Cada tanto el mar de la literatura arrastra hasta la playa del presente, donde los lectores se juntan a leer, algún tesoro que el agua del tiempo se encargó de mantener oculto durante años (a veces siglos), hasta que las corrientes submarinas vuelven a arrastrarlo hasta la costa. La metáfora náutica puede ser útil para hablar del caso de Libertad Demitrópulos, escritora argentina, biógrafa de Eva Duarte, autora de una obra que incluye varios títulos notables, quien falleció hace ya 25 años (se cumplirán exactamente dentro de un mes, el 19 de julio) y de cuyo nacimiento se celebró el centenario en agosto del año pasado.

Dicho homenaje, que incluyó una serie de actividades en el Centro Cultural Kirchner, volvió a agitar las aguas permitiendo que apenas unos meses más tarde Eudeba, sello editor de la Universidad de Buenos Aires, reeditara la primera novela de Demitrópulos, Los comensales, publicada originalmente en 1967. Un rescate que la editorial Mil Botellas decidió profundizar en 2023, volviendo a lanzar La flor de hierro, segunda novela que la escritora publicó por primera vez en 1978 y que desde entonces no había vuelto a pasar por las imprentas.

Pero para que estos tesoros vuelvan a asomarse a la superficie del canon literario es necesario que primero alguien haga olas. De eso se había encargado Ricardo Piglia, un especialista en llamar la atención sobre este tipo de joyas ocultas en las profundidades de la literatura argentina. Fue él quien en 2013 reeditó la tercera novela de Demitrópulos, Río de las congojas, a través de la imperdible Serie del Recienvenido, colección que el escritor dirigió hasta su muerte, editada por Fondo de Cultura Económica.

Fue a partir de ese rescate propiciado por Piglia que el nombre y la obra de esta escritora jujeña volvieron a tomar el impulso que ahora permite que sus libros vuelvan a estar disponibles para sus nuevos lectores. Pero también al alcance de los viejos conocidos, aquellos que ya habían sido atravesados por el trabajo de Demitrópulos y que ya no tenían forma de acceder a él.

demitrópulos

La prosa de Demitrópulos

La publicación de estas tres novelas, todas disponibles en formato físico, permite una aproximación no solo a sus primeros trabajos, sino también percibir la evolución de su prosa. En todas ellas Demitrópulos trabaja a partir de dispositivos mixtos, en el que tanto se entrecruzan registros lingüísticos disímiles como diversos géneros de escritura.

Con esa prosa por todos lados mestiza como plataforma, en cada caso la autora acaba por darle forma a una expresión que representa muy bien, en el terreno de las letras, al complejo entramado cultural de este país. Un mapa cruzado por diversas corrientes migratorias que van desde los tiempos de la llamada Conquista hasta la actualidad y que se han ido sumando a lo nativo, para crear esta especie única que se hace fuerte en la pluralidad. De eso y no de otra cosa se trata lo argentino.

En La flor de hierro, esa segunda novela ahora reeditada por Mil Botellas, Demitrópulos traza la genealogía de un pueblito tucumano, contando su historia a partir de dos vertientes narrativas. La primera desde un presente que la mención de la figura de Palito Ortega permite datar entre las décadas de 1960 y 1970. La otra cuatro siglos atrás, en tiempos de su fundación, cuando una serie de hidalgos y conquistadores construyó un caserío de adobe como recurso para ir estableciendo su presencia permanente en territorio ajeno.

Con maestría, la autora se mueve con naturalidad en ambos registros. Por un lado, capturando las inflexiones de lo oral signado por lo popular que le permite pintar ese presente literario de forma vívida. Por el otro, creando de la nada un español colonial en el que el lector también puede identificar una oralidad antigua por completo verosímil, aunque se trata de una invención.

La segunda novela de Demitrópulos entremezcla cartas privadas, documentos públicos, actas judiciales, poemas y otros registros escritos, a partir de los cuales se permite crear un narrador múltiple, en el que las diversas voces, cada una con su propio registro, se amalgaman en un relato único. Una versatilidad literaria que ya se percibía en Los comensales y que alcanzaría su grado máximo de depuración en Río de las congojas. La edición de La flor de hierro viene a completar ese tríptico fundamental dentro del mapa de la literatura argentina de la segunda mitad del siglo XX.