Sobre la dimensión política de la mirada (y su ausencia) trata “Los ojos desiertos”, la nueva exposición de Gabriela Golder. Hasta el 27 de octubre en la Fundación Andreani tendrá lugar esta muestra que se inscribe en el proyecto “Arrancar la mirada”, una investigación más amplia que la artista inició a partir de la represión de las protestas en Chile, cuando se registraron más de 500 víctimas de lesión ocular.
Instalaciones audiovisuales con material de archivo, imágenes de cráteres en el Sur de Argentina, testimonios de víctimas de mutilación, fragmentos de textos míticos relacionados a la acción de quitar los ojos, todo va conformando un compendio de fuentes diversas que se detienen a explorar una serie de preguntas: ¿Qué significa el acto de arrancar los ojos? ¿Es posible restituir la mirada? ¿Es posible que los ojos vuelvan a ocupar su lugar? ¿Es posible recuperar con ellos toda la memoria arrasada?
Ojos que leen y sienten
Es 2019. Gabriela lee los diarios y mira horrorizada las imágenes que llegan desde Chile. La represión es cruenta, salvaje y no se detiene. Los Carabineros apuntan a la cara, a los ojos. Gabriela empieza a investigar, encuentra un patrón, una práctica sistemática que se repite a lo largo del mundo en distintos momentos de la historia. “Esta metodología nace en los años setenta con el conflicto palestino israelí, se va expandiendo entre las fuerzas de seguridad de distintos países, se va ramificando y perfeccionando. Se trata de prácticas que no matan pero dejan la huella para siempre, la marca de la represión en el cuerpo social, que se transforma en un cuerpo mutilado”, dice Golder a Tiempo. En el material de archivo puede verse cómo avanza la policía sobre los cuerpos, a quiénes dispara, el tiro al ojo, certero, con calculada exactitud, y por supuesto, también, el movimiento de resistencia de la multitud, que termina transformándose en un colectivo indiferenciado (aunque las imágenes sean de distintos países: Chile, Colombia, Francia y Hong Kong).
“La exposición es muy corporal, no es un documental, las imágenes y los sonidos están dispuestos de forma tal que generan cosas para pensar con otros sentidos, desde el plano de lo sensible, no sólo desde el relato. Una gran parte de la exposición está hecha con imágenes de archivo que son de grandes medios de comunicación o de medios alternativos, pero el modo en que esas imágenes están amalgamadas genera otro tipo de relato, diferente al de Internet o la tele. Se deconstruye el sentido a partir del montaje, las imágenes se mezclan. Recuperé material de diferentes países, pero de repente parece que es todo el mismo lugar, no sabes dónde estás”, afirma la artista.
El diálogo con las víctimas
En el proceso de investigación, Gabriela entrevistó a víctimas de lesión ocular en Colombia. “Ahí confirmé esta idea, que ya intuía: se trata de un plan sistemático, el objetivo es tirar a los jóvenes que están en la calle para silenciar. Después, a lo largo de las entrevistas me encontré con otros procesos, la lucha contra el miedo, la lucha por la memoria, por no desaparecer, no ser invisibilizados, la lucha contra la estigmatización. En Colombia hay un movimiento que se llama Mocao, una organización de víctimas de trauma ocular, y se va conformando ahí una trama que muestra la solidaridad (y la contracara de la no solidaridad, el abandono de parte del Estado). Cuando las víctimas se organizan empiezan a pensar de qué modo salir del miedo, de qué modo construir junto a otros”, dice la artista, que estará próximamente viajando a Bogotá para proyectar las entrevistas a partir del 17 de agosto en Fragmentos, el espacio creado por Doris Salcedo en el museo Nacional de Colombia. “Esa instalación la voy a mostrar por primera vez en Colombia, para que se escuchen ellos mismos primero y no otras personas que no conocen”, cuenta Golder.
En la sala principal de la Fundación Andreani, el espacio cultural de la Boca, la exposición se despliega a través de tres partes, en la primera parte, hay una videoinstalación que muestra imágenes de cráteres en el norte de Neuquén. “Es la tierra partida, la tierra que recoge todas las memorias del desierto, todos esos ojos. Cuando filmé en Neuquén lo hice con una cámara pero también con un dron y desde arriba aparecen un montón de accidentes geográficos que son ojos en la tierra, son grandes ojos que es la tierra que se seca, la tierra que explota, la tierra que guarda la memoria. Vi ese paisaje y me pareció que ahí estaban los ojos, que si estuvieran en un lugar, estarían ahí, es una imagen poética”, dice la artista.
Luego, en la misma videoinstalación puede verse imágenes de rostros que fueron víctimas de lesión ocular en Colombia, el material de archivo de la represión y un trabajo realizado con coreografía de Silvina Szperling, donde una serie de actores (estudiantes de circo y danza de la Universidad Nacional de General San Martín) representan la lucha contra la represión en una manifestación. A esa videoinstalación le sigue Desde el campo de batalla, una cronología de la violencia policial en Francia, Colombia, Chile y Hong Kong, narrada por cuatro locutores.
El recorrido termina con De los ojos que se mueven amparados por su furia, una exposición de doce esculturas en microcemento, que muestran frases talladas, para dejar huella y “decir hasta que el cuerpo se canse”, dice la artista.
La exposición puede visitarse hasta el 27 de octubre en la Fundación Andreani (Av. Pedro de Mendoza 1987, CABA)