«En la década de 1990 fuimos testigos de las formas de violencia más brutales», escribe la socióloga, teórica y filósofa eslovena Renata Salecl, sobre la «última era de la angustia». Porque la ansiedad es una categoría de perdurable data, una categoría de investigación y difusión. Considerada Salecl una de las notables visitas extranjeras en la última Feria de Editores acontecida en la Ciudad Cultural Konex, este 11 de agosto, charló con Flavia Pitella a sala llena, Salecl abordó la cuestión de la ansiedad (Angustia, Ediciones Godot) en la sociedad moderna, a la que considera “necesaria” para la existencia de la libertad.
Ha sido traducida a 18 idiomas, su investigación alcanza cuestiones diversas como el amor, la criminología, los sentimientos de guerra o posguerra. Su manera de escribir opera con lentes de psiconálisis o el análisis del discurso en los medios masivos y políticos.
Provenida de un país declarado independiente en el ‘91 y de interés a lectores amplios, la filósofa trasciende la lectura lacaniana del “Gran Otro”, discute y discutió con energía con filósofos como el alemán Peter Sloterdijk, el argentino Ernesto Laclau o su compatriota Slavoj Žižek.
En charla con Tiempo, unos días previos a la explicación magistral, dio cuenta no sólo de su enfoque multidisciplinar sino también su afán por pensar in situ cuestiones presentes tanto del país de donde proviene, las ciudades por las cuales transita dando sus clases, Nueva York, Londres como de las “tendencias” noticiables de la Argentina: la derecha espiritual liderada por Macri, el síndrome inventado de posaborto antes de la votación en el Senado, y el manejo de las emociones en las redes sociales, entre otros.
-Uno de los grandes lemas de esta feria es que «cuando se vende un libro a alguien se le está vendiendo una vida». ¿Qué afectos cree que está dando al lector/a argentina con Angustia?
-Lo que el lector puede notar, en primer lugar, es que aunque vivimos en tiempos de ansiedad no es tan distinto que en generaciones anteriores. Hubo distintas eras de la ansiedad, las Guerras Mundiales, los años noventa con la Guerra de los Balcanes que no difieren de las nuestras. En segundo lugar, los individuos tienen maneras muy personales de lidiar con la ansiedad o comprenderla. Es un afecto muy humano, no sabemos si los animales la sienten. Existe un sentimiento de miedo o terror que no tiene objeto. No se sabe bien qué da angustia. En tercer lugar, el lector va a poder pensar cómo la cultura contemporánea, la ideología, los discursos mediáticos contribuyen a un sentimiento de angustia, a hacerlos más fuertes.
-En relación a los medios, en una noticia se barajan varias mesetas de sentido: el tema general, el trabajo de la edición y finalmente, la «venta» de la nota en las redes sociales. Cuando esta última apela al afecto, logra mayor impacto. ¿Qué piensa sobre su tratamiento?
-Las noticias siempre afectaron psicológicamente a las personas, hubo un vínculo en ellas para llegar a la psicología del lector, por ejemplo, con las imágenes. Pero lo que sucede con las redes sociales es que no sabemos quién está atrás. Hubo intereses ocultos, la propaganda, no son un invento de ahora pero lo que pasa hoy es que las noticias tienen igual valor, compiten de la misma manera una noticia que tal vez llevó muchas semanas de trabajo que una noticia inventada para manipular. Hay una nueva igualdad en las noticias y una maquinaria oculta que no percibimos pero nos afecta. Además, el tema de las corporaciones como Facebook, levantan información sobre cuestiones afectivas y psicológicas, a través de algoritmos y Big Data. También, la sensación de ser bombardeados es que muchas personas se «van apagando», voltean la cara y siguen en las redes sólo con quienes acuerdan.
-¿Se trata de la anulación del «Gran Otro» de la que usted habla?
-Efectivamente, se relaciona con el término lacaniano del «Gran Otro». Entiendo que la percepción de las estructuras simbólicas de necesidad ha cambiado. Ya no queremos las estructuras de identificación tradicional como podían ser el padre, los líderes religiosos o políticos. Antes podíamos reconocer las autoridades y disentir. Hoy hay una proliferación de autoridades ad hoc, específicas como famosos, líderes de opinión, etc.
-El presidente Mauricio Macri, cuando todavía no había asumido en el Ejecutivo, trajo a su gurú espiritual Sri Sri Ravi Shankar. La convocatoria fue multitudinaria, hubo 150 mil personas en La Rural. Los analistas lo pensaron como un boom del espiritualismo de la política neoliberal de la derecha latinoamericana.
