No es la primera vez que sucede. “La Venus del espejo” de Velázquez fue atacada a martillazos por dos activistas ambientales pertenecientes al grupo Just Stop Oil que le reclama al gobierno británico que se dejen usar combustibles fósiles.
El hecho se produjo en la Sala 30 de la National Gallery de Londres y tiene un antecedente en el que se inspiró. La pintura ya había sido vandalizada en 1914 por Mary Richardson (1889-1961), sufragista, en protesta contra la detención de Emmeline Pankhurst, quien lideraba el movimiento que reclamaba el voto femenino.
En esa oportunidad la acción resultó exitosa para quienes la realizaron: la tela fue cortada siete veces con un cuchillo que Richardson llevaba escondido en el abrigo. La tarea de restauración de la obra insumió varios años de trabajo.
Esta vez, en cambio, el grueso vidrio blindado que protegía que la protegía impidió que se dañara, por lo menos de manera visible. De todos modos, el cuadro fue retirado de la sala para corroborar si tiene algún daño no detectable a simple vista.
En su momento, la sufragista fue detenida y permaneció en prisión durante seis meses. En aquel momento declaró: «He tratado de destruir la imagen de la mujer más bella de la historia mitológica como protesta contra el Gobierno por destruir a la señora Pankhurst, que es el personaje más bello de la historia moderna»,
El grupo JSO se caracteriza por el ataque a obras de arte notables, en su mayoría declaradas patrimonio cultural de la humanidad. Sus acciones son consideradas por el grupo como “actos de resistencia civil”.
El año pasado, más precisamente en el mes de octubre la misma institución que alberga “La Venus del espejo” sufrido una acción vandálica de otra de sus obras. Aquella vez se trató de uno de las cinco versiones de los girasoles de Van Gogh, al que le arrojaron sopa de tomate.
Lo mismo que en esta oportunidad, la obra no sufrió daño porque también se encontraba protegida por un cristal. Sólo el marco sufrió un daño leve. Igual que en este momento, las atacantes de JSO fueron dos. También el móvil de la acción fue el mismo: reclamara contra la producción de combustibles fósiles.
Un poco antes, en el mes de julio, la National Gallery había tenido otro atentado. La obra “La carreta de heno” del maestro del paisajismo inglés John Constable había sido “reversionada” por el grupo ecologista que le pegó encima un paisaje mucho menos apacible que el que representaba el cuadro ya que le habían agregado altos edificios, aviones y pavimento. En esa oportunidad, la obra sufrió un deterioro leve del barniz que la cubría y en el marco.
Los ataques tienen también otras expresiones menos violentas, aunque en el momento resulten amenazadoras. En junio de 2022, por ejemplo, dos activistas pegaron sus manos al marco de «Melocotonero en flor» (1889), un cuadro de Van Gogh que albergaba la galería del instituto Courtauld. Antes de ser detenidos lanzaron una arenga: «¿Qué vale más, el arte o la vida?», «¿Vale más que la comida? ¿Más que justicia? ¿Te preocupa más la protección de una pintura o la protección de nuestro planeta y las personas?».
Tampoco Vermeer se salvó de atentados. Su cuadro «La joven y la perla», expuesto en el museo Mauritshuis de La Haya, en 2022, un joven activista pegó su cabeza al marco que lo protegía, lo que le valió pasar dos meses en prisión.
«Venus en el espejo» y el ataque a los museos
El ataque a obras de arte se ha convertido en los últimos tiempos en una constante para hacer reclamos de todo tipo. La Gioconda, por ejemplo, ha sido víctima de una torta de crema que se arrojó contra ella.
Tanto los museos europeos como los estadounidenses analizan de qué modo protegerse contra estos actos vandálicos. Mientras algunos optan por extremar las medidas de seguridad, otros advierten que es preciso no dejarse ganar por el pánico, ya que éste estimula a los atacantes. Por otra parte, el exceso de medidas de seguridad podría desalentar la visita de los turistas.
La protección en cristales blindados ha sido una de las primeras medidas adoptadas. Son muchos los museos que hicieron una gran inversión para poder proteger sus obras.
En otros museos, además, se han tomados medidas complementarias. En el Museo Leopold, de Austria, por ejemplo, no se puede ingresar a las salas con abrigos ni carteras. Esto no evitó, sin embargo, que un cuadro de Gustave Klimt, “Muerte y vida”, fuera manchado con un líquido oscuro que uno de los visitantes llevaba escondido entre sus ropas.
El acto cometido contra “La Venus del Espejo” volvió a encender las alarmas.
«La Venus del espejo», una breve historia
Se estima que “La Venus del espejo” tiene una importancia particular dentro de la historia del arte porque trata un hecho mitológico con gran realismo. La Venus se muestra desnuda, recostada y ofreciendo su espalda al espectador, mientras Cupido le acerca un espejo que refleja su cara, una forma muy sutil de mostrar su cuerpo casi completo, aunque su cara aparece un tanto borrosa.
Se cree que fue pintada “La Venus del espejo” fue pintada por Velázquez entre1649 y 1651, antes de que el pintor realizara su segundo viaje a Italia. La obra mide 1,22 x 1,77 metros.
La pintura tuvo varios dueños sucesivos desde que fuera realizada por Velázquez. Estudios actuales de la obra, revelan que Cupido no se encontraba en la obra original, sino que fue agregado después por Velázquez, aunque ya había sido concebido por el pintor cuando realizó la primera versión del cuadro.
El único elemento que no obedece al realismo es, precisamente, ese Amor alado que sostiene el espejo. Por lo demás, la Venus es una mujer común y corriente. Se piensa que, seguramente, Velázquez pinto con la ayuda de una modelo que posó para su cuadro, pero a diferencia de otros personajes que posaron para cuadros famosos, la modelo de esta obra no ha sido identificada.