Este lunes a las 17, en la Comisión de Cultura de la Cámara de Diputados, se presenta un proyecto de ley para la creación del Instituto Nacional del Libro Argentino. Este proyecto, impulsado por el diputado Daniel Filmus, cuenta con la asesoría de Alejandro Dujovne, investigador del CONICET y asesor externo ad honorem, que se especializa en el tema del libro en América Latina.
Junto a la presentación se realzará un panel de escritores, editores, representantes de universidades y editoriales universitarias, de la industria gráfica, sindicatos, traductores y libreros. De este panel, moderado por Dujovne, participarán, entre otros, Claudia Piñeiro, Daniel Guebel, Luisa Valenzuela, Julián López, Alejandro Dolina, Darío Sztanjnszrajber, Daniel Divinsky, Carlos Díaz, Raquel Franco, Víctor Malumián, Francisco Lohigorry, Juan Pampín, Carlos Arias y Héctor Amichetti.
Dujovne y Malumián (de Ediciones Godot) hablaron con Tiempo Argentino sobre los alcances de este proyecto.
“En términos muy generales –dice Dujovne acerca del proyecto de creación del Instituto- el objetivo es fortalecer y potenciar al libro argentino, tanto en lo relacionado con la producción del libro como lo relacionado con el mundo literario-intelectual que es vehiculizado a través de él. Por lo tanto, apunta a fortalecer tanto la dimensión simbólica como la material-económica. En este sentido, trata de pensar al libro desde una perspectiva comprensiva o sistémica. Es decir que pretende incluir a todos los actores, todos los sectores que comprenden al libro para pensar políticas que puedan impactar positivamente y de manera duradera sobre el conjunto.”
Y remarca especialmente: “Esto es muy importante porque siendo el libro uno de los ámbitos de la cultura más importantes del país en términos económicos y simbólicos que tiene el país, históricamente no ha recibido políticas estratégicas de largo plazo. Hubo políticas mejores y peores, pero no hubo políticas estratégicas a largo plazo que permitieran que el sector del libro ganara una mayor posición en el mercado de habla hispana como la tuvo muchas décadas atrás.”
Respecto de la situación actual del libro dice: “Hoy no solo nos encontramos con una crisis coyuntural del mercado del libro que no es ajena a la crisis económica que vive el país pero que impacta de manera particular en el sector, sino que, además, estamos frente a un Estado que no tiene o no ha querido tener herramientas para contrarrestar o, por lo menos, atenuar el impacto de la crisis económica. Por ejemplo, no hay políticas anticíclicas para enfrentar estas crisis que se dan periódicamente en el país. Si tenemos estrategias a largo plazo, el mercado va a ser más potente y, en consecuencia, el impacto va a ser menor. Queremos un mercado más vigoroso, que tenga una mayor presencia en los mercados internacionales tanto de habla castellana como de otras lenguas.”
Dujovne señala también como un problema a resolver la enorme desigualdad en términos de producción y circulación del libro hacia el interior del país. “Quiero recalcar –dice- que no estoy criticando que haya muchas librerías y editoriales en la ciudad de Buenos Aires y alrededores. Por el contrario, está bien y eso hay que apoyarlo y, si se puede, ampliarlo. Si hay algo que caracteriza a la ciudad de Buenos Aires es el gran número de librerías. La pregunta es por qué no las hay en el interior en una medida que permita que los escritores y escritoras puedan encontrar un vehículo para publicar y hacer circulas su producción. Hay zonas en las que no hay librerías, por lo tanto, no llegan libros y cuando lo hacen sólo llegan libros de las grandes empresas. Este es un problema estructural. Las crisis hacen que atendamos a las estadísticas del libro y olvidemos que hay problemas estructurales que venimos arrastrando hace mucho tiempo. No ha habido un diagnóstico y mucho menos una política para enfrentar situaciones como ésta.”
En cuanto a las características distintivas el proyecto señala que, a diferencia de versiones anteriores que entraron a la Cámara de Diputados y por distintas razones no tuvieron la sanción final para su aprobación, “ésta intenta contemplar un número muy grande de actores teniendo en cuenta el peso real que tiene cada uno en la producción del libro. Intentamos que en el gobierno del Instituto haya una representación que sea lo más democrática y realista posible para que el instituto funcione. Por eso, habrá una representación por sectores y, al mismo tiempo, una representación regional. Creemos que la existencia de una instancia como ésta va a ayudar a los sectores a construir agendas políticas, a encontrar vías de negociación y vías de trabajo conjunto para pensar al libro como una totalidad y no como piezas separadas. La reunión de hoy es una forma de festejo porque se ha logrado encontrar un proyecto aceptado por muchos sectores. Sentimos que hemos hecho un buen trabajo porque ha tenido un impacto muy positivo en los medios, en la agenda, en muchos escritores y editores. En conjunto se ha logrado posicionar nuevamente el tema del libro en la agenda pública y ése es el primer logro: hacer hablar a la sociedad acerca del libro. Luego el proyecto se debatirá en comisiones, se harán modificaciones y se incluirán para que sea discutido y aprobado en ambas cámaras.”
Finalmente destaca que “el Instituto lo que hace no es en sí mismo una política pública, sino que a partir del Instituto se van a generar políticas públicas. Hoy tenemos una Secretaría de Cultura y antes un Ministerio de Cultura que no tenían un lugar clave, identificable, que generara políticas para el sector del libro. El Instituto no solo creará esas políticas públicas, sino que, además, va a estar constituido por los propios actores del sector, lo que cambia radicalmente el modo en que actúan la sociedad, el mercado y el Estado a partir de este proyecto.”
Por su parte, Malumian destaca que es fundamental que el gobierno les proporciones un “alivio” a las librerías chicas porque son clave para el libro. “El editor pequeño que cree que puede funcionar sin una red fuerte de librerías independientes o chicas –afirma- está completamente loco. El proyecto de la creación de un Instituto Nacional del Libro Argentino es una buena noticia que hay seguir de cerca de qué modo evoluciona. Hay que ver de cómo se van a obtener los fondos y luego de que se eso hay que ver de qué modo se van a instrumentar las políticas. Creo que hay que apoyar un proyecto cuyo objetivo es hacer políticas públicas referidas al libro.”
Los dos puntos en que puso particular énfasis es en la logística interna y en la política tributaria: “Si fijamos un depósito en Capital Federal, otro en Córdoba, otro en Rosario, otro en Mendoza y el intercambio de cajas de libros se hace bajo una tarifa subvencionada, los costos van a bajar enormemente. Existe una ley muy buena que es la del Precio Único que hace que en Argentina los libros nuevos se vendan todos al mismo precio hasta que sean descatalogados. Esto evita que venga un supermercado y compre 500 ejemplares a cambio de un descuento. Pero si los costos suben por la logística de distribución, la rentabilidad baja. En cambio, si se establecen puntos fijos donde un camión que lleva otras cosas también lleva cajas con libros, eso ayuda económicamente y facilita que el camión vuelva con libros que produjo, por ejemplo, una editorial de Córdoba.”
En cuanto al tema tributario dijo: “En Francia –dice- existió la ley Lang, nombre del ministro de Educación Jack Lang, que estableció que en toda ciudad pequeña donde no había una librería y alguien decide abrir una, los primeros dos o tres años no se les cobran impuestos municipales. Por supuesto, que esto tenia condiciones: la librería debía funcionar como un centro cultural, dar charlas y talleres. Creo que no es lógico que no pague determinados impuestos un auto de alta gama y si lo paguen los libros.”