-No es un problema únicamente de Latinoamérica. Esto se ve en todas partes: gente buscando recomendaciones, coaches personales. Buscan nuevas formas de autoridad que permitan identificación temporaria. Cuando las personas están angustiadas buscan a alguien que pueda aliviar ese sentimiento. Lamentablemente, están al borde de la psicosis, parecen no demostrar angustia y esto no es sano. Hace diez años, cuando murió el presidente de Eslovenia, buscó a un chamán de Perú.
-En relación a su elección por trabajar la angustia, desde la perspectiva filosófica, psicoanalista, científica, ¿qué encontró en lo particular respecto de otros estados como la depresión o el hastío?
-Tiene que ver con que hay una discusión importante en la filosofía. Entiendo la angustia (N. de la I: en inglés vale también como «ansiedad»), vinculada con la libertad. (Soren) Kierkeegard ya hablaba de la «posibilidad de la posibilidad», una posición subjetiva crucial de ser capaz de tomar decisiones como algo que contribuye al sentimiento de angustia. En el siglo anterior, (Jean Paul) Sartre hablaba de estar parado frente al abismo y no tener miedo de caerse sino angustia por la posibilidad de terminar con la propia vida. En relación con la depresión o el hastío son altos hoy en día, y en relación a la angustia se ven como las «tejas» principales en los tiempos neoliberales. Lo que me parece es que se piensan demasiadas cosas, desde el duelo, la pérdida de una persona querida, un trabajo hasta la experiencia personal de un trauma, un cuadro clínico con pensamientos suicidas o imposibles de comprometerse con la vida. Entonces no distingue entre los distintos tipos de experiencias. En relación al síndrome del hastío surge en la última década. Se vincula con la enorme presión del sistema neoliberal capitalista, no sólo en el lugar de trabajo sino con uno mismo. Las presiones del afuera impactan sobre el cuerpo.
-Sobre la ley de interrupción voluntaria de embarazo, recientemente rechazada por 38 senadores y senadoras en la Argentina, se difundió un «síndrome posaborto», que luego fue desmentido por la Asociación Internacional de Psiquiatría. Después de leer su libro, me pregunto si escuchó sobre esto.
-Nunca escuché acerca de este síndrome o trauma posaborto. Sí sobre la depresión posparto o de la violencia, sobre todo, la presión a las mujeres por reproducirse que crea mucho trauma. Me parece interesante que quienes inventaron este síndrome usen la psiquiatría como arma. En relación a la ley es triste, me siento shockeada con que no haya sido aprobada. Uno de los derechos humanos más importantes es el derecho de una mujer de decidir si sigue o no con un embarazo. En una sociedad económica desigual, esto es más grave por las situaciones inseguras de aborto. Acuerdo, en este sentido, con las declaraciones de la escritora Margaret Atwood que dijo que la Argentina tiene que admitir que está permitiendo una esclavitud, las mujeres son forzadas a ser madres y a producir bebés. Y no sujetos libres que pueden decidir.
-Tiene muchos frentes de análisis: criminología, existencialismo, perspectivas psicoanalíticas, análisis de los medios. ¿Qué emergió primero para la investigación?
-El momento importante fue cuando estaba en los Estados Unidos, el 11 de septiembre. Noté cómo a partir de lo que aparecía en los medios aumentaba la angustia de las personas. Aparecían historias nuevas y posibles peligros sobre los niños, el envenenamiento de las comidas, o veneno en la fumigación de edificios o subtes. Estas historias que hacían que las personas se pusieran más ansiosas, me hizo recordar a cuando la ex Yugoslavia, la conflicto entre Serbia y Kosovo, cuando las historias se referían a los sentimientos del cuerpo, a los niños, a no poder respirar. Hay ideas particulares de dónde viene el peligro, sobre todo cuando tiene que ver con los mitos del cuerpo. Esto genera ideas sobre lo que puede pasar, una provocación individual.
-Cuando el objeto está delimitado refiere al miedo, más que a la angustia.
-Cuando hay percepción de futuro, el trauma genera ansiedad. Es decir, si se toma la decisión de abortar, puede quedar dañado, traumatizado. En la ex Yugoslavia el aborto estaba legalizado desde el ´74 y en Eslovenia es legal. Recuerdo cuando era estudiante, una amiga al quedar embarazada el médico le dijo que si abortaba ya no iba a poder tener hijos. Esta es otra manera de generar angustia futura.
-Después de Angustia, ¿qué viene?
-Estoy trabajando en un libro sobre la ignorancia, cómo las personas están cerrando los ojos frente al trauma y cómo la ignorancia a veces puede ser útil. En ocasiones, es la única manera de ayudar. No hay amor si no existe una cuota de ignorancia, hay que estar un poco ciego para mantener el amor en la fantasía.