Hoy, a las 12.30, hora argentina y 16.30, hora de España, se develó ante la prensa el nombre del ganador de la XXV edición del Premio Alfaguara de Novela, sin duda uno de los más prestigiosos del mundo literario.
Cristian Alarcón, novelista y periodista referente indiscutido del género crónica, resultó el ganador con su novela El tercer paraíso, escrita durante el aislamiento preventivo obligatorio impuesto por la pandemia. Su obra fue presentada bajo el seudónimo Daniel Vitulich. El jurado que la declaró ganadora por unanimidad estuvo presidido por el autor Fernando Aramburu, quien se hizo muy conocido en nuestro país a partir de su novela Patria, y lo integraron, además, los escritores Olga Merino y Ray Loriga, la escritora y librera de Lata Peinada; Paula Vázquez, editora y organizadora de la Feria del Libro de Guadalajara; Marisol Schulz Manaut y Pilar Reyes, directora editorial de Alfaguara, con voz pero sin voto.
Dicho jurado destacó “el vigor narrativo de una hermosa novela, con una estructura dual. Ambientada en diversos parajes de Chile y Argentina, el protagonista reconstruye la historia de sus antepasados, al tiempo que ahonda en su pasión por el cultivo de un jardín, en busca de un paraíso personal. La novela abre una puerta a la esperanza de hallar en lo pequeño un refugio frente a las tragedias colectivas. Como dice el autor, `la belleza comienza en la maravilla de las flores, tan hermosas como finitas, en las que siempre veremos el misterio que no puede ser resuelto`.”
“Se acerca el confinamiento de 2020 –sintetiza el jurado el contenido de la novela ganadora-y el protagonista siente la tentación de retirarse a su cabaña en las afueras de Buenos Aires para hacer frente desde allí a lo que pueda venir. Mientras espera, cultiva un jardín con todo tipo de plantas y flores. Su amor por la naturaleza le lleva a indagar en la formación del pensamiento científico, el nacimiento de la botánica y la gran aventura de las expediciones europeas del siglo XVIII. Al mismo tiempo, rememora la historia de su familia, que fue arrancada de cuajo de sus raíces en Daglipulli, Chile, por la dictadura de Pinochet. Poco a poco este escenario singular se ve inundado por el recuerdo de las humildes dalias que plantaba su abuela Alba, la presencia exuberante y amenazadora de la selva amazónica con la que se encontró Humboldt en 1799 y la seguridad controlada de los híbridos que compra ahora en viveros. En este paraíso en diferentes grados de conservación, el paisaje natural del Cono Sur se convierte en un personaje fundamental, con sus propios ritmos, con las huellas que dejaron los hombres que intentaron poblarlo. La historia, la botánica y el relato familiar confluyen en él y marcan el carácter del protagonista, sus elecciones vitales y su manera de estar en el mundo. Esta novela es un relato luminoso sobre la vida cotidiana de un individuo pero también sobre las tragedias colectivas que nos acechan. Lo pequeño, lo sencillo, ese paraíso personal que construimos como refugio es también, en última instancia, lo que siempre nos salva.”
De los 899 originales presentados, 408 fueron enviados desde España, 131 desde Argentina, 119 desde México, 87 desde Colombia, 57 desde Estados Unidos, 43 desde Chile, 29 desde Perú y 25 desde Uruguay.
El galardón está dotado de 175.000 dólares, lo que equivale a unos 154.000 euros, y una escultura de Martín Chirino.
El tercer paraíso llegará a las librerías en el mes de marzo.
Desde Buenos Aires, el escritor y fundador de las revistas Anfibia de crónicas y ensayos, y de Cosecha Roja, mantuvo un extenso diálogo con el jurado la prensa que transitó por diversos temas, pero que tuvo una constante: Alarcón no hace distinciones entre literatura y periodismo en lo que a escritura se refiere, no cree demasiado en la clasificación estricta de los géneros literarios y mira con cierto recelo otras clasificaciones binarias como ficción y no ficción. De todos modos, dijo que al escribir El tercer paraíso se sintió liberado del compromiso con la verdad al que está obligado cuando escribe crónica.
