Hasta el 4 de junio podrá verse en el Museo Histórico Nacional a exposición «Cándido López, entre la pintura y la historia», que exhibe parte de la obra del pintor argentino que participó de la Guerra de la Triple Alianza, también llamada con sarcasmo La Guerra de la Triple Infamia por lo que significó la funesta alianza contra el Paraguay de Uruguay, Argentina y Brasil. Los paraguayos la llaman la Guerra Grande. Esa guerra diezmó su población de hombres jóvenes dejando mujeres viudas con niños pequeños y acianos que por su edad no participaron de la guerra
La muestra incluye la mayoría de las obras que Cándido López, llamado el mando de Curupaytí por haber perdido su brazo derecho en esa batalla por efecto de una granada, realizó con relación a este conflicto bélico y que fueron donadas por el Ministerio de Guerra y Marina en 1895 gracias a la gestión de Adolfo P. Carranza, primer director de la institución.
El proyecto original del artista, según noticias de su familia, era realizar un ciclo de noventa óleos, de los que llegó a pintar poco más de cincuenta. Veintinueve de ellos fueron expuestos en los salones del Club Gimnasia y Esgrima en marzo de 1885 y luego adquiridos en 1887 por el Poder Ejecutivo Nacional que son los que forman parte del patrimonio en guarda del Museo.
La exposición invita a conocer la peculiar obra de este artista que relegó los pinceles para enrolarse como soldado en el ejército y que, siendo diestro, debió reeducarse para pintar con su mano izquierda y poder así proseguir su vocación. Cándido López era hijo de argentinos y nació en Buenos Aires el 29 de agosto de 1840. Murió en la ciudad de Baradero el 31 de diciembre de 1902.
Entre el 1861 y 1862, se dedicó a hacer retratos basados en daguerrotipos, para lo cual se asoció con Juan Soulá. Ávido de aprender, solicitó una beca para estudiar pintura en Europa que le fue denegada. En 1865, en Buenos Aires, se pone en contacto con el pintor italiano Ignacio Manzoni. Luego parte hacia San Nicolás donde trabaja como retratista por un tiempo, pero cuando estalla el conflicto bélico se enrola en el Ejército sacrificando su vocación pictórica.
Esta decisión que le costó la pérdida de su brazo derecho en 1866, al mismo tiempo fue, paradójicamente, la que lo hizo pasar a la historia como el pintor de la Guerra del Paraguay. La temática bélica le permitió desarrollar una pintura personal que suele enrolarse dentro de las expresiones del arte naif.
Además de sus valores pictóricos por la preponderancia que le da a los campos de batalla en relación con los protagonistas, su pintura también constituye un documento histórico. En los últimos años su obra ha sido revalorizada y considerada como un patrimonio cultural valioso y singular. La muestra puede verse de miércoles a domingos y feriados de 11 a 18 en el museo de Defensa 1600, en el barrio porteño de San Telmo.