Tiene que ver con el fútbol pero no habla del partido-River Boca ni del rendimiento de Messi en la Selección Argentina. Tampoco comenta las hazañas o errores de tal o cual jugador. No pontifica sobre los directores técnicos ni dice supuestas verdades incontrovertibles. La revista-libro coleccionable Don Julio sale a la cancha en cada número con 11 historias de fútbol que resultan apasionantes incluso para quienes no identificamos bien qué arco le corresponde a cada contrincante.
En este último número, por ejemplo, es posible leer la historia del llamado equipo de los presos que se formó en 2008 en el penal de Dolores; la de Soledad, la chica que hace jueguitos con la pelota en un semáforo y sueña con jugar al fútbol; la del Club Social y Deportivo «Dios es fiel» que se fundó hace diez año en Resistencia, Chaco, y que aún no tiene hinchas
Ignacio Fusco, que junto con Federico Bassahún es editor de Don Julio, habló con Tiempo Argentino de este proyecto cooperativo que integran también los editores de fotografía Victoria Irene y Jorge Benjardino, además de Nicolás Rotnitzky, Matías Tulián, Ariel Bargach, Gonzalo Suli y Alberto Miguelez que forman el Consejo de Redacción, más Delfina Laballos que es la diseñadora. Todos ellos son los artífices de una revista que habla del deporte más popular de la Argentina desde un lugar muy distinto y que, por eso, no se parece a ninguna.
–Esta es una revista que tiene que ver con el fútbol pero no es exactamente de fútbol. ¿Cómo nació el proyecto?
-Nació en 2012. Sacamos tres números en un año y luego paramos hasta que sacamos este último. La idea es que sea semestral. Hay un mundo referido al periodismo narrativo representado por Gatopardo, Etiqueta Negra, Anfibia y otras revistas más, pero no había nada relacionado específicamente con el fútbol. Si uno quería leer una buena crónica con un laburo de campo, con un viaje o un perfil de un jugador o una buena historia relacionada con el fútbol, prácticamente no podía hacerlo. Aquí sólo había cosas sueltas y lo que se había puesto de moda eran los cuentos de fútbol. Entonces dijimos: bueno, hagámoslo nosotros. En realidad se habla de periodismo narrativo, pero no comparto esa clasificación, creo que es periodismo. Quisimos lograr un espacio de lectura con el fútbol para se pudiera copar con eso también la gente a la que no le gusta el fútbol.
–¿El nombre Don Julio es una alusión irónica a Don Julio Grondona?
– El nombre nace de dos cosas. Primero nos preguntamos si había una frase o un nombre que resumiera o concentrara el fútbol argentino y salió Don Julio de una. Además, Don Julio es como lo llamaban los periodistas a Grondona. Había como una reverencia, una obsecuencia hacia él. No era Grondona ni señor Grondona, sino Don Julio. Nos parecía gracioso usar ese nombre que, además, a mí me parece una belleza porque suena muy bien. Es decir que tomamos el nombre Don Julio para hacer otra cosa.
¿En qué consiste esa otra cosa?
En el editorial del número uno explicábamos que en los medios en los que trabajábamos, yo trabajaba en Olé, hay un periodismo enlatado que usa lugares comunes. Están las famosas notas de color que tratan a las personas como si fueran títeres. Nos dijimos que sería bueno hacer todo lo contrario, sino aquello que a nosotros nos gustaba, lo que nos enseñaron, las crónicas que leíamos y nos copaban. Le pusimos Don Julio un poco para exorcizar el nombre, es una especie de juego A veces el fútbol no llama la atención porque todo el tiempo te hablan del ídolo. Está bien que muchos jugadores sean ídolo que gusten, pero también son personas que sienten igual que vos. Creo que cuando Cristiano Ronaldo se va a la cama debe tener los mismos fantasmas que cualquiera y que podrían ser tratados por los medios convencionales como notas de color. Nosotros quisimos tratar a todos como personas y la revista se fue transformando así en una revista de historias de vida.
¿Podrías dar un ejemplo?
Por ejemplo, algo que se engancha un poco con lo del Chapecoense, es una crónica sobre un argentino que estuvo en una matanza en Egipto. Si te limitás a la noticia, decís pobre tipo, pero si te ponés en el lugar de él que todas las noches cuando se va a acostar le viene la imagen de que hay 500 personas apretadas en un vestuario, quince de las cuales están muertas y acaban de tirar a su lado un hombre al que le falta una pierna, lo que nos planteamos como periodistas es de qué manera podemos reflejar lo que le pasa a ese hombre y cómo se vive después el horror.
–Claro, eso, además, puede interesarle a cualquiera aunque, como en mi caso, no sepa nada de fútbol. Sólo alcanzo a percibir que Mesi juega muy bien, que no le pueden sacar la pelota.
