El próximo domingo, en el Centro Cultural de la Cooperación (CCC), Avda. Corrientes 1543, se lanza una nueva edición del exitoso festival Humoris Causa, un espacio destinado a la risa. Con la curaduría de Lucía Salatino y la producción ejecutiva de Pablo López, ambos muy jóvenes y con un entusiasmo contagioso por lo que hacen, este festival ya ha demostrado en ediciones anteriores que el humor, cuando se lo toma en serio dejando de lado los modelos estereotipados, revela inusitadas riquezas.
Todas las obras que se presentaron hasta el momento pusieron en evidencia hasta qué nivel de sutileza, elaboración, profundidad e inteligencia puede llegar el difícil arte de hacer reír. La curadora habló con Tiempo Argentino acerca de diversos temas referidos al humor en general y al Festival Humoris Causa en particular.
-¿Cuántas ediciones lleva el Festival Humoris Causa?
-Ya llevamos cuatro ediciones del Festival de manera ininterrumpida desde el año 2015.
-¿Qué obras se darán este año?
-Este año tenemos cuatro espectáculos en cartelera, todo dedicados al género humorístico, pero cada uno trata sobre temáticas bien diversas. Inauguramos el festival con Doménico enjuiciado de Esteban Parola y Alan Robinson, una obra que trata del juicio a un payaso viejo. Es un homenaje a aquellos payasos que formaron parte de la infancia de muchos pero que ya de grandes quedan en el olvido y hacen lo que pueden para sobrevivir. Los golpes de Clara, de Carolina Guevara y Leandro Rosati, trata sobre una mujer que, cansada de las injusticias que le toca vivir en el «ring doméstico», comienza a boxear para redireccionar esa violencia y decide armar una cuadrilla de mujeres. La competencia de Manuel Santos Iñurrieta es un espectáculo que viene de Mar del Plata y que se presenta por primera vez en la ciudad de Buenos Aires. Trata de dos científicos decididos a ganar el Premio Nobel a como dé lugar, habla de lo que es capaz de hacer el ser humano por tener algo de reconocimiento. El tema está tomado desde el humor absurdo. Cerramos los espectáculos del festival con Hombres Delay de Diego Carreño y Gabriel Wolf que gira en torno al tema del avance de la tecnología y el dominio cada vez mayor que tiene sobre nuestras vidas. Todos los espectáculos son unipersonales o dúos, ya que nos interesa empezar a pensar las características y posibilidades que brindan los formatos chicos a la hora de ponerlos en escena.
-¿Habrá otro tipo de actividades como mesas de debate?
-Si, también realizaremos, como en las ediciones anteriores, una mesa de charla y debate con los artistas que forman parte de esta edición. El objetivo es generar contenido teórico sobre la temática del humor, poder conocer más sobre las obras y sus procesos creativos, sus desafíos, las formas que tiene cada artista de entender el humor y de concebirlo. En ese sentido creemos que es fundamental la palabra de los artistas porque son ellos los que más saben sobre el tema. La idea es producir un intercambio entre los artistas, el público, los investigadores y todos aquellos que estén interesados en esta temática que no siempre es tenida en cuenta como objeto de estudio y debate.
-¿El CCC será la única sede o habrá otras?
-Si, en esta edición el CCC será la única sede.
-¿Cuál es el concepto de humor que subyace en la organización de este festival?
-Privilegiamos un tipo de humor que no caiga en lo que se ve todos los días, por ejemplo en la tele, el chiste fácil, lo obvio, lo chabacano. Nos interesan los espectáculos que tienen una búsqueda propia, con una mirada personal tanto de las temáticas que tratan como de su concepción sobre el humor. La idea es que el festival sirva como un abanico de diversidad de modos de hacer y entender el humor. Tratamos de poner el relieve en espectáculos que no suelen estar en la calle Corrientes, en el teatro comercial.
– ¿Cuál crees que es la eficacia del humor en la crítica social?
-Creo que el humor es fundamental en la crítica social y es totalmente eficaz. El humor es una de las formas que el ser humano tiene para poder elaborar ciertos temas, muchas veces problemáticos, incluso, dolorosos. El humor funciona, en ese sentido, como una válvula de escape. Es interesante, por ejemplo, pensar fenómenos como los imitadores que surgieron en la época del kirchnerismo como una forma de crítica a lo que a un sector de la sociedad no le gustaba y que fue fomentada desde diversos programas periodísticos. O el caso de figuras como Pedro Rosemblat, El cadete de Navarro y el notero Randall López que hace Rechimuzzi que son críticos al gobierno actual. Cada época tiene sus referentes humorísticos y sus formatos específicos para hacer y concebir el humor. Creo que es un tema muy interesante y poco explorado. Sería bueno que se investigue mucho más sobre estos temas que son verdaderamente complejos y ricos.
-Recuerdo que cuando apareció el grupo Les Luthiers alguna gente decía que era una lástima que siendo tan talentosos se dedicaran al humor. ¿Ha cambiado la consideración acerca de la seriedad trascendente del humor desde entonces a hoy?
-Yo creo que algo ha cambiado y a la vez no tanto. Es decir, Les Luthiers sentó un precedente importantísimo y que fue de inspiración para muchos. A la vez, creo que pusieron una vara muy alta. Son la evidencia de lo complejo que puede ser hacer humor con tanta calidad y dedicación. Por suerte hay cada vez más gente que se toma en serio el hacer humor, creo que un buen ejemplo son las obras que forman parte del festival. También hay que rescatar que gracias a al boom del stand up y del clown mucha gente se empezó a interesar en la temática. La cartelera humorística es bastante variada y hay para todos los gustos. Creo que, de todas formas, el humor sigue siendo un lugar poco explorado, o no tan tenido en cuenta. Sigue siendo considerado como un género menor y poco serio.
-¿Cuál es la importancia del humor en el campo de la política? ¿Es un arma de conquista de votos? ¿Un candidato que hace reír establece una relación más cercana con sus votantes potenciales?
-El humor puede ser un arma de doble filo en el campo de la política. Puede ser muy poderoso para conquistar votos siempre y cuando sea tomado como sinónimo de carisma. Creo que eso también fue cambiando con las épocas. Tal vez en otro momento los políticos buscaban generar una imagen de seres excepcionales, que sobresalían de la media para poder llevar adelante un país, por ejemplo. Pero creo que en la actualidad se intenta dar una imagen más humana del político, más parecida a la de la gente común. Y, en ese sentido, creo que el humor puede establecer una relación más cercana. Pero, a la vez, puede jugar en contra y ser desafortunado.
-Las cosas que nos hacen reír varían de persona a persona. ¿También varían en las diferentes culturas o hay patrones universales?
-Según mi modo de ver, creo que varían de cultura a cultura. Es como dice el payaso Chacovachi, uno no se puede reír de lo que no entiende. Cada cultura tiene sus códigos propios, su idiosincrasia, y eso es muy difícil de transmitir. A la vez, creo que hay ciertos patrones universales. El ser humano es el único animal que ríe, entonces la risa y el humor son algo inherentemente humano, nos remite a lo más básico de nosotros como seres individuales y como sociedad. Por ejemplo, ver a una persona tropezar en la calle (sabiendo que no se hizo daño) genera risa en casi todos lados porque, justamente, el caerse es algo que compartimos todos, devela nuestra más profunda humanidad.