El jefe de Gobierno de la ciudad, Horacio Rodríguez Larreta, acompañó los doce casamientos que se celebraron en el Teatro Colón. Aseguró en esa oportunidad que casarse en un lugar emblemático o participar del diseño de una plaza, era una excelente forma de participación ciudadana. Lo más lindo es que los vecinos hayan elegido.
En nombre de esa participación ciudadana, desde el 17 de febrero es posible celebrar la ceremonia civil de casamiento en lugares que fueron pensados para otra función: Rosedal (Avda. Infanta Isabel 900), Glorieta (11 de Septiembre 1901), Barrio chino (Arribeños y Avda Juramento), La Chacra de los remedios (Avda. Directorio y Avenida Lacarra), Marcó del Pont (Artigas 202), Espacio Cultural del Sur (Avda. Caseros 1750), Teatro 25 de Mayo (Avda. Triunvirato 4444), Usina del Arte (Agustín R. Caffarena 1) Es curioso que la participación ciudadana pase para el macrismo por cuestiones tan light como casarse en un entorno que no es el registro civil. Los reclamos de la ciudadanía por trabajo, derechos sociales, despidos y toda la serie de agresiones impuestas por el gobierno actual, son reprimidas con una violencia que recuerda los tiempos más oscuros de la historia argentina.
En lo que va del mes de febrero, se celebraron 12 ceremonias civiles de casamiento en el Teatro 25 de Mayo. Y para esto recuperamos el teatro, comenta Mónica, una de las integrantes de Vecinos por el 25 de Mayo, el grupo que en un acto de auténtica participación ciudadana recuperó un teatro emblemático de Villa Urquiza, donde cantó Gardel y que fue el espacio cultural del barrio por antomasia. Fundado en el año 1927, el neoliberalismo de los 90 lo arrastró a la ruina y fue vendido. Un Bingo, un supermercado o un boliche bailable eran las opciones de transformación. Ganó esta última y se le quitaron las butacas y el desnivel, se hizo una barra de cemento en la entrada de la sala y se destruyeron los palcos inferiores entre otros atentados propiciados por la mentalidad neoliberal de entonces.
Pero los vecinos reaccionaron y reunidos gestionaron durante el gobierno de Aníbal Ibarra que el teatro fuera comprado y reconstruido. Fue así que en 2004 se puso la piedra fundamental de lo que volvería a ser el teatro que había sido. Del discurso inaugural de las obras no sólo participaron los funcionarios, sino también los vecinos y se habló por ese entonces de un proyecto, que nunca llegó a convertirse en ley, de que la dirección del teatro fuera compartido por las autoridades gubernamentales y los vecinos. Esto evitaría que el gobierno de turno le diera cualquier otro destino que no fuera aquel para el que había sido creado. Pese a no haber prosperado el proyecto de ley siempre cajoneado por el PRO, este modelo de gestión inspiró a otros vecinos empeñados en recuperar otros espacios culturales como el Cine del Plata de Mataderos y el Taricco de Paternal.
El 21 de noviembre de 2007 se hizo la inauguración oficial. Los vecinos se habían encargado de juntar fotos y documentos para que el teatro tuviera hasta los colores exactos del original. Con el advenimiento de Macri como jefe de Gobierno en diciembre de ese año, los vecinos que fueron los verdaderos artífices de la recuperación del 25 de Mayo quedaron excluidos. Pablo Batalla, director de gestión cultural en ese momento, les sugirió con el cinismo propio del PRO que se fueran a recuperar otros establecimientos en peligro como el Cine Parque Chas, convertido en garaje desde hace más de 40 años.
El macrismo se apropió del teatro utilizándolo, por ejemplo, para que Ari Paluch y Fernando Parrado dieran charlas motivacionales al gabinete gobernante. Ambos disertantes cuyo discurso tenía que ver con la espiritualidad, cobraron cachet en dólares por sus funciones que, en vista de los resultados, no fueron muy eficientes.
El 25 de Mayo pasó a depender primero del Centro Cultural San Martín y, luego de la asunción de Larreta, del Centro Cultural Recoleta. La programación siempre fue casi nula y errática y jamás se reconoció la auténtica participación vecinal que logró su recuperación.
Cabe preguntarse si la recuperación de un teatro no cuenta como participación en mayor medida que la tilinguería macrista de un casamiento fuera de contexto. Carlos, integrante de Vecinos por el 25 de Mayo dice: Al principio se pudieron llevar a cabo en el teatro algunas actividades de Vecinos por el 25 de Mayo como talleres participativos en los que se abordaban temáticas vinculadas a lo cultural y a lo social. Durante la celebración del Bicentenario fue posible hacer dos charlas con gran asistencia de público, dadas por Osvaldo Bayer y Norberto Galasso. También hubo talleres participativos de canto coral, artes plásticas y murga. Pero luego de una charla sobre los modelos culturales de la ciudad de la que participaron entre otros Máximo Parpagnoli (Teatro Colón) y Juano Villafañe (Centro Cultural de la Cooperación), lo que coincidió con el conflicto del Colón, nos cerraron las puertas. Hoy la participación vecinal parece quedar reducida a anotarse en los talleres que son de muy alto costo y a la posibilidad de casarse en un espacio que llevó años y mucho trabajo recuperar para la cultura.
Un dato final: para casarse en el 25 de Mayo como en cualquier otro lugar emblemático de la ciudad hay que pedir hora con 60 días de anticipación y aunque se dice que la ceremonia no tiene costo adicional al que fija la Ley Tarifaria, Art. 76 inc. 5 para los matrimonios que se celebran fuera del ámbito del Registro Civil, los contrayentes deben saber que ese costo es de 5785$.
Pobre en ideas culturales, el macrismo tiene buenas ideas a la hora de recaudar. El traslado de un juez de paz para realizar un casamiento fuera del registro civil se producía con escasa frecuencia cuando alguno de los contrayentes no podía movilizarse y también cuando gente de dinero decidía hacerlo en otro sitio. Ahora, la posibilidad de traslado se multipicó y con ella la recaudación.
Según parece, además, para Rodriguez Larreta la ciudadanía es sólo aquella que está en condiciones de pagar para casarse casi 6.000$, que es más o menos el monto de una jubilación mínima o de un sueldo mínimo. El sentimiento de repudio e indignación de quienes recuperaron con su participación el Teatro 25 de Mayo es más que justo y sería bueno que lo entendiera así toda la ciudadanía.