“La foto que más me impactó fue una en la que se los ve al senador Lisandro de la Torre y al ministro de Hacienda, Federico Pinedo, sentados en el asientos de atrás de un auto, el 25 de septiembre de 1935, supuestamente poco antes de batirse a duelo en el Palomar”, consigna Mariano Hamilton en su último libro, Duelos. En él indaga en una práctica de origen italiano que en la Argentina fue mucho más frecuente de lo que podría pensarse. Por sus páginas desfilan personajes que tuvieron un rol protagónico en la historia de la Argentina y que en algún momento se vieron enfrentados a la práctica machista de tener que defender el honor por las armas, ya sea con sable, espada o pistola.

Un libro muy documentado, con muchos datos curiosos, que ilumina una faceta de nuestra historia no muy frecuentada, pero que dice mucho acerca de la idiosincrasia de quienes ejercieron el gobierno o formaron parte de una elite política o económica. Por él desfilan desde Lucio V. Mansilla a Lugones y de Federico Pinedo a Arturo Jauretche. Este último duelo tuvo un cronista de lujo: un joven Horacio Verbitsky.

-¿Qué fue lo que te llamó tanto la atención de los duelos como para hacer un libro?

– Yo tengo como una tara que es tratar de entender por qué tenemos el país actual, que fue lo que pasó para que llegáramos a esta situación. Y normalmente trato de hacerlos entrando por temas laterales. En este caso, sentí que esas diferencias personales, humanas, muy terrenales, encubrían algo más, que había una discusión que excedía la diferencia personal. Así descubrí muchas cuestiones que alimentaron el libro y me permitieron trabajar sobre lo que siempre busco que es tratar de entender el país actual.

– ¿Por ejemplo?

-Por ejemplo, el duelo frustrado entre Alfredo Palacios y Manuel Ugarte explica un poco el devenir del socialismo. El duelo entre Yrigoyen y Lisandro de la Torre explica el devenir del radicalismo y por qué surgieron los demócratas progresistas.

– De tu libro se desprende que el duelo es una tradición machista que heredamos de Europa y que no cualquiera podía llevar a cabo. Para hacerlo había que tener plata y/o poder. ¿Es así?

-Sí, es así. El duelo estaba circunscripto a las elites políticas y económicas. Esto tiene que ver con lo que ocurría en la sociedad argentina allá por 1856, 1857, 1860, cuando las elites poderosas, los que habían gobernado el país hasta ese momento, empezaron a sentirse bastante inquietos porque empezaba a haber movilidad social, mucha inmigración. Estaba pasando algo en la sociedad que no terminaban de entender muy bien y se asustaron porque temían perder sus privilegios. Pensemos que Buenos Aires por ese entonces pasó de ser una ciudad que tenía unos 40.000 habitantes a tener más de un millón en menos de 40 años. Imaginemos lo que sintieron estos tipos frente a estos “salvajes”, estas “hordas” que venían a ocupar lugares que ellos consideraban propias.

-¿Y qué les aportaba el duelo en este sentido?

-Lo que hicieron fue tratar de diferenciarse y se apropiaron de una palabrita que no era solamente de ellos, pero que consideraron propia: “honor”. Establecieron una serie de normas para poder decir “nosotros tenemos honor, tenemos códigos, tenemos reglas y ellos son salvajes que se pelean a punta de cuchillo en una pulpería con un poncho enroscado en el brazo”. Esta es una de las viejas grietas argentinas que tanto hemos recorrido a lo largo de nuestra vida como país. En este caso, es civilización o barbarie.

– Había duelos con sable o espada. Lo increíble es que en los duelos a pistola no hayan muerto tantos duelistas. ¿Cómo se explica eso?

-Hay muchas teorías al respecto. Dicen que los armeros arreglaban los revólveres para que el tiro saliera para cualquier lado. Dicen también que algunos armeros ponían balas de fogueo para que no hubiera muertos.

– Vos contás el caso de una pistola que en un duelo estaba vacía.

– Sí, fue en el caso del duelo entre Juan Carlos Gómez y Nicolás Antonio Calvo, dos periodistas. Gómez era muy buen tirador y muy buen espadachín y Calvo no. Al que le pasaba cerca Gómez lo retaba a duelo y Calvo le dice que es fácil retar a duelo cuando se sabe tirar. Entonces deciden meter en una bolsa un revólver cargado y uno descargado y elegir a ciegas. A Gómez le tocó el revólver que tenía balas de fogueo y el revólver cargado le queda a Calvo que decide tirar al cielo. Gómez se enoja porque dice que ese proceder pervertía la idea de lo que era el duelo. Calvo le contesta que a él pueden obligarlo a morir pero no a matar. Ahí se abrazan, se declaran amigos y hacen todas esas pavadas bien masculinas, bien machirulas.


Me llamó la atención el carácter de duelista serial de Lucio V. Mansilla. 

-Sí, Mansilla, a quien uno conoce por Una excursión a los indios ranqueles, se batió como 7 veces y fue padrino de 23 o 24 duelos. En uno de ellos terminó asesinando a Pantaleón Gómez. El libro arranca con su primer intento de duelo. Lo reta a José Mármol porque sentía que en su novela Amalia había ofendido a su madre y a su padre. El duelo se frustra porque Mármol no acuerda. Además de ser un escritor, un dandy, un animador de la alta sociedad, Mansilla era político. Era gobernador de Chaco y Pantaleón Gómez fue su predecesor.  El duelo que le costó la vida a Gómez fue porque verdugueó a Mansilla desde un diario diciéndole que estaba viejo, que se olvidaba de las cosas. Mansilla termina matándolo en un duelo de un tiro en el pecho.

