Hace casi ocho años que Facundo Abalo dirige la editorial de la Universidad de La Plata, Edulp. Pero su vida siempre transcurrió entre libros, ya sea como autor o como editor. Hizo la carrera de Periodismo en esa universidad y luego realizó su maestría y su doctorado en temas vinculados con la Sociología del Arte. Participó de diversas antologías de cuentos y recientemente ganó el Premio del Fondo Nacional de las Artes en el rubro novela. Al frente de Edulp uno de sus objetivos fue la creación de un catálogo amplio que transcendiera las fronteras de la producción académica y estuviera dirigido a un público más amplio. En esta nota, cuenta qué es lo que se puede lograr a nivel editorial en una universidad pública.
-¿Qué desafíos te planteó el ser designado como director de la Editorial de la Universidad de La Plata, Edulp?
-Fue un desafío muy grande porque la editorial edita el material de 17 facultades y cuatro colegios que dependen de ella, lo que significa una variedad de disciplinas muy grande. Hay carreras desde Medicina, Fisica y Astronomía hasta todas las carreras de las Ciencias Sociales como Antropología, Sociología, Historia, Periodismo. Yo soy de la carrera de Periodismo de la Universidad de la Plata. Ese es mi lugar de base y mi lugar histórico de trabajo.
-¿Además de editar la producción académica entiendo que también editan ficción? Por ejemplo, Mi citas con Lao, de Guillermo Saccomanno salió por Edulp.
-Sí. Cuando me puse al frente de la editorial para mí era muy importante construir un catálogo que pudiera dialogar con la producción de cada una de las unidades académicas y con un público más amplio. Nos interesaba ampliar el público lector de lo que tradicionalmente han sido las publicaciones universitarias. Entonces comenzamos a construir un catálogo pensando en colecciones y en series que pudiesen salir de un registro académico más bien clásico y que fuesen de un acceso más democrático para el resto de los lectores, con libros que pudiesen estar en las librerías. Entonces, más allá de que en la editorial hay una serie específica que es la de libros de cátedra que publica los materiales de estudio de las diferentes cátedras de las 17 facultades y los 4 colegios, el catálogo que fuimos construyendo apuntaba a una divulgación más amplia de la ciencia.
-¿Y cuáles fueron esas colecciones destinadas a captar a un público más amplio?
-Creamos, por ejemplo, una colección de género que funciona muy bien y que es la que más títulos publicados tiene hasta el momento. Estos títulos van desde trabajos acerca de la violencia contra las mujeres, ensayos sobre masculinidades, toda la perspectiva queer hasta el último que hemos publicado sobre aborto y cuarentena que hicimos juntos con la Red de Socorristas Argentina. También creamos una colección de ficción.
-¿Qué géneros abarca la serie de ficción?
-Creamos una serie de novela, una de cuento y una de poesía. Allí publicaron autores como Guillermo Saccomano, Raquel Robles, Fernanda García Lao, Josefina Giglio, Marta Dillon…También publicamos una colección sobre viajes, exilio y dictadura en la que figuran autores como Noé Jitrik, Mempo Giardinelli, Angélica Gorodischer, Tununa Mercado y Alan Pauls, entre otros. También publicamos crónicas sobre ciudades donde también está Alan Pauls, Juan Becerra… Para mí era importante que pudieran convivir en un mismo catálogo los estudiantes, los docentes, los investigadores de la Universidad de la Plata con algunos escritores que han tenido su paso por esa Universidad y que hoy están en un lugar consagrado. Considero fundamental esa confluencia como una manera de darle visibilidad a la editorial y también a los autores más jóvenes que empiezan a publicar. Yo mencioné los más renombrados pero las series de novela, cuento y poesía tienen muchísimos otros autores. Otra cosa que para mí era muy importante era hacer una colección de divulgación científica para niños. Allí comenzamos a trabajar con los investigadores de todas las facultades para plantear algunos problemas de las ciencias, algo que dialogara con temas contemporáneos. Hicimos uno de satélites, otro sobre el uso el agua, otro sobre los museos y ahora acabamos de lanzar uno que se llama Qué es el género. La colección está dirigida a niños a partir de los 8 años y a preadolescentes y plantea algunos interrogantes que, por supuesto, no tienen una respuesta final y acabada, pero que intentan despertar algunas vocaciones científicas en edades tempranas.
-Entiendo que una universidad nacional puede permitirse un perfil de autores y de materiales que no son comerciales, del mismo modo que lo hizo la Biblioteca Nacional bajo la dirección de Horacio Gonzáles que, afortunadamente vuelve a estar al frente de las publicaciones. ¿Es así?
