La pandemia de coronavirus impone nuevas formas de participar del arte. Como si el futuro se hubiera adelantado en unas cuantas décadas y de pronto se hubieran cumplido todas las profecías de la literatura y el cine, la vida ha ensanchado su costado virtual.
El artista plástico Daniel Santoro inauguró ayer, martes 31 de marzo, a las 20, una muestra a través de Instagram. “Yo no entiendo nada de tecnología –aclara- pero Instagram es algo interesante, te llaman de todos lados. Pero ahora que están todos en casa, explota. Te muestran el plato de ravioles que están comiendo, lo que desayunaron…».
Luego de un breve diálogo sobre cómo las redes ponen en foco ciertos hechos triviales hasta trasformar la milanesa en un hecho épico, Santoro le adelanta a Tiempo Argentino unas horas antes: “En esta muestra virtual –yo voy a ser el catálago, voy a mostrar unos cuadros y a hablar de ellos. Este es un poco el adelanto de una muestra que pensaba hacer este año. En realidad estaban pautadas dos, una en Palatina, de menos volumen, y otra en el Palais de Glace, que está en obra y aunque todos pensaban que se iba a inaugurar antes de fin de año, parece que no va a ser así.”
“En lo que voy a mostrar –continúa- hay mucho material conceptual y habla un poco de los últimos años de macrismo. Voy a mostrar los libros en que están los bocetos, las ideas que luego desarrollo en los cuadros. Para eso cuento con la asistencia de mi hija. Ella me va a filmar y vamos a hacer una transmisión en vivo. Los que se prendan estarán en la inauguración, tendrán también una explicación del material y también podremos interactuar, lo que creo que va a ser interesante. Hay cuadros grandes, como de tres metros, con la temática de los bares que es algo que estoy trabajando en este momento.”
Asistir a una muestra guiada por el propio artista en la intimidad de su taller es todo un lujo. Santoro piensa a través de los pinceles. Alejado de la postura de la pintura como un sistema cerrado de formas y colores, él narra, filosofa, hace una verdadera ontología del peronismo.
Cuadernos de artista
Tal como lo había adelantado, comienza por mostrar en su recorrido por su propio taller los libros de los que parten sus ideas, unos cuadernos grandes, de tapa dura y encuadernación esmerada que suele o solía comprar en diversos lugares del mundo y que son algo así como el non plus ultra de los artículos de librería, objetos que tienen algo de la fascinación que provocaban los cuadernos de la infancia.
“En mis muestras yo suelo exponer también los cuadernos –cuenta- de donde surgen las ideas. Los cuadros se consolidan a partir de las imágenes que hago en los bares en estos cuadernos. Son apuntes, escritos, lecturas, dibujos. Por ejemplo –muestra- éste es el Manual del niño edípico y algunos cuadros tienen que ver con el desarrollo de este manual. Por supuesto, está centrado en la figura de la madre y hay escenas con alguna intensidad erótica. También hay ideas dibujadas como esta Eva flotante, una aeromadre, la madre de la patria que nos lleva y nos impulsa hacia las alturas. Es una Eva gorda, como un globo. Algunas de estas ideas solo quedan así, como dibujo. Otro manual sobre el que trabajé durante los años del macrismo, en especial durante los últimos dos, es el Manual del niño neoliberal en dos tomos.”
Santoro muestra también el dibujo de algunos aparatos técnicos como el de “la medición del goce del negro peronista”. “El negro cabeza –afirma- siempre está marcado por un exceso de goce. De esa manera se lo juzga desde el neoliberalismo. Por eso acá están todos sus objetos de goce: el automóvil, la casita y también hay un panel obturador de goce a través del que se lo pone a prueba. Se deduce que al cabeza, al peronista, le crece una glándula especial que es la que marca su necesidad de exceso de goce. Es un fractal del rodete de Eva Perón. Esta es la deducción científica. El crecimiento de esa glándula en la parte posterior del cráneo determina al negro gozante, ese que lo quiere todo, ese al que amonestan los gobiernos neoliberales diciéndole ‘ustedes se pensaban que podían tal cosa, que podían tal otra…”
También muestra un dibujo que es un análisis de la risa del Ceo, “el Ceo siempre ríe”, acota Santoro, “con la risa del burgués de la que hablaba Carlos Marx”.
Otro dibujo muestra la quebradura del árbol justicialista “y todas las desgracias que caen sobre el pueblo cuando el justicialismo está quebrado”.
Los medidores de la codicia humana también están desarrollados en sus cuadernos. “Todo la codicia humana se concentra en los museos de arte contemporáneo –afirma-. Todos los millonarios quieren tener su museo de arte contemporáneo. En un laboratorio se podría ver cómo la codicia humana produce sufrimiento en unos y exceso de goce en otros.”
