La industria internacional del espectáculo, primero, e inmediatamente después la local, han comenzado a experimentar las consecuencias financieras de la pandemia de coronavirus, en una caída en picada de la actividad sobre cuyas consecuencias nadie se atreve a dar precisiones.

Todo el «show business» mundial, con epicentro en los Estados Unidos y Europa, se encuentra jaqueada por una coyuntura inesperada, que condiciona a múltiples industrias, compañías, artistas, géneros y negocios. En lo global, el cierre de teatros, salas cinematográficas y diversos espacios de cultura y entretenimiento y la cancelación de giras mundiales afectaron fuertemente a los grandes jugadores del sector, como Disney Company, que cerró las puertas de sus parques temáticos en EE UU y en Europa ante la crisis sanitaria global.

Broadway, el centro neurálgico teatral de Nueva York (y de casi todo el mundo) está literalmente paralizado y sin fechas de apertura por temor a las consecuencias del Covid-19. También quedó cerrado el mítico Madison Square Garden, y la casi totalidad de las salas de cine de ese país, medida que afecta de manera directa la producción de Hollywood.

En Buenos Aires, las cosas no están mejor. El jueves último, el gobierno porteño –en sintonía con el de la provincia de Buenos Aires– suspendió de manera preventiva todos los eventos culturales que se encontraban bajo su órbita. El decreto 2020/140 firmado por Horacio Rodríguez Larreta suspendió las actividades en el Teatro Colón, el Complejo Teatral Buenos Aires, el Centro Cultural Recoleta y La Usina del Arte. Sólo dejó una puerta abierta para la realización de espectáculos con un máximo de 200 espectadores.

De esta forma, una multiplicidad de espectáculos que iban a realizarse en las próximas semanas (donde resaltaban los shows de Soda Stereo, Fito Páez, Las Pelotas, Wu-Tang Clan, Karol G, entre muchos otros) fueron virtualmente cancelados o reprogramados (como el festival Lollapalooza, con nuevas fechas en noviembre próximo) en el mejor de los casos.

«Esto es algo inédito en la producción de espectáculos. Primero se cancelaron giras en Oriente, luego Europa, Estados Unidos y hasta concentraciones masivas como el fútbol o la NBA, pero esto fue creciendo exponencialmente en todo el mundo y en la Argentina afecta desde el pequeño productor local hasta las grandes corporaciones –afirma Daniel Grinbank, uno de los principales productores de espectáculos del país, en diálogo con Tiempo–. Live Nation es la empresa de espectáculos más grande del mundo y en estos días perdió el 50% del valor de su paquete accionario. Disney sufre lo mismo y todas las empresas que cotizan en Bolsa también. Por eso es terrible lo que sucede, porque dejará secuelas en el mundo del entretenimiento por mucho tiempo, sobre todo porque las pólizas de caución no cubren las pandemias o catástrofes, lo cual hace que el margen de pérdidas se incremente sustancialmente día tras día. Hoy nadie puede decir exactamente lo mucho que se perdió y lo que se perderá con todo esto».

El teatro local tampoco escapa a la incertidumbre. Si bien las salas con menos de 200 butacas todavía pueden seguir operando, en la avenida Corrientes se palpa el temor de productores, artistas y trabajadores del rubro. «Todo es incierto todavía, para toda la sociedad, y el espectáculo no es ajeno a eso. Tampoco sirve trabajar con un esquema de 200 espectadores: sería mantener una agonía que no es efectiva para parar lo que vendrá», avisa Sebastián Blutrach, presidente de la Asociación Argentina de Empresarios Teatrales.

En el cine también se sienten los coletazos. El primero fue la cancelación del estreno de Corazón Loco, la nueva película de Adrián Suar. Para Vanessa Ragone, presidenta de la Cámara Argentina de la Industria Cinematográfica, la situación es más que  tensa: «Por el momento la actividad es normal, pero en algunos países todo comenzó a limitarse y lo mismo podría pasar acá. Nadie puede asegurar que puede suceder en el corto plazo». «


Religión

Todos los cultos religiosos también están suspendiendo sus celebraciones o restringen el número de asistentes a los templos.


Museos cerrados y la incógnita de la Feria del Libro

La decisión tomada esta semana por los estados nacional y porteño, decretando el cierre de todos los espacios culturales de la órbita oficial (museos, teatros, cines y centros culturales) y la suspensión de sus agendas, no es inédita. Gobiernos de otros países ya habían aplicado medidas similares para minimizar los riesgos de contagio del Covid-19, restringiendo las actividades públicas que congregan en un mismo espacio a gran cantidad de personas.  El Museo del Louvre, en París, había anunciado el viernes el cierre de sus puertas por tiempo indefinido, aplazando sin fecha las muestras especiales programadas. Lo mismo decidió la alcaldía de Madrid, cerrando todos los museos de la capital española hasta nuevo aviso. Costa Rica y Panamá, por ejemplo, cancelaron sus festivales de cine. Los organizadores de la Feria del Libro de Londres ya habían anunciado su suspensión a una semana de inaugurarse, y lo mismo ocurrió con la que debía celebrarse en Leipzig, Alemania. Sobre la de Buenos Aires, que debería comenzar el 28 de abril, aún no hay una decisión tomada.