ha perdido su raíz patologizante.”
Lejos de quedarse en una actitud de victimización, la autora utiliza sus propias experiencias y sufrimientos para razonar sobre el tema. Mantiene una cierta distancia óptima de sus propias experiencias para que el libro no sea la narración de una vida particular, sino la puerta de entrada a un conocimiento más general de lo que es el travestismo.
En el epílogo, Liliana Viola dice: “Este libro reorganiza el orden establecido y recobra buena parte de esa cadena de signficados perdidos en comisarías, cuartos de hotel, emergencias o a la intemperie. Se propone y consigue por fin, construir una lista, un sistema, un texto. Aparecerán aquí muchas palabras cuyos sentidos creíamos conocer, pero no.”
Si en este diccionario hay alguna furia, tal como se proclama en el título, esta furia es, en todo caso, un estallido de lucidez que aporta al conocimiento de una sexualidad de la que solo solemos percibir sus características externas y sobre la que rige una mirada prejuiciosa.
Minibio
Es activista travesti por los Derechos Humanos y por las infancias libres. En la Universidad de las Madres de Plaza de Mayo obtuvo el título de Psicóloga social. Es comunicadora social, redactora para el suplemento «Soy» de Página 12 y editora de El teje, primer periódico travesti de Latinoamérica. Autora de Una teoría lo suficientemente buena, coordina el área de Educacióndel Palacio Nacional de las Artes.