Manuel Santos Iñurrieta tiene una larga trayectoria en el teatro. Basta con citar las últimas obras que concibió como dramaturgo y a veces también como actor: “Buenos Aires épica”. “Eléctrico Carlos Marx” o «Construcción poética de un recuerdo. A Silvia Filler»
Coordinador del área de Teatro del Centro Cultural de la Cooperación (CCC), forma parte de la dirección artística como director adjunto de los Departamentos de Arte de la institución. Además de producir dentro del CCC, desde esa coordinación nuclea a distintos artistas que producen investigaciones para ese Centro o hacen sus obras allí.
El pasado sábado 10 de junio, al frente del grupo Los Internacionales Teatro Ensamble, estrenó en el Centro Cultural de la Cooperación “Los Minimax y el Cazador de Talentos” una comedia que se sitúa en 1969, un año de gran efervescencia política en la Argentina y de grandes acontecimientos a nivel mundial. Desde allí la historia va hacia adelante y hacia atrás en el tiempo y, como es una constante en la producción del autor, director y dramaturgo, se refiere a hechos políticos en clave de humor y absurdo.
-«Los Minimax y el Cazador de Talentos» se sitúa en 1969 con la llegada de Rockefeller a la Argentina. Aquí se instaló la cadena de supermercados Minimax de la que el magnate estadounidense era el dueño. Pero también hay otros elementos en la obra que tienen que ver con eso. ¿Podrías sintetizarlos?
-Sí, la obra se sitúa en el 69, año del Cordobazo, año del hombre en la Luna según Stanley Kubrick y año, efectivamente, en que Rockefeller visita el país en medio de una gira latinoamericana organizada por el presidente Nixon. En repudio a esas visitas y a las políticas norteamericanas hacia América Latina y hacia Vietnam y en plena dictadura de Onganía se le prende fuego a 14 supermercados de la cadena Minimax. Este hecho no es uno de los más conocidos de la historia nacional, pero a mí siempre me llamó la atención y comenzamos a pensar y construir la obra en torno a eso. Armamos un entramado de situaciones vinculando la quema de los supermercados, el hombre en la Luna –por eso aparecen referencias a las historietas, el homenaje a Orson Welles y “La Guerra de los Mundos”-, a “El Eternauta” y también al Cordobazo como expresión de rebelión popular bien nacional y de suma importancia. Esos son los hitos históricos. Pero es importante saber que la obra no cuenta sólo la historia de los Minimax, sino que ese episodio nos da una estructura. Hay toda una discusión en torno a cuál fue el grupo que incendió los supermercados. Ése es un tema con el que no nos metemos porque el campo nacional, popular y revolucionario sabe qué organización centenaria avanzó en ese terreno, pero nosotros hacemos una obra de teatro y no nos ocupamos de dirimir cuestiones históricas que no suman a la actualidad. Estamos fuera del debate en torno a eso, no sabemos cómo fue y, si lo supiéramos, tampoco lo diríamos (risas).
–Y todo esto se procesó en la obra a través del humor y el absurdo.
– Claro, para un el entramado se pensó en un grupo revolucionario que está preparando los sabotajes a los supermercados y toman una radio para leer un comunicado del que se olvidan. En la radio se encuentran con un grupo de personajes de radioteatro que están grabando “La guerra de los mundos”, como dije, un homenaje a Orson Welles. También se encuentran con el dueño de la radio y con representantes de artistas y con un artista frustrado que dice que tiene contactos con Rockefeller y que cuando él llegue van a cerrar un montón de negocios, entre ellos, negocios con Hollywood. En ese momento, durante la toma de la radio y el encuentro con estos personajes comienza una nevada infernal.
-Como en “El Eternauta”.
-Sí. El planteo general es absurdo, cómico. La obra es claramente una comedia con elementos del absurdo, de lo histórico y lo político con la que nos divertimos muchísimo. La idea fue pensar al héroe colectivo, como nos propone Oesterheld en “El Eternauta”, no como lo soñamos desde el punto de vista de la épica de los libros, del bronce, sino como el grupo de personas que somos, con todos los conflictos y contradicciones humanas que se puedan tener. Los feos, los freaks forman parte del héroe colectivo e incluso, hasta puedan llegar a formar parte de la vanguardia. Esta es una de las líneas subyacentes en la obra.