“La cocina tiene todo que ver con esta pandemia que nos sigue acosando. La novela fue escrita en plena pandemia en 2020 –dice respondiendo a una pregunta del presidente del jurado sobre la cocina de su escritura- primero en un retiro que me vi obligado a hacer en las afueras de la ciudad de Buenos Aires y luego este año, cuando la puede terminar, luego de sobrevivir a una de las cepas más temibles del Covid, recluyéndome en el sur de Chile donde ocurren los acontecimientos, primero en una casa antigua del pueblo donde nací, luego en una cabaña y más tarde en una casa en el lago Cavu hua que me permitía ver el atardecer más maravilloso que yo haya visto jamás. He tenido el privilegio de frenar el vértigo de mi tarea periodística. Siempre me he dedicado al periodismo, siempre he escrito libros, siempre he luchado por la literatura en el periodismo o por considerar al periodismo literatura, pero en esta ocasión decidí entregarme a la fabricación de un artefacto que espero que les guste a los lectores. Me alegra que le haya gustado al jurado. El relato es, por un lado, una historia familiar latinoamericana en la que también honro a quienes considero mis maestros que son los grandes escritores a los que he leído siendo quizá demasiado joven cuando vivía en la Patagonia. Yo he escrito historias suburbanas sobre jóvenes ladrones, he escrito sobre la guerra entre los narcotraficantes peruanos en la ciudad de Buenos Aires por la distribución de cocaína y a los 49 o 50 me reencontré con algo que tiene que ver con mis ancestros en la relación con la naturaleza que hoy muchos y muchas necesitamos. Es un redescubrimiento de lo botánico, un redescubrimiento de la vida más allá de nuestras urgencias, de nuestras emergencias. Esto nos resulta una aventura del conocimiento, un aprendizaje vital ante las circunstancias en que nosotros mismos como humanos nos hemos puesto en un punto de crisis global alimentando en lo cotidiano estos sufrimientos nuevos que nos permiten llegar a lugares a los que no sé si hubiésemos podido llegar ni no estuviésemos atravesando este momento.”
En otro momento de las respuestas, describió su novela como “una novela corta como las experiencias que podemos atravesar en pandemia. Hoy las experiencias son como ráfagas de viento. Nada tiene una continuidad, son pequeños capítulos que van tratando de sembrar de uno y otro lado de la narración, en el tiempo pasado de una familia proletaria campesina de un pueblo y en otro tiempo, de un sujeto que se reencuentra con sus ancestros a partir de la admiración y el cultivo de la palabra, el cultivo de flores respetando los tiempos de la palaba y dejando de ser sujetos de encierro en las ciudades.”
Más adelante expresó: “La novela tiene mucho de real. No dejo de ser el cronista que soy por convertirme en un escritor de ficción. Creo que, además, esa frontera es una frontera antigua, casi del siglo XX.” (…)Creo en la botánica, en el aprendizaje de aquello que está vivo, de aquello que debemos defender más que nunca porque en aquello que está en peligro está el futuro. Futuro es una palabra enorme que ha perdido sentido y a la que yo le busco la recuperación del sentido. Creo que esta novela es un ejercicio de introspección propia y, ojalá, también de los lectores, relacionada con lo vital a partir de la compresión de procesos que nos exceden. Así como nos excede la pandemia, nos exceden nuestros orígenes, nos exceden nuestros ancestros. Este es para mí un momento de profundo compromiso con el conocimiento. A mí lo que más me gratifica y me impulsa a hacer lo que hago es aprender sobre esos territorios de lo que somos ignorantes, cultivar la humildad de la ignorancia, reconocernos como incompletos, como faltos.”
Ante la pregunta sobre el origen de su novela contestó que nació de la desesperación y de la soledad, que nació del encierro “pero de un encierro paradójicamente liberado.”
No estuvo ausente de las respuestas la situación política actual de América Latina. El triunfo de la izquierda en Chile, su país natal, fue para el autor “una de las mejores noticias de los últimos tiempos”.
Como ya se lo advirtió uno de los miembros del jurado, se abre ahora para el escritor una larga gira promocional de su novela. Mientras tanto, en Argentina, donde Alarcón es uno de los grandes referentes de la crónica, la novela que llegará en marzo a las librerías despierta muchas expectativas y seguramente será esperada como uno de los acontecimientos editoriales del año.