Como sucede con frecuencia, es preciso que desde afuera se elogie determinado patrimonio argentino para que los propios argentinos tomemos conciencia de su valor. Esta vez se trata de la librería El Ateneo Grand Splendid, una de las sedes de Librería El Ateneo del grupo ILHSA, ubicada en la Avenida Santa Fe 1860 (entre Callao y Riobamba) al que el National Geographic mencionó como la librería más hermosa del mundo en un artículo que firma Brian Clark Howard.
Antes de ser una librería, el edificio era un cine-teatro que llevaba el mismo nombre que tiene en este momento. Sin duda, conservar su fisonomía de espacio destinad al espectáculo fue un gran acierto, aunque no lo fue tanto el aceptar un cambio de destino. Los porteños se deslumbraron en los primeros tiempos con la posibilidad de tomar un café en el lugar que ocupaba el escenario y descubrir, al mirar hacia arriba, la parrilla de luces y los múltiples elementos de tramoya que se utilizan en un teatro. Del mismo modo, resultaban atractivos los palcos donde los potenciales compradores podían sentarse a leer el libro que pensaban adquirir. Luego, como sucede con todo, la costumbre opacó la novedad y la librería–teatro se incorporó al paisaje cotidiano de la ciudad.
La nota del National Geographic viene a redescubrir un tesoro aunque ya en el año 2009 The Guardian la había mencionado como “la segunda librería más hermosa del mundo”.
“En una bulliciosa calle comercial en el moderno barrio de Recoleta de Buenos Aires, Argentina, -comienza la nota del National Geographic, se puede visitar un sereno templo de libros. La iluminación es suave, con detalles que muestran lo mejor de la artesanía de principios del siglo XX. Las conversaciones son silenciosas, como en una gran biblioteca, sin embargo, el espacio es tan cálido y acogedor que el café elevado en la parte de atrás de la sala cavernosa está lleno de clientes que leen y beben capuchinos y submarinos.”
El imponente edificio se construyó gracias a la iniciativa del inmigrante ucraniano Mordechai David Glücksman y se inauguró en 1919. En 1923 comenzó a transmitir desde allí Radio Splendid. También se instaló allí, en 1924, el primer estudio de grabación –en ese momento se decía “registro fonográfico”- de la Argentina, donde grabó nada menos que Carlos Gardel. En 1929 fueron exhibidas allí las primeras películas sonoras.
La cúpula del espléndido edificio fue realizada por Nazareno Orlandi. Mide 20 m x19 m x, 3, 64 y está pintada al óleo con una figura alegórica a la paz, ya que se realizó en 1919, luego de Guerra de 1914.
La obra de remodelación para convertir el antiguo cine-teatro en librería fue llevada a cabo por el arquitecto Fernando Manzone, quien respetó la fisonomía teatral del edificio y destinó 2000 metros cuadrados a los libros.
La librería se convirtió en uno de los atractivos turísticos de la ciudad. Es visitada diariamente por unas 3000 personas.
En el año 2000, sin duda un momento crítico de la Argentina, pasó a ser librería. Casi no se cuestionó que el monumental teatro fuera empleado para otro destino a instancias de la crisis que asoló al país a principios del siglo XXI porque los libros tienen prestigio social y porque el edificio con mínimas reformas que no alteran su esencia arquitectónica no desaparecería del paisaje porteño. Pero de todos modos, es lamentable que un cine-teatro emblemático de la Argentina haya tenido que cerrar sus puertas. En este caso, fue una librería, pero con un poco menos de suerte podría haber sido también un bingo, un supermercado o un boliche. Ése era precisamente lo que le esperaba al Teatro 25 de Mayo, ubicado en Triunvirato al 4400. Ya se le había sacado el declive a la sala principal y se instaba instalando una barra de tragos cuando los vecinos de Villa Urquiza reaccionaron, le exigieron la compra al Estado y fue reconstruido respetando exactamente los planos originales. Lo cierto es que en medio de una crisis, el cine-teatro emblemático Grand Splendid se vio obligado a cambiar su destino.
Existe una ley que, como tantas, no se cumple. Es la 14.800 y fue promulgada en 1959. De acuerdo con dicha ley, si un teatro es demolido, es obligación de su propietario construir otro en el mismo lugar. Es cierto que el Grand Splendid no fue demolido, pero no es menos cierto que su actividad cambió. Existe otra ley, la 24.800 (Ley Nacional del Teatro) que indica que el teatro “por su contribución al afianzamiento de la cultura debe ser objeto de promoción y apoyo del Estado Nacional”. Tampoco se tuvo en cuenta la importancia de la actividad teatral en el caso del gran teatro emblemático de la Avenida Santa Fe. Sin duda, es una muy hermosa librería, pero al alto costo de haber perdido un teatro.