Los crímenes de Alicia, fue publicada en español por Planeta a comienzos de 2019. Más tarde se editó en Alemania a través de la editorial Eichborn Verlag. Resultó exitosa tanto en Argentina como en Europa. Recibió el Premio Nadal y hoy encabeza la “Lista de Crimen Julio 2020” de la revista Buch Markt que la considera la mejor novela policial del mes. Similar resonancia tuvo Crímenes imperceptibles, que fue llevada al cine por Alex de la Iglesia con el título Los crímenes de Oxford.
También la historia en que transcurre Los crímenes de Alicia, tiene a Oxford como escenario. Cronológicamente está situada en 1994, año en que la imaginaria Hermandad Lewis Carroll decide publicar los diarios del autor. Kristen, una joven becaria encargada de reunir los cuadernos originales para su publicación, descubre que hay una página arrancada. Y no se trata de cualquier página, sino de aquella en que Carroll se refiere a su ruptura con los padres de Alice Liddell, la niña que le inspiró su famosa novela. A partir de este hecho comienza a desarrollarse una compleja trama en la que no faltan ni los crímenes ni las teorías acerca de ellos.
Martínez tiene por lo menos dos pasiones en común con Lewis Carroll, la literatura y la matemática, disciplina en la cual tiene un doctorado. En una entrevista concedida en noviembre de 2019 a BBC.com afirmó: «La matemática y la literatura se unen en el hecho de que las dos ponen en jaque el sentido común». A tal punto está convencido de esto que escribió un ensayo titulado Borges y la matemática.
Los crímenes de Alicia es una novela que se encuadra dentro del género policial al que, sin embargo, le da una interesante vuelta de tuerca. Respecto de este tema le dijo el autor a Tiempo Argentino cuando se publicó Los crímenes de Alicia “Sí, es el rescate de un género que parecía superado por la novela negra. La novela de enigma quedó un tanto desacreditada, licuada respecto de la supuestamente más moderna novela negra. No creo mucho en las teorías que circulan sobre la novela negra y sobre lo artificioso de la novela de enigma. Pienso que en toda la literatura hay artificio y creo que la novela de enigma es un género tan noble como cualquier otro, si uno logra lo que pedía Borges: hacer una transgresión a las leyes de la narración policial. Él hablaba de la ´delicada infracción de sus normas. Creo que en esta novela intento algo así. El círculo de la novela de intriga, en especial de este género que es el Whodunit (el nombre remite a la contracción de Who has done it?, ¿Quién lo hizo)es muy bueno para intentar decir algo de epistemología, de filosofía. Si yo hablara de estos temas en una novela filosófica, sería un ensayo filosófico. En cambio, cuando se trabaja con la estructura policíal inmediatamente aparecen los temas de la verdad, lo demostrable, la fuerza de las conjeturas, los dobleces humanos. En Los crímenes de Alicia todo lo que Sharon ve está equivocado aunque es razonable. Eso muestra cómo lo que uno percibe puede estar totalmente errado. Los hechos se ordenan de una determinada manera y a partir de ese orden, según la mirada, cada uno puede decir cosas diferentes. Es lo que llamo ´la línea Pierre Menard´”.
Y agregó: “Para mí hay una analogía muy fuerte entre la escritura policial, el acto de ilusionismo y la demostración de un teorema. En Crímenes imperceptibles hay todo un acto de ilusionismo que lleva a cabo René Lavand.”
Esta revitalización del policial habla a las claras de que este antiguo género sigue gozando de muy buena salud y aún quedan en él espacios por explorar. En los últimos tiempos los festivales de novela negra se han multiplicado del mismo modo que se han multiplicado los autores y los premios.
Un detalle extraliterario no menor es que son muchas las mujeres, comenzando por Claudia Piñeiro, que cultivan este género que tradicionalmente fue, salvo excepciones, un territorio de hombres.
Un claro ejemplo es el Festival de novela negra de Gijón, el más prestigioso de España. Este año hubo tres mujeres argentinas que resultaron finalistas en diversos premios que otorga el Festival: Inés Krimer, Mariana Enriquez y Dolores Reyes. A esto se agrega que en la Argentina, quizá bajo el influjo de Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares, el género es muy vital. De hecho, en el festival mencionado, también quedó como finalista un escritor argentino, Kike Ferrari. El año pasado, además, Juan Sasturain, actual director de la Biblioteca Nacional, ganó el premio Dashiell Hammett.
Según parece, mientras existan enigmas que desafían la inteligencia, el viejo género del policial será siempre renovado y se mantendrá vigente.