-David Foster Wallace dice que esos deportistas son los que nos ayuda a reconciliarnos con la idea que tenemos un cuerpo, nos muestra hasta dónde se lo puede llevar. Él habla de algo así como de llevar el cuerpo a su máxima expresión, un cuerpo mitad hombre y mitad luz. Parece imposible que alguien pueda hacer eso.
–¿Hay una falta de observación en el periodismo deportivo?
No lo sé. Si te dicen que hagas una nota para mañana es una cosa, si te dicen que la hagas para dentro de dos meses es otra. Nosotros tratamos de hacernos de ese tiempo porque creo que a la gente le gusta leer. Toda esa pavada de que la gente no lee no me la creo. Un texto de Carolina Aguirre que escribe para La Nación tiene como 6 páginas y rebotó en todos lados. ¿Por qué? Porque está bien escrito más allá del tema. Además, creo que también existe un hechizo que es una buena historia como la de los cubanos que figura en el último número de Don Julio.
–O la de los evangelistas.
-Exacto. Esa historia va funcionar hoy, va a funcionar mañana, funcionó hace 35 años. La revista tiene algo literario, no en el sentido de escribir lindo, sino en lo que tiene que ver con su esencia. Yo creo que si querés saber cómo se vivía en la década del 40 no vas a un diario ni a una revista, vas a una novela. No sé por qué joden tanto con que no se lee. Quizá no se lean tanto los diarios o las revistas, pero las librerías siguen vendiendo.
– De lo noticioso se ocupan mejor la televisión o las redes sociales por su inmediatez, pero al periodismo gráfico le queda la historia, la reflexión. Quizá ese sea el espacio que deba ocupar.
-Sí, no es que en nuestra revista haya grandes reflexiones, pero sí hay una reflexión solapada, hay una historia. En la Argentina hay gente del carajo, que labura muy bien en la crónica lo mismo que en el resto de América Latina, pero, como decía, no encontramos mucho específicamente de fútbol. A nosotros nos parecía que había un mundo muy copado para contar.
-Creo que la gráfica de Don Julio acompaña ese criterio. No está la gran foto del partido del domingo, en muchos casos hay equipos modestos.
-Sí, la editora de fotografía que se llama Victoria Irene decía algo así como que todas las fotos de fútbol tienen destino de poster, como si le sacaran la foto a un rey que siempre está bien y no transpira. Pero la vida no es eso. En la vida real salimos medio deformados, se nos ve el rollo, algunas cosa no nos salen. Por eso queríamos que la revista se acercara a la realidad. De hecho hay una crónica con escenas de la vida de Maradona en que no está Maradona porque hablar de Maradona y poner una foto de Maradona es tratar al lector un poco de estúpido si esa foto no dice nada. Por eso se nos ocurrió la idea de los dibujos tipo Alicia en el país de las maravillas.
–Sí, es una ilustración muy linda que sale de lo común y que desafía el prejuicio de que sólo la fotografía transmite información.
-Sí y no es que nuestro objetivo sea salir fuera de lo común, sino buscar. Yo aprendí mucho hablando con Fede de periodismo. Nos planteamos desde donde escribir una crónica, dónde nos paramos para hablar de una persona, quiénes somos para hablar de ella. Yo trabajé durante 10 años en Olé y he colaborado en diferentes publicaciones pero en ningún lado me han hablado de periodismo, ni me han enseñado cómo pensar una historia o como ver a una persona. Creo que eso sólo sucede en los talleres de tipos como Villanueva Chang. Yo nunca fui pero dice que están buenísimos. En los medios nunca me ha pasado, siempre se trata de ver cuál es la palabra más linda para el título, de escribir claro para que lo entienda la gente y vamos que tenemos que cerrar. En los medios no hay tiempo, no hay lugar, hay que llenar la sección. En Don Julio tenemos un refugio para hacer lo que se nos canta y ofrecer algo que puede ser feo o lindo, malo o bueno, pero lo cierto es que no está en otro lado por lo menos en el mercado Argentino.
–Quizás haya un menosprecio del lector al que le gusta el fútbol.
-Creo que sí. No sé si era Dante Panzeri el que decía esto, pero en todo caso siempre queda bien citarlo (risas). Creo que él decía que antes la gente se hacía de lo que decía el periodismo y ahora es al revés. El periodista terminó ubicándose en sus medios casi como un hincha. Yo amo el fútbol, escribo sobre fútbol y me gustaría seguir escribiendo sobre fútbol, pero la verdad es que creo que si el 4 jugó mal o jugó bien es una discusión que dura cinco minutos. Después tiene que haber otra cosa. Y ahí se abren diferentes caminos, la nota de denuncia, de ensayo o las historias.
–¿De qué forma trabajan?
-Partiendo de la base de que no sabemos nada. No sabemos nada de Agüero, ni de Messi, ni de nadie. No hacemos un copy-paste. Todo tenemos que salir a buscarlo.Si tenemos un dato, nos preguntamos qué podemoshacer con eso. Creo que cada crónica está cruzada por una palabra, ya sea el dolor, el abandono, el desarraigo o cualquier otra.