Leopoldo Brizuela deslumbró con Inglaterra, una fábula, novela con la que ganó el  Premio Clarín en 1999. Sin embargo, ya tenía una interesante obra publicada. Hoy, la editorial Bosque Energético rescata un texto personal de Brizuela, Diario del abandono.

“Encontré este texto entre los muchos cuadernos, biblioratos y cajas que dejó Leopoldo Brizuela en varios armarios de su casa de Tolosa, a media cuadra de La Plata, cuando murió en 1919 a los 55, relata Guido Herzovich, quien cuenta pormenorizadamente en el prólogo de Diario del abandono las circunstancias del hallazgo.

Brizuela –consigna Herzovich- trabajaba en la sección de Archivos Personales de la Biblioteca Nacional sin presupuesto para adquisiciones, por lo que su tarea consistía en persuadir a los herederos de escritores y artistas de que donaran su material a la Biblioteca. Esto le permitió ordenar su propio material.

“El texto que titulamos Diario de abandono  – explica-  estaba en una bolsa roja de  tela. Adentro había dos materiales envueltos  juntos en film transparente, del que suele haber en cualquier cocina. (Brizuela también dejó envueltas en film las mil páginas manuscritas de una  novela inconclusa 1986-1992”, en la que todavía trabajaba cuando escribió este diario  y aquí refiere como Tambora.) “.

“Debajo del film se veía una ficha rectangular que decía así en tres líneas: “Enero”.”(Apuntes sobre el abandono”). Enero 1991.”

El primer material era un cuaderno escrito con lápiz. El segundo, 140 páginas tipeadas, impresas y anilladas que se tomó como base para la publicación del diario, dado que en este original pasado en computadores se encontraban todas las correcciones realizadas por Brizuela respecto del material manuscrito que estaba dedicado a Luis Cebral y a la memoria de Haroldo Conti.

“No sé si llegó a ofrecérselo a algún editor. Le hubiera sido difícil publicar este texto íntimo e inclasificable, abiertamente homosexual pero tan alejado de cualquier militancia gay, en la primavera neoliberal de los noventa, mientras los conglomerados transnacionales fagocitaban las editoriales argentinas más importantes, muchas otras cerraban y las que ahora llamamos independientes seguían sin aparecer”, dice Herzovich.

Afortunadamente, por lo menos para sus lectores, nunca sabremos del todo si para él también, aunque todo parecía indicar que lo había dejado el texto listo para su publicación, este texto autobiográfico, este diario,  nos permite seguir disfrutando de la escritura de Brizuela, a quien pocos años le bastaron para posicionarse en un lugar de honor de la literatura argentina con  una voz genuina, que no se parecía a la de nadie ni obedecía a ningún tipo de moda literaria.

Diario del abandono

Entrar a este diario de Brizuela produce una sensación placentera sobre un trasfondo de cierta culpa. Aunque dicen que los diarios íntimos se escriben de manera secreta con la esperanza de que alguna vez sean leídos por otros, es difícil liberarse de la sensación de ser  un intruso que se mete subrepticiamente en la intimidad del otro. Poco importa si este diario se hizo público a través de su edición y si parece que el autor lo dejó listo para ser publicado.

El diario está dedicado a Luis Cebral y en memoria de Sara Gallardo, de cuya escritura fue un ferviente admirador y también uno de los responsables de que el nombre de esta escritora injustamente silenciado, volviera a circular y su obra concitara el interés que se merece.

La escritura de este diario comienza el 26 de diciembre de 1990 y dice. “Se parte de un supuesto: que hubo un abandono muy anterior a esta historia de amor de hoy. Que ese abandono me hirió tanto como para que ese dolor nunca muriera del todo. Más aún: como para que se conservara, casi intacto, debajo del olvido que aparenta volverme `normal`, pero dispuesto a resurgir  ante cualquier situación mínimamente parecida.”

La fecha en que termina el diario es febrero de 1991. Se trapa de una posdata en la que Brizuela escribe: “Haber dejado de escribir este texto, significa, en cierto modo dejar de escribir para vivir lo escrito. Escribirlo ha sido pasar por el dolor, enfrentarlo, para dejarlo atrás. O por lo menos, para convivir con él claramente».

Entre una fecha y otra se despliega la vida íntima de  un escritor excepcional.

En este diario consigna, entre otras cosas, que cada una de sus parejas supuso un gran sufrimiento, precisamente, por el miedo al abandono. Tal fue su sufrimiento que se siente como un inválido. “Pero he sufrido más, claro, dice en mis relaciones  homosexuales”.

Y agrega: “Mi relación más larga fue mi pareja con una mujer;  es cierto que hubo en ella momentos de intensa tortura, pero también de intensa felicidad, de intenso placer; y -lo que ahora me parece inconcebible-de calma y de descanso”.

“Es probable que al estar en pareja con una mujer –reflexiona- yo temiera menos el abandono porque quien me abandonó en mi infancia (o debería decir; mejor quien yo sentí que me abandonaba) fue mi padre. Pero no estoy seguro.”

El diario se interna luego en la reflexión acerca del amor homosexual, de la falsedad del orden que quiere domesticar a la vida cuando ésta es, realidad, es caos.

Tampoco falta el comentario negativo acerca de la religión dado que Dios es un invento «para enmascarar la nada».

El sufrimiento amoroso, el miedo al abandono es descripto pormenorizadamente en este diario en el que narra la decepción que el autor siente al levantar el teléfono con la certeza de que quien llama es el ser amado y que no sea la voz esperada.

También se refiere al abandono de la casa de sus padres en busca de independencia, de su escritura, de su terapia psiconalítica, de sus amores difíciles, de la música que también formó parte de su existencia, de sus recuerdos, de la vida en familia, de la relación con su padre…En fin, de la vida de un ser sensible que trata de abrirse paso en un mundo tan  difícil como lo fue siempre.

Este diario permite adentrarse en un costado íntimo de Leopoldo Brizuela y su lectura estará guiada por una voluntad de saber más acerca de una figura que se admira. De no ser por la originalidad de su escritura, por su capacidad creativa, Diario del abandono no sería sino un diario muy bien escrito de un ser sufriente que sabe expresar su sufrimiento. No sería poco, de todas maneras, pero este Diario de abandono alcanza su verdadera dimensión en relación con su obra literaria anterior. Representa la posibilidad de ver otros aspectos del autor de libros entrañables, originales y personalísimos. No existe ser humano sin conflictos, existencia sin dolor, pero este diario de Brizuela permite vislumbrar de qué modo ese sufrimiento ocasionado por  una gran sensibilidad se plasmó en una obra que, sin duda, ocupa un lugar más que importante en la literatura argentina.