Tal como lo dijo en el mes de marzo de este año en una reunión con periodistas, Alejandro Vaccaro, presidente de la Fundación el Libro, entidad organizadora de la Feria, desde la Fundación son optimistas pero también cautos respecto de los resultados de este nuevo encuentro que tendrá lugar entre el 27 de abril y el 15 de mayo.
El discurso inaugural estará a cargo del escritor Martín Kohan y por primera vez será traducido al lenguaje de señas, la ciudad invitada de honor será Santiago de Chile y habrá importantes invitados internacionales entre los que se cuenta nada menos que Fernando Aramburu, el famoso autor de Patria; Arturo Pérez Reverte; el poeta chileno Raúl Zurita, Ida Vitale e Irene Vallejo. Todo está preparado como para que la edición sea una nueva gran fiesta.
En el mundo editorial existen algunos temores respecto del resultado final que conviven con una expectativa esperanzada, pero también cauta. El año pasado, luego de dos años aislamiento debido a la pandemia, la Feria batió el récord de concurrencia. La visitaron1.324.500 personas.
Sin embargo, este año las condiciones son distintas. La escasez de papel y la inflación golpean también a la industria editorial que, luego una estrepitosa caída en 2019, venía en una lenta recuperación. Mientras que en 2015 la producción fue de 129 millones de ejemplares, en 2019 descendió a 26 millones.
De todos modos, por razones que incluso los propios organizadores no se explican del todo, la Feria siempre convoca multitudes y acerca al mundo del libro, sobre todo, a personas que no pertenecen a él, pero que siempre encuentran entre la enorme variedad de libros de diferentes temáticas y disciplinas algo que les interese.
Este año, además, puede tomarse con un indicio de buen augurio la enorme cantidad de originales para el concurso de libros de cuentos inéditos que organiza la Feria.
¿La alentadora cifra del año pasado se repetirá también en éste o, por lo menos, se mantendrá el nivel de concurrencia promedio? Esa es la pregunta del millón.
La opinión de los editores
En una entrevista con la agenda Télam dice Gastón Levin, director de la filial argentina de Fondo de Cultura Económica: «dadas las circunstancias, no creemos que sea una feria extraordinaria en términos de ventas, por ejemplo. Sin embargo la feria siempre tiene un gran poder de atracción sobre una cantidad enorme de público que va poco a las librerías y que suele visitarla para ponerse un poco al día».
Por su parte, Mario Méndez, autor de literatura infantil y juvenil y editor de Amauta le contesta a la misma agencia: «La Feria siempre nos pone expectantes, a todos los miembros de la comunidad del libro, autores, editores, libreros, promotores, especialistas. Es, sin duda, una fiesta. La del año pasado, por ejemplo, luego de dos años de pandemia, explotó de gente y fue exitosísima. Este año, a pesar de los problemas para imprimir (el papel está carísimo, aumenta sin parar y encima, ¡escasea!) igual la mayoría de las editoriales haremos el esfuerzo de presentar novedades».
«La expectativa –dice Ignacio Portela de editorial Sudestada-es que sea una buena feria, el año pasado fue una muy buena feria para todos. Y lo que esperamos es que se mantenga el nivel de concurrencia y que el problema económico actual que estamos atravesando, con una situación de inflación complicada que hace que los gastos secundarios no sean de primera necesidad no influya en eso. El gran miedo es que la inflación haga que las ventas bajen, pero si se pueden mantener estaremos felices»,
El temor y la esperanza parecen equilibrarse en las declaraciones quizá porque los resultados, con ligeras variantes, a excepción del año pasado en que la cifra de concurrencia fue récord, fueron siempre parejos en un país en que la economía suele tener movimientos abruptos. La Feria ha salido airosa incluso en una recordada edición en que la suba del dólar durante el encuentro mismo hacía peligrar el equilibrio económico de las editoriales.
Expectativas
Este año, los stands se ocuparon enseguida, lo que puede ser tomado como un buen augurio. Los invitados nacionales e internacionales son tentadores para los lectores y, como siempre, las actividades culturales son muchas y diversas.
A esto se suma la celebración de los 100 años de la edición de Fervor de Buenos Aires, el primer libro de Jorge Luis Borges, un autor que convoca incluso a quienes no lo han leído, porque es una suerte de marca nacional. Éstas son las la razones por las cuales los organizadores, en el encuentro con la prensa que se produjo en el pasado mes de marzo, con cautela expresaron que esperan que el nivel de concurrencia se igual o superior al del año pasado.
También son auspiciosos los niveles de ocupación hotelera que se produjo durante Semana Santa, aunque, por supuesto, el turismo y la industria editorial son dos actividades bien distintas.
Por otra parte, el chequelibro que se otorga con la compra de la entrada y las ofertas que arman las propias editoriales constituyen un incentivo adicional. El precio de las entradas, además, debido a la inflación, hoy resulta más bajo que en el momento en que se instituyó. El valor es de 800 pesos de lunes a jueves y de 1200 los viernes, sábados, domingos y feriados. El ingreso será gratuito para menores de 12 años y también de lunes a viernes para estudiantes, jubilados y pensionados. Todos estos elementos justifican el cauto optimismo de los organizadores.