-¿Hasta cuándo fueron legales los duelos en nuestro territorio?

-Nunca fueron legales. El primer duelo que se realiza en lo que hoy es Argentina se produjo en diciembre de 1813 entre Juan Mackenna y Luis Carrera. Ambos eran oficiales, uno del ejército de los hermanos Carrera y otro del ejército de O´Higgins. Habían venido a Buenos Aires desde Mendoza –eran del ejército chileno- a reunirse con Gervasio Posadas para resolver el diferendo que tenían los Carrera y O´Higgins. Pero no se ponen de acuerdo y, después de la reunión con Posadas, Carrera mata a Mackenna y lo deja tirado en el medio de Parque Lezama. A los 10 días aparece el decreto presidencial de Posadas no solo prohibiendo los duelos, sino también diciendo que quien se bata a duelo va a ser fusilado.

Lo increíble que se siguieron haciendo hasta el siglo XX, más precisamente hasta 1971.

-Sí, entre 1813 y 1971 se produjeron aproximadamente unos 2.800 duelos, 400 de los cuales se hicieron en la casa del doctor Carlos Delcasse, una quinta que estaba en Belgrano. Era “la casa del ángel”. Allí combatieron Alfredo Palacios, Jorge Newbery, Lisandro de la Torre, centenares de personas bajo la tutela del doctor Delcasse

-Hubo un duelo entre Lisandro de la Torre y Fderico Pinedo. ¿Era el antepasado del actual senador de Cambiemos?

-Sí, del actual senador y expresidente provisional, que como presidente hizo una gran administración porque en un día no tuvo tiempo de mandarse ninguna cagada (risas). Se había firmado el pacto Roca-Runciman que era sobre cuotas de carne para vender a Inglaterra y a Estados Unidos. Esto se hizo bajo el gobierno de Agustín P. Justo y fue una de las entregas más grandes del capital argentino que era la carne. Lisandro de la Torre era el denunciante, el que llevaba adelante la investigación y por diferentes razones nunca podía encontrar las pruebas de lo que pasaba. En el libro cuento cómo se hace de las pruebas a partir de un cargamento en un barco en el que se disimularon los registros de las exportaciones que se estaban haciendo.

-¿De qué año estamos hablando?

-Estamos hablando del año 1932. De la Torre va al Congreso y en una sesión acusadora convoca a Pinedo y a Duhau, ministro de Economía, para interpelarlos por este pacto espurio que estaba rifando los bienes de la Argentina. Durante la sesión hay un entredicho entre Pinedo y Lisandro de la Torre. Pinedo le dice que se calle porque es un viejo impotente y De la Torre le contesta: “preguntale a tu mujer si soy impotente”. Se produce un acercamiento como para trenzarse a golpes de puño y otro senador, Bordabehere, intenta separarlos y un custodio de Duhau que estaba escondido, empieza a los tiros y mata a Bordabehere. Esto se muestra en una película que muchos recordarán Asesinato en el Senado de la Nación. El episodio termina al día siguiente con De la Torre y Pinedo batiéndose a duelo. Ambos fallan su disparo y la cosa termina ahí. Tiempo después Duhau también lo reta a duelo a De la Torre por las cosas que se habían dicho en esa sesión. Éste le dice “muchacho, usted no está a mi altura, usted no es un caballero, no podemos batirnos a duelo porque estamos a diferente nivel”. Duhau es el del palacio que lleva su nombre.

-Otro caso muy notable es el de Frondizi. ¿Cómo fue exactamente?

-En 1950 hubo una sesión en Diputados donde se discutió la sanción de un diputado radical que había presentado una ley disparatada en la que decía que Perón era un dictador –los radicales siempre velando por la República. Cooke hace un fortísimo descargo destrozando a la Unión Cívica Radical por sectaria, por haberse relacionado con los sectores más reaccionarios de la sociedad, por haber abandonado su destino nacional y popular y la impronta de Yrigoyen. Luego de Cooke toma la palabra Frondizi y le dice que habla con la fe de los conversos –Cooke era radical-. Cooke admite que era radical, pero argumenta que él no cambió, sino que el que cambió fue el Partido Radical. La cuestión termina con un duelo a un tiro, a 25 metros de distancia en el que los dos fallaron, pero no hubo reconciliación.  Lo curioso es que 8 años después Cooke es la persona que Perón envía para negociar el apoyo del peronismo a Frondizi cuando se presenta a candidato a presidente por la UCRI. Cooke siempre pensó que Frondizi iba a traicionar al peronismo, pero obedecía los designios de Perón.   

-El último duelo fue entre Arturo Jauretche y Oscar Colombo en 1971. Me sorprendió que la fecha fuera tan cercana.

-Sí, el duelo fue en San Vicente y el cronista que fue a hacer la cobertura para el diario La Opinión fue Horacio Verbitsky, que tenía entonces 29 años. Se metió en un gallinero para poder presenciarlo. Fue el último duelo que se produjo en la Argentina. Jauretche tenía 69 años, por lo que se podría haber excusado. Su padrino fue Oscar Alende, “El Bisonte”. Se enfrentó al General Oscar Colombo, ministro de Obras Públicas del gobierno de Alejandro Lanusse. Colombo había despedido a Raimundes, que llevaba una buena gestión en YPF. Ambos fallaron, aunque, según parece, los dos tiraron para darle al otro.