-Los personajes son también muy absurdos.
– Sí. Tenemos una cantidad de personajes muy atractivos como un mimo que habla al que todos le gritan traidor porque, además de ser mimo es delegado gremial del sindicato de mimos y para discutir las paritarias tiene que hablar (risas). También tenemos una monja embarazada que es el mejor ejemplo de la post verdad y que imita muy bien a Winston Churchill. Hay un Elvis Presley de Villa Crespo ceceoso que aspira a ser cantante y le hace de changarín al dueño de la radio; una Miss Villa Crespo compañerita de él del jardín o de la escuela especial; un asesino y un caníbal que armaron una cooperativa en la que uno asesina y el otro come y que se pelean, según el guión del representante, con una bailarina de swing paraguaya, una rareza (risas). Por su parte, el representante de actores está intentando conectarlos a todos con el mundo de Hollywood y salvarse económicamente, también tiene sus deseos de estrellato actoral y hace a un cubano radicado en Miami tipo Tony Montana, una suerte de Scarface que también nos sirvió para jugar en clave política. Después, claro, está el grupo de revolucionarios que toman la radio y se olvidan del comunicado.
–Vos definís tu teatro como teatro político. ¿Qué es el teatro político? ¿Existe algún teatro que no lo sea?
-No, definir lo que hacemos como teatro político es una definición hacia el afuera, para que el público no se sorprenda cuando venga a y se encuentre con un teatro que tiene referencias de este tipo. Sí trabajamos con Los Internacionales un tipo de teatro que tiene que ver con temáticas históricas y políticas. Desde ese lugar la palabra “político” viene a explicar un poco nuestra teatralidad. También podría definirse de otras formas.
-¿Por ejemplo?
-Por ejemplo como un teatro brechtiano que busca una épica nacional, latinoamericana. Podríamos buscar otras formas de definirlo, pero lo que no quiero que falte en las obras es el intento de rescatar elementos de lo heroico, pero de lo heroico al alcance de la mano, es decir, que tengan que ver con lo que nos rodea y que nos genera empatía, entusiasmo, acción, movimiento…
-¿De qué forma se relacionan el humor y lo político?
-De una forma genial. Me parece que el humor, para hablar de lo histórico, de lo político, incluso de la coyuntura política que, generalmente, es lo más urticante es lo más efectivo. Porque una cosa es que yo hable de Mariano Moreno y avance en un relato de 1810 a que, como en esta obra, mi personaje entre vendiendo copitos en una clara alusión al intento de magnicido a la vicepresidenta Cristina Fernández que sigue sin investigarse.
-Vos encarnás al representante.
–Sí. Soy un cubano gusano.
-¿Cómo funciona el grupo Los Internacionales?
–Lo Internacionales, Les Internacionales o Internacionales Teatro Ensamble tiene un nombre que alude al de las brigadas internacionales que fueron a pelear a España que, fundamentalmente, fueron brigadas antifascistas. Aunque nuestro logo está estilizado, tiene que ver con el logo de estas brigadas que era una estrella roja de tres puntas. Nosotros lo tomamos porque hubo voluntarios de todas las nacionalidades que fueron a pelear a España. Eso nos motiva. Además, el ensamble se identifica con el brechtianismo, que también nos conmueve y nos impulsa. Está organizado como un grupo de teatro independiente del que pueden participar todos aquellos que quieran en tanto se involucren con las historias que queremos contar. La condición es que tengan un posicionamiento humanista frente a la vida y a las cosas y que sean antifascistas. Es un espacio humano de formación y, a la vez, de producción; un lugar para pensar estéticas y para que cada uno pueda desarrollar las inquietudes que tiene como artista, es decir, que pueda trabajar desde lo actoral a pensar un vestuario, unas luces, una escenografía, a tocar instrumentos. Por ejemplo, tenemos un compañero que no había hecho nunca teatro, pero tenía ganas de estar, y en esta obra hay un momento en que nos permitimos manifestar eso. En un momento le preguntan qué sueño tiene y él contesta “estar en una obra de teatro”. Para nosotros es importante eso, querer estar.
-¿Cuándo surgió el grupo?