-Sí, tanto en el caso de la Biblioteca Nacional o de una Universidad como la de La Plata, no sé si en todas, lo que nos podemos permitir es un mayor margen de riesgo, porque la apuesta no está en los títulos que generen ganancias, sino en poder dar visibilidad a algunas temáticas o algunos autores que por lo que plantean o lo que escriben es importante que la Universidad pública siente una posición. Por eso nuestro objetivo nunca estuvo puesto en vender, cosa que en las editoriales independientes y en las comerciales es perfectamente entendible. Tener un respaldo de la Universidad para poder publicar a nosotros nos permite explorar otro tipo de materiales que no tienen necesariamente un destino comercial pero que, paradójicamente, funcionan muy bien. Nosotros hacemos libros en soporte papel, pero también, por una política de la Universidad, tenemos muchos libros digitales de descarga gratuita. Esto obedece a una posición ideológica que es la democratización del conocimiento. Por eso todos los materiales digitales están en un repositorio de la Universidad de La Plata. Como el libro en soporte papel para uno es un fetiche, tenía ciertas dudas sobre los materiales digitales, pero cuando comencé a ver las estadísticas de descargas de los libros, que algunas superaban las 20.000 de gente de los países más insólitos que uno pueda imaginar, cambié de perspectiva. Me di cuenta entonces de que la publicación digital es una herramienta superpoderosa para hacer circular lo que estábamos produciendo. Por eso, nuestra política es que cuando un libro sale en papel, luego de dos o tres años se digitaliza y se pone a disposición para la descarga gratuita. De esta forma vamos concretando uno de nuestros objetivos que es formar nuevos públicos lectores. Yo decía un poco en broma que había que “rockear” la ciencia y estas publicaciones digitales la fueron corriendo de ese lugar solemne, sacralizado, del imaginario que suele asociarla a algo aburrido o al servicio de unos pocos. La ciencia puede estar al servicio de muchas personas, sólo es cuestión de saber cómo comunicar eso. Para mí ese fue el desafío más grande: instalar a la editorial de la Universidad de la Plata en un lugar de producción de materiales que no sean solemnes, que sean contemporáneos y que puedan llegar a la mayor cantidad de gente posible.
-¿Cuántos libros publicaron en 2020?
– Publicamos 60. Mucho de ellos son en soporte papel y otros virtuales, de descarga gratuita.
-Es muchísimo, sobre todo teniendo en cuenta la crisis del sector editorial por la pandemia.
-Sí, también ese fue un desafío para mí, ver qué podíamos hacer en pandemia. Pero hay que decir que nosotros tenemos el respaldo de una universidad y los trabajadores y trabajadoras de la editorial son empleados de la institución, con lo cual tenemos una cuestión resuelta que es la cuestión salarial. Las correctoras, las diseñadoras, las maquetadoras, los editores… todos son empleados de la Universidad que hemos ido formando durante todo este tiempo.
-¿Dónde se consiguen los libros de soporte papel?
-En librerías de Buenos Aires, en algunas de Córdoba, Mar del Plata y Rosario. Pero el año pasado abrimos una librería propia que funciona en La Plata. Es una librería muy grande que tiene unos 5000 títulos. En ella se puede encontrar material de editoriales independientes y comerciales, pero también todas las publicaciones de las editoriales universitarias nacionales. Pone a disposición material producido por la Universidad de Tierra del Fuego, de Misiones o de Córdoba. Pasado mi primer año de gestión, lograr el objetivo fue muy importante para mí y lo pudimos concretar en 2019.
-¿Cuándo comenzó a funcionar la editorial en la Universidad?
– Hace unos 30 años, pero en el último tiempo, independientemente de mí, ha ido encontrando un perfil que era el que más me interesaba, que es el de una editorial de una universidad pública al servicio del pueblo, para decirlo en términos ideológicos. Una editorial que pueda llegar a todos el mundo, que tenga material de descarga gratuita. Los libros en soporte papel son muy baratos. Para mí era muy importante que no hubiera una restricción de orden económico, ni una dificultad en el acceso. Quería que el material siempre estuviera a disposición de quien lo necesite. Por suerte pudimos contar con muy buenos autores tanto en ficción como en ciencias sociales. En el caso de Saccomanno, por ejemplo, me dejó claro que a él le interesaba publicar en nuestra editorial porque le interesaba la educación pública. No le interesó lo económico, sino que hizo una apuesta por la educación pública y gratuita en un momento muy particular del país. Esa fue una bandera de muchos de los autores consagrados que publicaron con nosotros y que se interesaron en el catálogo. A Fernanda García Lao también le interesó formar parte de nuestro catálogo. Y así comenzó a ampliarse. Se sumaron Marta Dillon y muchos otros. La mayoría de ellos tiene su obra publicada en los grandes grupos, pero apostaron por una editorial universitaria. Eso fue una satisfacción muy grande para mí y también sirvió para que otros autores se animaran a acercarse.
–Los libros que vi, como el de Saccomanno, tienen una edición muy linda, muy cuidada.
-Sí, nos ocupamos mucho de la edición, del diseño. Algunos libros de ficción tienen dentro algunos papeles vegetales con ilustraciones. Hicimos el libro de Zamba. Entre todas las editoriales se eligió la nuestra para hacer el primer libro de Zamba. Es un libro desplegable, para utilizar en la escuela. Para mí el contenido y la forma van de la mano. Ese fue un mito a vencer: que las editoriales universitarias hacían libros feos o aburridos. Para mí era algo que había que desarmar desde el vamos. Los libros tenían que ser interesantes y visualmente atractivos. Trabajamos mucho en eso con un grupo que es muy bueno, que se toma apasionadamente su trabajo. Todos tienen puesta la camiseta de la educación pública y gratuita. Para mí el catálogo que tenemos es un orgullo, pero no es un orgullo personal, porque ese catálogo es un logro del trabajo colectivo, es un logro de la educación pública que durante los últimos años fue tan vapuleada, señalada y denostada. Para mí siempre fue muy importante mostrar que este catálogo se puede hacer en una universidad pública, que esos autores con esos nombres eligen publicar a través de la editorial de una universidad pública.