La obra marca el debut como dramaturga y directora de Paloma Contreras. Humor negro en un centro de estética, para hablar de la soledad y la alienación.
En la puesta, en medio del agua que arrecia en Buenos Aires, una empleada desaparece de forma misteriosa. Entre el encierro y el miedo, surge la muerte y la fragilidad entre estas mujeres de un negocio que promete armonía. “Todo es caos y confusión, y también todo es mágico y traumático. La obra es un poco oscilar entre esas cosas, y lo que siento es que hay mucho espacio para el cinismo y poco para la ternura. En circunstancias como estas pienso que es donde más se debería ajustar ese punto, liberar esa energía, que la tenemos, y es nuestra también. No hay ‘wellness’, no hay bienestar posible si no circula entre todos un poco más de amor y de ternura”, dice Contreras sobre la historia que protagonizan Malena Villa, Victoria Baldomir, Candelaria Molfese y Pilar Viñes.
La obra tuvo un origen claro. “En un seminario con un grupo de actrices, a partir de la investigación sobre el mundo de los centros de estética, planteé que a mí me interesaba dirigir y hacer la dramaturgia”. Pero nada de lo que se refería a los tratamientos de belleza le importaba mucho. “Me interesaba la perspectiva de la precarización laboral de estas mujeres, la precarización de toda la ciudad, una Buenos Aires en la que llueve y llueve y está todo anegado. Yo lo escribí antes de la pandemia, recién aparecía el Covid en China y yo estaba en el campo, alejada, pero evidentemente hay un montón de cosas que una absorbe y vuelca, y después dice: es por acá”. Fue por ahí entonces, y lo que sucedió, como siempre ocurre en un proceso de lectura, fue sorprendente. “En el proceso de dirección, cuando se empiezan a sumar las actrices, se agrega otro elemento súper vital y que refuta o refuerza cosas de tu propio material, y lo que aparece es como una especie de mamushkas. Y eso es muy hermoso”.
-Antes, las obras tenían una continuidad y se decía que eso era fundamental para que encontraran su máxima posibilidad de desarrollo. Ahora los modos de producción imponen interrupciones permanentes. ¿En cuánto afecta y en cuánto beneficia eso la búsqueda?
-De alguna forma lo vas pensando todo el tiempo, y más después de la pandemia. Con este proyecto íbamos a estrenar en junio de 2020, en una sala que ya no existe. Entonces, el deseo de representarla se da por dos cosas: porque logramos mostrarla y el público respondió, y porque las actrices se encontraron abrazando cada vez más la obra, y eso permitió una resignificación a partir de las funciones. Ahí hay un deseo, e incluso, felicidad. A diferencia de lo que pasaba en los ’90, donde el fenómeno teatral daba un tiempo para que las puestas se pudieran instalar, y por ahí iban de martes a domingo; nosotros estamos una vez por semana. No sé si es lo ideal, pero es la manera en que podemos concretar nuestros proyectos. Y eso que parece que no, es una ventaja. Puedo decir que monto mi obra, la escribo, la dirijo y puedo concretarla, y que viene la gente a la sala. Si sólo dependiera de ciertos funcionarios o de ciertos productores, no podría hacerlo. Acá hay propuestas muy buenas, muy novedosas, que abogan por búsquedas en todos lados y de cualquier tipo. También lo permite el contexto: hay cierta regulación para que puedas existir como cooperativa, que vos me hagas una nota por esto y que no caiga en el terreno de lo amateur. Es una ganancia. Por eso es tan complejo pensar cómo es la subvención del arte.
Contreras dice que piensa en la dirección casi desde el momento en que se hizo actriz, porque “siempre está en la fantasía de los que hacemos teatro». Otra novedad la emociona: “En agosto comenzamos los ensayos en el Teatro Cervantes de una obra de Mariana de la Mata, que dirige Leonor Manso, que es mi madre. Y en el elenco estamos con Ingrid Pelicori, Gustavo Garzón y sus hijos Juan y Mariano Garzón.
-¿Es la primera vez que vas a ser dirigida por tu mamá?
-¡Sí! ¡Y me muero de ganas! Estamos recontentas.
Una obra escrita y dirigida por Paloma Contreras. Con Victoria Baldomir, Cande Molfese, Malena Villa y Pilar Viñes. Voz en off: Pilar Gamboa y Rafael Spregelburd. Sábados a las 20 en El Portón de Sánchez, Sánchez de Bustamante 1034.
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