Las decisiones políticas resuenan en los medios de comunicación, las versiones van y vienen como si se tratara de una brisa que sopla sin mayores consecuencias, y luego se pasa al siguiente tema. Sin embargo, detrás de los runrún que frivolizan y estigmatizan, hay personas reales que sufren las consecuencias de esas decisiones, por ejemplo, los miles de despedidos que no pueden reducirse a mera estadística.

El gobierno de Mauricio Macri decidió borrar de un golpe miles de puestos de trabajo y, con ello, miles de vidas quedaron en vilo. Porque junto al despido vino la voz envenenada de la difamación: “Son todos ñoquis”. Pero hubo una reacción, la lucha por los puestos de trabajo, por la dignidad que este conlleva, en lugar de atomizarse, se convirtió en un catalizador que unió a los trabajadores, que salieron a pelear solidariamente por sus derechos y a mostrar que su función hacía una diferencia.

En el caso de los trabajadores del Ministerio de Cultura, el espinoso camino que recorrieron se plasma en una muestra colectiva y multidisciplinaria, con un eje documental y otro artístico. Resiliencia, muestra temporaria en asamblea permanente se expone en el Centro Cultural Paco Urondo en el microcentro porteño.
La exposición comienza con una sección documental que contextualiza lo sucedido desde el cambio de gestión. Le sigue la sección Patrimonio, una suerte de museo histórico en el que el público puede vincularse con quiénes son estas personas a través de diferentes objetos de trabajo que ellos prestaron para la muestra. El tercer sector es de obras artísticas. A lo largo de la exposición hay retratos en gigantografías con audios de diferentes trabajadores (realizados por Valeria Dranovsky, Andrea Gaetano, Leandro Peredo) para que la gente escuche sus historias en primera persona mirando los retratos. El recorrido cierra con una habitación donde el visitante se acerca al concepto de resiliencia, que es el eje de la muestra, a través de un poema, algunos espejos rotos y un video.

La curaduría pertenece a Agustina Barbosa y Andrea Varchavsky. Tiempo Argentino charló con esta última para conocer los detalles de la exposición. “La historia comienza el 29 de enero cuando las puertas de diferentes sedes del ministerio aparecieron cerradas con candado y guardias con listas que impedían el ingreso a ciertos trabajadores. Algunos de los programas que cerraron son Cultura e infancia, Derechos humanos, Afrodescendientes y Café Cultura”.

La idea surge a raíz «del vaciamiento cultural que viene sucediendo desde entonces –del cierre de centros culturales a nombrar embajadores de la Cultura a Tinelli y Violetta», dice Varchavsky.

Junto con Barbosa comenzaron a trabajar en la gestión de esta exposición, que es colectiva y colaborativa. «Primero porque participan trabajadores y ex trabajadores del ministerio, aportando datos, objetos, vestimentas. Pero también numerosos artistas, como Rocambole, Gustavo Sala, Andrés Zerneri, artistas del MMO, Nazza Stencil o Chachi Veron, quienes exponen obras especialmente realizadas con la temática de los despidos o del derecho al acceso a la cultura», agrega.

Resiliencia

Varchavsky cuenta que esteconcepto tiene varias aristas, “desde la química se hacen ensayos sobre la tenacidad y la fuerza de los materiales, donde se puede medir su capacidad de resistir a las perturbaciones, reconstituirse e incluso recomponerse. También, lo toma la psicología: es la capacidad que tiene el humano para sobreponerse a circunstancias adversas o traumáticas. Nosotras también lo retomamos desde el Kintsugi, que es un arte oriental por el cual se recomponen las partes de una cerámica rota con un material parecido al oro, que resalta las cicatrices. Así se torna más bello y es un símbolo de renacimiento.”

La temática de los despidos y el acceso a la cultura tiene aristas que van de lo legal y lo político hasta lo artístico. La curadora cuenta que decidieron hacer un recorte desde su propio lugar, “desde nuestro pasado y cómo seguimos construyendo cultura. Pero no para hablar de nosotros sino haciendo link con el vaciamiento cultural y del Estado, y lo que sucede actualmente en el país. Es un trabajo metonímico, la parte por el todo, no podemos pretender abarcar todo el panorama en un solo recorrido, pero sí visibilizar una parte significativa y hablar de la dimensión humana, quiénes son estas personas y la pasión y voluntad que le ponían al trabajo.” «