La muestra fotográfica Destino final, que desde este sábado puede visitarse en las salas del 5° piso del Centro Cultural Kirchner, no solo da cuenta de una performance estética notable. Tampoco se la puede reducir a un ejercicio de memoria, aunque lo es y su valor es innegable. Se trata sobre todo de la puesta en escena de un acto de justicia, que si bien no tiene forma de enmendar lo irreparable, al menos consigue en el presente echar luz sobre aquello que con malicia quiso ser ocultado en la oscuridad del pasado.
Lo que se propone este recorrido, integrado por imágenes tomadas por el fotodocumentalista italiano Giancarlo Ceraudo, es que su testimonio convierta al visitante en testigo de la historia. Nada más, nada menos.
Destino final da cuenta del descubrimiento que el propio Ceraudo realizó junto a la exdetenida desaparecida y periodista de investigación Miriam Lewin, de cinco aeronaves comprometidas en los llamados “vuelos de la muerte” y de las planillas de vuelo correspondientes. Dos de los aviones, modelo Lockheed Electra, fueron encontrados en las ciudades de Buenos Aires y Bahía Blanca, mientras que los otros tres, modelo Short Skyvan, aparecieron en Inglaterra y Estados Unidos. Como toda investigación, esta también tiene un origen.
Como todos los veranos, es posible que hace más de 45 años las playas de Santa Teresita estuvieran llenas de bañistas una semana antes de la Navidad. Habría señoras caminando por la orilla, nenes cavando en la arena, chicas tomando sol, muchachitos jugando a la pelota y familias almorzando bajo las sombrillas.
Podría haber sido un día como cualquier otro al comienzo de la temporada, en uno de los balnearios más populares de la costa bonaerense. Podría haberlo sido, si no fuera porque ese día el espíritu piadoso del mar decidió acompañar hasta la costa los cuerpos sin vida de algunas mujeres. Y lo siguió haciendo, ante el horror de los veraneantes, hasta los primeros días del año siguiente.
En total fueron siete los cadáveres de mujeres que las olas depositaron sobre la playa de Santa Teresita entre diciembre de 1977 y enero de 1978. Entonces no hubo forma de saber quiénes eran, ni qué había pasado con ellas, y sus cuerpos fueron enterrados sin consignar identidad. Así permanecieron casi 30 años, hasta que el Equipo Argentino de Antropología Forense pudo identificarlos en 2005.
Se trataba, entre otras, de Azucena Villaflor, fundadora de Madres de Plaza de Mayo, sus compañeras Esther Ballestrino y María Ponce, y la monja francesa Léonie Duquet. Todas fueron secuestradas entre el 8 y el 10 de diciembre de 1977, torturadas en la ESMA y arrojadas vivas al mar en uno de aquellos vuelos. Recién en 2017, la Justicia confirmó la causa de sus muertes, cuatro décadas después de ocurridas, y condenó a los responsables.
Con curaduría de Arianna Rinaldo y coordinación de Flor Guzzetti, la exposición da cuenta de una larga búsqueda que recopila valiosa información sobre los vuelos de la muerte, incluidas fechas, itinerarios y nombres de sus pilotos. Documentos que luego representaron pruebas de acusación invaluables en manos de la Justicia argentina.
Destino final está compuesta por más de 90 fotos combinadas con recursos gráficos, gigantografías, videos y audios de testigos. Integran el archivo las imágenes que documentan el trabajo realizado por el Equipo Argentino de Antropología Forense, de centros clandestinos de detención, de sobrevivientes y familiares de las víctimas junto a textos del juez Baltasar Garzón, Taty Almeida, Horacio Verbitsky, Enrique Piñeyro, Alejandro Covello y el relato de Miriam Lewin, extraídos del libro homónimo, publicado en 2017. La exhibición confirma el poder de la fotografía y del compromiso en la búsqueda de la verdad.
Destino final, en el CCK
La muestra Destino final, del fotógrafo italiano Giancarlo Ceraudo, podrá visitarse a partir del 21 de mayo de miércoles a domingos, de 14 a 20 h, en el 5° piso del Centro Cultural Kirchner, Sarmiento 151.