Columna de opinión de Osvaldo Barattucci, reportero gráfico.
El 25 de enero de 1997 nos cambio la vida. La Argentina no volvió a ser la misma después del asesinato de José Luis Cabezas. No solo les cambio trágicamente la vida a sus familiares y amigos, nos cambio la vida y el lugar a los reporteros gráficos. La Argentina de la impunidad, de la pizza con champagne, de las zonas liberadas, de las mafias policiales y económicas, nos había asesinado a un compañero, ese 25 de enero nos mataron un poco a todos los que ejercemos esta querida profesión. Pasamos de estar detrás de las cámaras documentando los pedidos de justicia de familiares de otros asesinados (María Soledad, Bonino, el soldado Carrasco, el atentado a la embajada de Israel, el atentado a la AMIA, sigue la lamentable lista) a estar frente a ellas, reclamando justicia para José Luis.
Entendimos que este asesinato era producto de esa Argentina de la impunidad y además llevaba implícita una amenaza a todos los que osáramos investigar y meternos con ellos. Y salimos a pedir justicia, a gritar NO SE OLVIDEN DE CABEZAS, y se levantaron cientos de brazos empuñando las únicas armas que conocemos, nuestras cámaras fotográficas y ocupamos las calles, los ministerios, los juzgados, nos unimos al grito desgarrador de Justicia de una sociedad harta de tanto asesinato impune. Desde ARGRA (Asociación de Reporteros Gráficos de la República Argentina) peleamos, hasta el límite de nuestras fuerzas, para conseguir que los asesinos materiales e intelectuales de nuestro compañero, pagaran su crimen ante la justicia. Y llegamos a Dolores, al juicio, los que estuvieron sentados frente al jurado fueron sin dudas los asesinos de José Luis Cabezas, conseguimos justicia. Pero conseguimos saber toda la verdad? a veinte años de su crimen aún no conocemos toda la verdad. Tal vez nunca la conozcamos.
Me tocó conducir nuestra asociación en el momento mas difícil y trágico de su historia, sin el apoyo de gran parte de la sociedad argentina y sus organizaciones sociales, pero sobre todo, sin el compromiso, apoyo, solidaridad y participación de mis compañeros Reporteros Gráficos no podríamos haber llevado adelante semejante tarea, entendimos que todos éramos José Luis Cabezas y que si tocaban a un fotoperiodista, nos tocaban a todos.
Han pasado veinte años, la herida, el dolor, la ausencia sigue siendo la misma.
NO SE OLVIDEN DE CABEZAS
A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata le requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas, compañero del alma, compañero.
Miguel Hernández
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