No pocos de los escritores argentinos más destacados han tenido un estrecho vínculo con el cine, un arte que suele establecer contactos muy íntimos con el oficio de la narrativa, y el caso de Antonio Di Benedetto no es la excepción. En primer lugar porque mucho antes de que sus obras fueran adaptadas a la pantalla grande, el propio escritor estuvo en contacto con el universo del cine desde su rol de periodista, en el que se desarrollo específicamente como cronista y crítico cinematográfico. Buena parte de ese trabajo fue recientemente recuperado en el volumen Escritos periodísticos, curado por Liliana Reales y editado por el sello Adriana Hidalgo, que desde hace más de 15 años viene realizando un paciente y sostenido rescate de su figura y de su obra. En sus páginas es posible leer algunas de las coberturas que el mendocino realizó de los festivales de Mar del Plata, Cannes, San Sebastián, Berlín e incluso de su paso Hollywood, para asistir a la entrega de los Oscar.
Pero el primer paso de Di Benedetto ya no como narrador o espectador profesional de cine, se dio a partir de su incursión como libretista cinematográfico. Entre sus trabajos en esa área se encuentra el guión de El inocente, una adaptación de su propio cuento «El juicio de Dios». Su labor le valió el reconocimiento del Instituto Nacional de Cinematografía, que lo premió en el año 1959. Posteriormente realizó la adaptación de otra obra literaria, en este caso la novela Alamos talados, de su amigo Abelardo Arias, posteriormente filmada por el italo argentino Catrano Catrani.
Sin embargo Di Benedetto debió sufrir a lo largo de su vida la frustración de no ver nunca su obra literaria proyectada en la pantalla de un cine, debido a que varios intentos de adaptación se vieron frustrados sin poder superar las instancias de rodaje. Tanto una nueva versión de su cuento «El juicio de Dios», encarada en 1979 por el director Ernesto Fili, como el primer intento de adaptación de Zama, su novela más importante, llevada adelante en 1985 por Nicolás Sarquis, acabaron siendo cancelados por diferentes contratiempos, sin que nunca volvieran a retomarse.
La primera adaptación exitosa de la obra de Di Benedetto al cine recién pudo concretarse más de dos décadas después de su fallecimiento, cuando en 2007 el director Juan Villegas estrenó su versión de la novela Los suicidas, protagonizada por el actor uruguayo Daniel Hendler y la argentina Eleonora Balcarce. Apenas tres años después el cineasta Fernando Spiner realizó una adaptación del cuento Aballay, en el que recurrió con éxito al lenguaje del western para contar la historia de un gaucho matrero que afronta un intrincado dilema existencial luego de asesinar a un hombre frente a su pequeño hijo. La película se tituló Aballay, el hombre sin miedo y tuvo un relativo éxito de público.
La última adaptación de la obra de Di Benedetto al cine sea tal vez la más ambiciosa y las que más expectativa a generado. Se trata de la que se encuentra realizando la brillante directora salteña Lucrecia Martel sobre la omnipresente Zama. Rodada el año pasado en locaciones naturales de las provincias de Misiones y Corrientes, la versión de Zama de Martel se encuentra sin embargo demorada en su etapa de posproducción, debido a problemas personales de su directora. La importancia de la obra y el prestigio de su directora hacen pensar que esta nueva versión de la gran novela de Di Benedetto podría ser un hito para ese cruce siempre complejo entre las letras y el cine. No había mejor perspectiva para una novela como Zama que tener a Martel como responsable detrás del guión y de las cámaras y, si todo sale como se espera, la literatura y el cine argentino habrán sido honrados como se merecen.