“Después de un arduo trabajo de diez, doce, catorce horas de pista, luego de la comunión de sustancias y dejando atrás el cansancio físico, arribando a lugar en donde ya todo es signo, percibo la pista de baile como un pequeño espejo que refleja y distorsiona todo lo que hay a su alrededor. No sólo nuestras relaciones sociales, o las estructuras políticas, económicas, afectivas, o las fuerzas de la violencia y el deseo; me arriesgaría a decir que además refleja todo el cosmos, sus cuerpos celestes orbitantes, las colisiones interplanetarias, las supernovas, las púlseras y causáreas”. La hipótesis es formulada por el investigador académico y crítico de arte brasileño Leo Felipe en la mitad de Historia universal del after. ¿Una teoría sobre la fiesta interminable del under? Algo de eso hay en este libro.
La novedad de la colección Efectos Colaterales de Caja Negra Editora es una obra híbrida que puede ser leída de muy distintas maneras. Dosis desparejas de autoetnografía fiestera y drogona de un científico que va perdiendo la cabeza; crónica alucinógena de la escena electrónica de Porto Alegre, Belo Horizonte y ese monstruo de mil cabezas llamado San Pablo; ensayo crítico sobre fiestas en plazas y antros derruidos, los efectos de las líneas de cocaína y ketamina y el encantador machaque de los sets de los DJs hasta que las velas no ardan. También, por qué no, una mirada desde la alcantarilla del under a los últimos años de Brasil, del golpe contra Dilma hasta la llegada del fascismo bolsonarista al poder.
Una historia universal noctámbula
Sin dudas, un libro transdisciplinario. Transgénero. Cartas, artículos periodísticos, poemas, fotos, flyers. Textualidades muy diversas que Leo Felipe abraza para construir una cartografía alucinante de la “otra” noche brasileña. Fiestas clandestinas que recuperan a fuerza de baile el espacio urbano, que se apropian de galpones y fábricas posapocalípticos para edificar remansos donde danzar sin respiro contra el sistema. Colectivos político-identitarios que no buscan la efímera felicidad, más bien intentan detonar las bases esquizofrénicas del capitalismo. Fiesteros politizados. Una revolución bailable. Toda pista es política.
Baile y experimentación con drogas son además una excusa para repensar al cuerpo como un territorio de reflexión. Semiótica de la carne. ¿Y qué cuerpos aparecen en el libro? Cuerpos subalternos, cuerpos negros, cuerpos trans, cuerpos latinoamericanos, cuerpos drogados, cuerpos siempre marginados. Cuerpos que, pese a todo, encuentran su redención en las pistas. Piensa Leo Felipe: “Una escultura hecha de carne y movimiento, tecnología del deseo en su gloria luminosa. Me encontraba frente a la pura belleza.”
Ensayo desorientado, lúcido, valiente, bello, plebeyo. Eso también es este libro. La deriva de un escritor que baila y pone el cuerpo como si la vida en la Tierra dependiera de su desempeño en el sucio dancefloor. Porque cuando todo se derrumba, cuando parece que la noche se muere, todavía nos queda el after. El cierre es para Leo Felipe: “Y después del baile de zombis, una paradita para recargar energías en ese bar que tiene una hermosa vista de la autopista Minhocão”. Daydreaming. Después, seguir girando.