«A mí me gusta el Pinola, Javier Pinola. Es un genio. Es como uno de los centrales nuestros, Kári Árnason y Ragnar Sigurðsson», dice Kristján Eymundsson, que tiene 21 años y juega de lateral derecho en el Vængja Júpíters de la tercera división de Islandia. Existe: no salió de un cuento de Roberto Fontanarrosa. Le gusta Pinola y está al tanto de Rosario Central porque gracias a un intercambio cultural vivió durante 2012 en la ciudad santafesina. Lo eligió porque el Fjölnir, club del que es hincha en la isla cercana al Polo Norte, lleva el amarillo y el azul en la camiseta, igual al Canalla. «Los jugadores de Islandia necesitan poner mucha fuerza, como todos, pero ellos necesitan mucha más para llegar al exterior. Muchas veces son capitanes en esos clubes. Puede ser por la mente, el pensamiento, el trabajo. Eso puede ser algo islandés. Tenemos muy buena defensa. Jugamos a defender el gol». Islandia, que participa por primera vez de la Eurocopa, y eliminó a Inglaterra en un acto poético, jugará hoy por los cuartos de final ante el local Francia. Kristján, el islandés más argentino de todos los descendientes de los vikingos, estará en la tribuna.
Islandia es literatura de no ficción porque hay más ovejas (600 mil) que habitantes (332.559); más volcanes (123) que futbolistas profesionales (120); porque el arquero Hannes Þór Halldórsson es director de cine y uno de los entrenadores es dentista Heimir Hallgrímsson; porque el deporte nacional es la glima, una especie de lucha; porque casi el 10% del país se desplazó a Francia para vivir la Euro. «La verdad que van mil personas a ver los partidos a la Primera le cuenta a Tiempo Eymundsson, que trabaja en una concesionaria de autos en la capital Reykjavik. Los islandeses hinchamos por clubes de Inglaterra. Somos locos por su fútbol. Fue una felicidad ganarles. Por ejemplo, soy hincha del Manchester United. He ido dos veces a Old Trafford y no me gustó tanto la atmósfera. Pero cuando fui al estadio de Central, al Gigante de Arroyito, cómo gritan, cómo cantan, cómo putean, todo me gusta mucho. ¡Vamos los guerreros!».