–Cuando, después de 17 años de trabajo, mi grupo anterior, que era El Bachín Teatro, llegó a su fin y algunos quisimos volver a formar grupalidad y continuar con las búsquedas que habíamos iniciado y que tenían que ver con el teatro épico y político. Entonces en 2015 / 2016 armamos Los Internacionales Teatro Ensamble con un grupo de compañeros que inicialmente fueron Diego Maroevic, Marina García y María Eugenia Summa. A partir de ahí fuimos sumando otros compañeros. Hicimos en Mar del Plata una primera obra que se llamó “La competencia” con un elenco de esa ciudad. Luego estrenamos una de las obras centrales del grupo que se llamó “Buenos Aries Épica” y allí se sumó un grupo maravilloso de actrices que están en esta obra y integran el grupo desde lo formal y desde lo emotivo: Lucía Salatino, Diana Kamen, Clara Barreira, Belén Ezquerra y Marina García.
-Pero en los Minimax son un montón.
-Sí, somos 10. Se sumaron Rodrigo Isequilla, Gabriel Mercado, Gastón Ávila y Gabriel Mercado. Luego de la pandemia tuvimos que rearmar el elenco porque algunos dejaron de actuar, otros se fueron de la ciudad. Finalmente la estrenamos muy felizmente el 10 de junio en el Centro Cultural de la Cooperación donde estuvieron los queridos compañeros del Centro, del mundo de la cultura y del arte, maestros y maestras de teatro, familia, amigos y mucho público que nos sigue siempre. El estreno fue la primera vez que probamos el espectáculo y tuvo gran respuesta con mucha risa. La obra funcionó muy bien.
-¿Qué te gustaría remarcar de la obra?
-Algo que ya mencioné, que hombres y mujeres que llevan adelante las tareas de la Historia y de la vida son felizmente contradictorios y en ciertos momentos buscan la unidad, se juntan para hacer cosas. Uno de los personajes dice, para hablar de lo político en su sentido más crudo, que en su casa las ideas y el desorden proliferan, “pero pierda cuidado, que siempre hay un lugar muy claro donde yo me paro”. De que el 1º de Mayo en su casa se canta La Internacional pero también la Marcha peronista, que ”no insista, que para lo único que no hay lugar en mi casa es para el fascista”. Digo esto pensando en el momento político de gran dificultad que estamos viviendo, en el que uno advierte que la violencia viene en una escalada enorme y que es preocupación de todos y cada uno de nosotros. También quiero mencionar el viaje en el tiempo que está tomado de “El Eternauta” y que es una estructura que nos permite ir hacia adelante y hacia atrás en el tiempo. Los personajes se preguntan a veces en qué año están y se contestan que están en el 69 porque falta 50 años para tal cosa o tantos años para endeudarnos con 50.000 millones con el FMI. Así podemos armar un friso de acontecimientos. Además, también está presente la Guerra del Paraguay porque nos permite explicar la historia de hoy. Los personajes de variedad que aparecen en la obra, en apariencia díscolos, no son lo que son por casualidad, sino que existe una razón, todos se conectan con el gran relato de la obra. También hablamos de que cuando en el 69 Rockefeller viene al país, trae a la Iglesia Evangelista. Por último, aparece un gatito que se llama Porvenir (risas). En fin, la obra es una fiesta con música y con mucha risa en la que nos permitimos también momentos de poesía.
Ficha técnica
Intépretes: Manuel Santos Iñurrieta, Marina García, Gaby Mercado, Nicolés Finoli, Belén Exquerra, Diana Kamen, Lucía Salatino, Clara Barreira, Rodrigo Isequilla Giudici, Gastón Ávila.
Vestuario: Lucía Salatino, Marina García, Clara Barreira, María Eugenia Summa.
Tocados: Guillermina Guardia
Utilería: María Eugenia Summa y Carlos Salatino.
Escenografía: Diego Moroevic
Música Original: Rhinoceronte (Ricardo Dubatti, Fito Lema, Juan Piñeyro)
Edición de sonido: Daniel Alvarenga
Fotografía: Agustina Haurigot
Diseño gráfico y redes: María Eugenia Summa
Prensa y Comunicación: Daniel Franco
Producción: Internacionales Teatro Ensamble
Asistencia técnica: Valeria Natali Rellián, Diego Maroevic.
Asistencia de dirección: Marina García
Texto, puesta en escena y dirección general: Manuel Santos Iñurrieta.