Tiempo visitó los hospitales López y Evita, de Lanús. A la falta de calefacción se suma la presencia creciente de personas sin techo que buscan refugio.
«Hace unos días rescatamos a una mujer con principio de hipotermia. También hemos hecho una olla popular, y desde hace unas semanas brindamos un desayuno a los pacientes. Mientras compartimos café y galletitas, les contamos las falencias que tenemos y nuestros reclamos», señala Álvarez, quien precisa que el congelamiento de nombramientos de cargos desde hace más de tres años está afectando el funcionamiento del nosocomio: muchos trabajadores se jubilaron o renunciaron y no fueron reemplazados.
Tiempo recorrió el hospital. El sector más abandonado es un amplio espacio que conecta la morgue, el archivo, la cocina y oficinas administrativas: allí conviven sillas, camas ortopédicas, tubos de oxígeno y carteles arrumbados. El único baño de hombres de la planta baja es impenetrable, por los líquidos que fluyen de las napas.
Esta problemática también atañe al otro gran centro de salud del distrito, el Hospital Interzonal de Agudos Evita, donde después de cada lluvia deben desagotar el sótano que se llena de agua, y donde también hay instalaciones eléctricas, por lo que muchas veces se corta la luz preventivamente.
«En las salas de parto de maternidad no hay calefacción –dice Sandra Álvarez, trabajadora social y titular de CICOP en el Evita–. Es un momento especial: la mujer está desnuda, rompe bolsa y hay líquidos que la enfrían. Hay muchas habitaciones sin calefacción ni frazadas, y escasez de sábanas».
«El frío lo enfrentamos con lo que podemos. Nos manejamos con unas pocas estufitas eléctricas. Ponemos en las ventanas bolsas de nylon o cinta adhesiva», expresa Ana Gilli, médica pediatra, que también denuncia falta de provisión de leche y medicación para tratamientos crónicos.
En la planta baja del Evita y en el área de psiquiatría no hay gas desde hace años. En efecto, los consultorios tienen que calefaccionarse con estufas eléctricas, pero si se utilizan más de dos o tres al mismo tiempo, salta la térmica, o podría producirse un corto y un incendio.
En el hall central se ve un colchón que por las noches refugia a un hombre. Desde diciembre, en la puerta de los consultorios externos, hay otro colchón que comparten Claudia Barros y su marido, echados del lugar donde vivían en Capital Federal. Cuenta a Tiempo que tiene una pensión por discapacidad, pero no le alcanza. Tiene VIH, EPOC y dos tumores en las muelas. La atienden en el hospital, donde también suelen darle algo de comer y puede asearse. Y también termina sus estudios primarios en la escuela que funciona en el centro de salud. Ante el frío y la miseria, el hospital es su refugio. «
El presidente quiere mantener el ancla cambiaria hasta las elecciones de octubre. Pero el dólar…
El presidente le hablará a la Asamblea Legislativa en medio del criptogate. Sin embargo, contabiliza…
La reunión estaba pensada para analizar la situación en el marco del criptogate y el…
Hubo reportes ante el FBI y el Departamento de Justicia. Un estudio de Nueva York…
El escándalo del viernes 14 de febrero fue un reflejo del país y la sociedad…
El encuentro de los presidentes duró 10 minutos. Fue después del discurso del mandatario argentino…
El fiscal Taiano impulsó la investigación por abuso de autoridad, estafa, tráfico de influencias y…
Gustavo Córdoba y Julieta Waisgold coinciden en la penetración transversal del escándalo en la opinión…
En una jugada imprevista, lanzó el Movimiento Derecho al Futuro, con el que busca erigirse…
Es una de las actrices y directoras más reconocidas del teatro off. Pero la psicóloga…
La gran pianista y docente cordobesa de 92 años publicó dos discos casi en forma…
Nació a partir de los lockout de las patronales agrarias por la 125, ganó gran…