Los bares
De sus maravillosos libros de artista pasa a los cuadros y muestra pinturas grandes sobre bares en los que están las figuras fundamentales de la cultura argentina.
Se trata de obras de gran dimensión. “Este es el gran bar La Paz contado de memoria –dice señalando a un lienzo de más de 3 metros y medio por dos-. A veces la memoria entra en una especie de ensoñación y muestra cosas que con el devenir del tiempo se tornan muy importantes. En La Paz había mesas de gente de partidos de izquierda, mesas de peronistas, muchas mesas de poetas. Hablo del bar La Paz y de todos los bares, como La Giralda.”
A continuación describe a sus parroquianos: “la cabeza parlante de Sartre, el niño revolucionario que lleva en una mochila la cabeza de Lenin y está en el reclamo de hacer la Revolución, el niño progresista de la década del 70 que se tapa los ojos ante el reclamo de hacer la Revolución, de pasar a los hechos (el niño progresista de los 70 tiene un típico pullover norteño con guardas de llamas). Nos sentíamos mucho más cómodos cuando podíamos hablar de ese reclamo noches enteras. El reclamo se ve reflejado del otro lado de la calle, una Avenida Corrientes de ensueño que es como un callejón. Del otro lado del callejón está la peluquería donde Eva Perón se hace el rodete. La peluquería es de Alcaraz, que es el hombre que le inventó el rodete. El rodete es una preparación, una forma de ponerse aerodinámica para ponerle velocidad a los hechos. De un lado están todas las disquisiciones, todas las teorías y, del otro, está el peronismo en su práctica.”
Un párrafo aparte en el cuadro merece El hombre de la barra de hielo. “un personaje fascinante de Martín Karadagián de Titanes en el ring”. “Mi vieja –agrega- llevaba la barra de hielo en pleno verano. Venía del mercado a pasos apurados y nadie la podía detener porque el hielo se derrite y eso es un poco la angustia del tiempo. También está Borges que, por un lado, es el gorila perfecto y, por otro, nuestro escritor, nuestro poeta más admirado. Es alguien que siempre se mete en el medio de las cosas y es alguien que siempre me inspira mucho. Borges mira a Alejandra Pizarnik. Alejandra encarnaba la angustia existencial, ella se va a suicidar y allí está la proyección de su angustia. Además, está nevando. Es un invierno ruso con todas las contradicciones y discusiones sobre la Revolución Rusa.”
Santoro pasa luego a otro bar en que el que sigue a Max Ernst cuando pone a todos los surrealistas en un mismo cuadro. Allí están David Viñas siempre subrayando el diario La Nación, Horacio González, el negro Santana, Nicolás Casullo, María Moreno, Luis Gusmán, Ricardo Piglia, Juan Sasturain, Hugo Mujica, Luis Tedesco…En el medio, mitad adentro y mitad afuera, está Jorge Alemán “que tiene un pie en España y un pie acá, entonces nunca termina de estar del todo”. Se trata de un mundo lleno de palabras. “Toda mi posibilidad de simbolización nació en estas conversaciones”, aclara Santoro. Afuera está el poeta trágico, el que se “alinyeró”, “el que se hacía sus propias ediciones a mano”. En el cuadro, pintado hace tres años, “aparece el gatito que se está yendo. Lo pinté para conjurar lo que estaba pasando. Por suerte se fue”.
Luego vendrá la serie de los gorilas durante el macrismo. Como en el cuento de las habichuelas mágicas, hay una soja mágica que crece gracias a los agrotóxicos. “De las hojas gigantes baja el gorilismo”.
Y el recorrido seguirá por el cine Podestá donde se proyecta El dependiente, un homenaje a Leonardo Favio, por el niño Edípico y por una gran cantidad de otras obras que incluirán al descamisado que se ha pasado cuatro años bajo la tierra y a la escuela pública.
Naturaleza muerta justicialista
Por fin, Santoro se detendrá en una naturaleza muerta justicialista: una botella de gaseosa cortada con coca y fernet, “una forma de ergonomía popular” y el choripán, “que es el pan justicialista porque no es solo es pan, sino que es pan y exceso de goce, la grasa saturada. El pan dulce también es justicialista porque es pan más azúcares. Las grasas saturadas y lo azúcares son la forma del pan justicialista. Siempre hay goce, no solamente alimentación. El pan solo es para otras revoluciones. La Revolución Justicialista necesita azúcares o grasas saturadas, si no, no hay Revolución.”
Los asistentes virtuales a la muestra preguntaron tanto sobre temáticas y signficados como sobre técnicas, mientras llovían los saludos.
Santoro mostró también múltiples cabezas de Evita y dejó, como siempre, la idea de que, además de artista plástico es uno de los grandes pensadores del peronismo o más bien que la plástica es su forma de pensar el peronismo, la más original y creativa.