El taller El cuervo, de Pompeyo Audivert, fue el estímulo  propicio para que Andrés Mangone e Ivana Zacharski, gestaran la obra. En el libro intervino, según le dice Mangone a Tiempo Argentino, otro factor como la pandemia, que obligó al aislamiento mientras la obra se estaba ensayando con un nutrido elenco integrado por Renata Aiello, Zoe Baez, Paz Camelli, Julián Castellano, Sol Wenceslada De Oliveira, Adolfina García Zavalía, Lucía Grosso, Kevin Joyce, Jazmín Levitán, Laura Manghi, Jose Molfese, Lucas Otero, Lucía Rabey y Amarillo Rue.

De cómo fue la gestación de ambos proyectos dialogó Mangone con Tiempo.

-¿Qué es Insomnio Pizarnik y cómo surgió?

Es el resultado de una investigación con un grupo de investigación teatral del estudio El cuervo de Pompeyo Audivert . Yo estoy a cargo desde hace muchos años del taller de producción de obra. El producto de esa investigación fue Insomnio Pizarnik, una especie de intervención teatral, la toma de una casa con un cuerpo Pizarnik que nos guía por la noche de ese  insomnio en el que hay una cantidad de cuerpos que son sus reflejos y que tienen distintos tipos de escena, siempre desde la posición de una supuesta Alejandra,  que visita una casa durante su insomnio. Esa fue una experiencia de 2019. Teníamos una programación para 2020 que se cayó por la pandemia.

-Pero la obra estuvo dirigida por vos y por Ivana.

Sí, Pompeyo no tuvo nada que ver, es el dueño de la escuela donde yo hago el taller habitualmente. La intervención teatral en todo momento fue con una palabra improvisada, salvo por la fuente que es la lectura incesante de la autora para una asociación libre posterior. Ahí uno escucha voces Pizarnik pero en el atravesamiento de la actuación y la singularidad de cada actriz y cada actor. Cuando el proyecto se interrumpió por la pandemia, hicimos algunas reuniones por Zoom. Al principio, como uno no sabía cuánto iba durar, manteníamos cierto nivel de ensayo  con charlas, con algunas prácticas técnicas. Pero el aislamiento se alargó, fuimos proponiendo apuntar escrituras a partir del recuerdo de las posiciones de actuación, de esas voces improvisadas. Cada uno y cada una fue escribiendo, nos lanzamos a un proceso de escritura y luego concebimos la idea de que podíamos constituir un libro en un sentido dramatúrgico que tiene las características de un especie de poemario con parlamentos largos uno seguido de otro. No es una obra tradicional con diálogos, sino desarrollos dramatúrgicos de intervenciones individuales  que es el formato de la instalación. La mayoría de los funcionamientos son en espacios no convencionales donde hay cuerpos aislados que tienen su escena-monólogo.

-Es decir que ese libro nació del aislamiento.

-Sí es una especie de salvataje de nuestra instancia de aislamiento para producir algún avance en nuestra investigación. Lo logramos y ahora tenemos nuestra propia fuente dramatúrgica para lo que sigue siendo improvisación. En vez de leer a Pizarnik, nos leemos a nosotros mismos con esa posición que tenemos sobre el teatro como fenómeno-medium a través del cual recuperamos voces de nuestros artistas o, en este caso, de nuestros poetas y los hacemos hablar a través de nosotros bajo la instancia de la actuación, un fenómeno ardoroso y potente en el cual nuestros ancestros vuelven y mantienen una palabra actualizada que pertenece tanto al actor o a la actriz como a aquel que está convocado por la maquinaria médium, en este caso, Alejandra Pizarnik.

-¿Por qué eligieron la figura de Alejandra Pizarnik?

-En términos de lo que es nuestra investigación, es una cuestión secundaria, porque la nuestra es una investigación formalista y la ocupación de espacio y el tiempo con los cuerpos, los objetos y el fenómeno central de la actuación no depende de ningún actor en particular. Lo que nos gusta es tener fuentes para la asociación de una palabra liberada para que la asociación tenga cierta dirección y unidad colectiva. Elegimos Pizarnik como en otras ocasiones hemos elegido a Orozco, a Juarroz o a Shakespeare. Pizarnik nos parecía muy potente en lo individual y nosotros íbamos a trabajar maquinarias individuales de la teatralidad.   

-Pero es llamativo que las referencias que hacés sean todas de poetas.

Sí, generalmente la palabra poética es la que resulta más familiar en nuestro trabajo porque buscamos una palabra rota, fogosa, disonante, atrevida, que altera el carácter ordinario de su nacimiento. Buscamos la palabra que está bajo el estadio de la actuación. Esa es  una palabra con un filo venenoso, no es racional y descriptiva, sino que forma parte de un fenómeno radical de la intervención en la actuación.  La palabra más familiarizada con nuestra investigación tiende a ser la de los poetas.

La obra Insomnio Pizarnik se presentará en el Centro Cultural Mercedes Sosa, Humberto 1° 378, CABA, a las 20.  Allí mismo se podrá adquirir Insomnio Pizarnik. La jaula se ha vuelto pájaro